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La curiosa relación entre la fructosa líquida y la enfermedad de hígado graso
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La curiosa relación entre la fructosa líquida y la enfermedad de hígado graso

La dieta alta en grasas junto con la ingesta de bebidas endulzadas con este azúcar acelera la acumulación de aquellas en el hígado y puede causar hipertrigliceridemia, factor de riesgo cardiovascular. Lo prueba un estudio español

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Le sucede a uno de cada tres adultos. Nos referimos al hígado graso no alcohólico (EHGNA, por sus siglas en inglés). Silencioso y traicionero, arrebata la salud. Hasta un 20% de los que lo padecen acaba sufriendo cirrosis.

En esta sección hemos abarcado esta enfermedad en más de una ocasión. Ahora llega un nuevo estudio español. Lo recoge la revista 'Molecular Nutrition'. Alude a que la dieta alta en grasas no es suficiente para causar la enfermedad del hígado graso a corto plazo. Sin embargo, si se combina con la ingesta de bebidas endulzadas con fructosa líquida, se acelera la acumulación de grasas en el hígado y puede aparecer hipertrigliceridemia, un factor de riesgo cardiovascular.

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Así lo explica un estudio en un modelo experimental de ratón, liderado por el profesor Juan Carlos Laguna, de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).

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El estudio cuenta con la colaboración de los investigadores Aleix Sala-Vila e Iolanda Lázaro, del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), y José Rodríguez-Morató, del IMIM-Hospital del Mar y MELIS-Universidad Pompeu Fabra, entre otros expertos.

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La fructosa es uno de los edulcorantes más comunes en la industria alimentaria. Este azúcar simple (monosacárido) se obtiene industrialmente a partir del jarabe de maíz, producto derivado de esta gramínea. Con un gran poder edulcorante y bajos costos de producción, la fructosa es utilizada por la industria alimentaria para endulzar bebidas, salsas y alimentos procesados, a pesar de la evidencia científica que la asocia con enfermedades metabólicas, que son factores, como es sabido, de riesgo de patologías cardiovasculares.

Las evidencias

Según el nuevo estudio, el efecto que provoca la fructosa en el aumento de la síntesis de ácidos grasos en el hígado es más determinante que la introducción externa de grasas a través de la dieta. “En dietas ricas en grasas y suplementadas con fructosa líquida, este monosacárido es capaz de inducir un aumento de la lipogénesis de novo, es decir, la formación de grasas a través del azúcar, y una inhibición de la oxidación lipídica en el hígado", asevera Juan Carlos Laguna.

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E insiste: “En particular, la ingesta de fructosa afecta directamente a la expresión y actividad del factor nuclear ChREBP. Una vez activado, este factor provoca un incremento de la expresión de las enzimas que controlan la síntesis hepática de los ácidos grasos". Y continúa: “Paralelamente, la ingesta de fructosa reduce la actividad del receptor nuclear PPARalfa, que es el principal responsable del control de la expresión de genes que codifican las enzimas implicadas en la oxidación de ácidos grasos (mitocondrial y peroxisomas) en el hígado”.

"Estamos describiendo por primera vez que la fructosa, a diferencia de las dietas ricas en grasas, aumenta la expresión de la proteína PNPLA3, asociada a la aparición de hipertrigliceridemia, factor de riesgo de patologías cardiovasculares"

Detalla el trabajo que la combinación de la grasa saturada de origen dietético y la inducción de la síntesis endógena de ácidos grasos es lo que provoca la aparición del hígado graso.

Además, "estamos describiendo por primera vez que la fructosa, a diferencia de las dietas ricas en grasas, aumenta la expresión de la proteína PNPLA3, asociada a la aparición de hipertrigliceridemia, un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares”, apunta Núria Roglans, coautora del estudio.

Enfermedad del hígado graso en humanos

Varios estudios epidemiológicos relacionaron el consumo de bebidas endulzadas con fructosa con el EHGNA, patología para la cual no existe una terapia farmacológica específica. En estos pacientes, la lipogénesis de novo aporta hasta un 30% de los lípidos acumulados en el hígado, mientras que en personas sanas, esta síntesis aporta solo representa el 5% de los lípidos hepáticos.

El modelo animal empleado por el equipo puede ser de interés potencial para estudiar futuros fármacos para tratar la enfermedad de la que hoy estamos hablando. “Las personas con esta patología tienen una mayor síntesis endógena de lípidos en el hígado que las sanas, por lo que los efectos descritos en este estudio podrían aparecer también en humanos”, apuntan los expertos.

La mala nueva

“Desgraciadamente, el hígado graso es el punto de partida de patologías más graves, como la esteatohepatitis y la cirrosis. Es una enfermedad, prácticamente asintomática, aunque en algunos casos pueden aparecer algunos trastornos digestivos leves e inespecíficos. Aparte de los siguientes, una dieta saludable y actividad física, no existe por ahora un tratamiento eficaz contra esta patología", determinan los investigadores.

Los efectos descritos en el estudio solo son observables si la fructosa se toma en su forma líquida. “En cuanto a las bebidas azucaradas, la fructosa se absorbe rápidamente y llega masivamente al hígado, produciéndose las alteraciones metabólicas descritas. Para hacer una comparación, podríamos hablar de la aparición de una sobredosis de fructosa cuando esta se ingiere en bebidas azucaradas”, subraya el equipo.

“Sin embargo, cuando comemos fruta, la cantidad de fructosa ingerida es mucho menor en comparación con una bebida azucarada. Además, el proceso de masticación y la presencia de otros elementos en la fruta, como la fibra, ralentiza la absorción de fructosa. Y su llegada al hígado", concluyen los autores.

Le sucede a uno de cada tres adultos. Nos referimos al hígado graso no alcohólico (EHGNA, por sus siglas en inglés). Silencioso y traicionero, arrebata la salud. Hasta un 20% de los que lo padecen acaba sufriendo cirrosis.

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