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Tus cifras de colesterol y de glucosa a los 35 años te avisan de si puedes tener alzhéimer
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Nuevo estudio

Tus cifras de colesterol y de glucosa a los 35 años te avisan de si puedes tener alzhéimer

De joven no se piensa en las enfermedades de 'viejos', pero cuidar los niveles de HDL, azúcar y grasas en la sangre es una buena inversión de futuro. Un ejemplo: aumentar 15 mg el colesterol bueno reduce un 18% el riesgo de demencia

Foto: Pasqual Maragall, con uno de sus nietos. (Fundación Pasqual Maragall)
Pasqual Maragall, con uno de sus nietos. (Fundación Pasqual Maragall)

No vamos a contar que el alzhéimer es la demencia más frecuente ni que en el mundo hay 30 millones de afectados. Tampoco vamos a repetir que a partir de los 60 años aumenta el riesgo de desarrollar el mal, pero es al sobrepasar los 85 años cuando las posibilidades se disparan (37 casos por mil habitantes), aunque con el imparable envejecimiento de la poblacion, en 2030 habrá 82 millones de personas con demencia y en 2050 serán más de 150 millones, según las previsiones que maneja la OMS. Esta situación ya la hemos descrito en Alimente.

Subir 15 mg/dl la glucosa (debe estar por debajo de 100 mg/dl en ayunas) aumenta un 14,5% el riesgo de demencia

Lo que no hemos contado es que las cifras de colesterol HDL (bueno), de triglicéridos y de glucosa que se tienen a los 35 años son un buen indicador de las posibilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en el futuro, como concluye un estudio sobre 4.932 personas realizado por médicos de la Universidad de Boston. ¿Qué valores definen la frontera entre riesgo bajo y riesgo alto? Más que dar cantidades exactas, lo que se establece son relaciones: aumentar 15 mg/dl el colesterol HDL (más de 50 mg/dl los hombres y por encima de 55 mg/dl las mujeres se considera saludable) se asocia con una disminución del riesgo de alzhéimer del 15,4% entre los 35 y 51 años de edad y el 17,9% de 51 a 60 años, y subir 15 mg/dl la glucosa (debe estar por debajo de 100 mg/dl en ayunas) incrementa un 14,5% el riesgo de demencia.

Foto: Foto: iStock.

Valores elevados de triglicéridos en la sangre y de tensión arterial diastólica (baja) en edades más avanzadas también se relacionan directamente con la enfermedad de Alzheimer. Por el contrario, ni el colesterol total, ni el colesterol LDL (malo), el tabaquismo, la hipertensión sistólica (alta) o el índice de masa corporal tienen un nexo directo con la demencia, según recoge el trabajo, que se ha publicado en la revista 'Alzheimer and Dementia'.

La clave está en la juventud

Los propios autores admiten que no es la primera vez que se correlacionan estos factores de riesgo cardiovascular con el alzhéimer. Entre la literatura científica se encuentra el estudio colaborativo entre el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), la Fundación Pasqual Maragall y Banco de Santander, y dirigido por el doctor Valentín Fuster, que encontró que los factores de riesgo cardiovascular afectan al metabolismo cerebral antes de que aparezcan los síntomas del proceso neurodegenerativo. La novedad del reciente artículo de la Universidad de Boston es que “es el primer informe de una asociación entre el alzhéimer y eL HDL, triglicéridos y niveles de glucosa medidos en individuos cognitivamente normales durante la edad adulta temprana (35 a 50 años) y media (51 a 60 años)”. Es decir, en personas jóvenes y sanas, cuando ni siquiera se sospecha que puedan desarrollar demencia.

Foto: Foto: Unsplash/@rodlong.

La fortaleza de las conclusiones es que los análisis se han llevado a cabo en un grupo de individuos incluidos en el célebre estudio Framingham Offspring, el trabajo epidemiológico más importante, y en el que los participantes son sometidos a un seguimiento médico durante décadas (los participantes de esta versión se incorporaron en el año 1971).

Décadas de seguimiento

Los autores defienden que el manejo cuidadoso de estos factores a partir de los 35 años puede reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes, así como de alzhéimer. “La intervención dirigida al control del colesterol y la glucosa a partir de la edad adulta temprana puede ayudar a maximizar la salud cognitiva en la edad adulta”, destaca Lindsay Farrer, autor principal y jefe de genética biomédica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.

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Foto: iStock.

Farrer también resalta que "el diseño del estudio Framingham, prospectivo de salud multigeneracional basado en la comunidad y que comenzó en 1948, nos ha permitido vincular el alzhéimer con los factores de riesgo de enfermedad cardiaca y diabetes en etapas muy tempranas de la vida, mucho antes que en la mayoría de los otros estudios de deterioro cognitivo y demencia”.

Como es sabido, la enfermedad de Alzheimer carece de tratamiento, por lo que la única opción es intentar frenarla, y actuar sobre los factores de riesgo cardiovascular, como se desprende del trabajo liderado por Farrer, parece una buena estrategia. Por ello, la Asociación Alzheimer de Estados Unidos ha puesto en marcha US POINTER, un ensayo clínico de 2 años para evaluar si las intervenciones de estilo de vida saludable dirigidas a estos factores de riesgo pueden proteger la función cognitiva en adultos de 60 a 79 años.

La situación en España

El doctor Pascual Sánchez, director científico de la Fundación CIEN (Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas), coincide con los científicos de Boston en que lo novedoso del trabajo es establecer el papel protector de un incremento de 15 mg/dl del colesterol HDL en adultos jóvenes, porque “ya teníamos evidencias de que los factores de riesgo cardiovascular y cerebrovascular aumentan el riesgo de demencia, sobre todo en edades medias de la vida”, señala a Alimente.

El argumento de los sistemas de salud para no poner en marcha programas de cribaje es que no existen terapias modificadoras de las demencias

De hecho, los médicos tienen en cuenta esa información y “tanto los neurólogos como los especialistas que siguen a pacientes con diabetes, dislipemia o hipertensión arterial somos conscientes de que a lo largo de su vida tienen un riesgo aumentado de problemas cognitivos y de demencia”, afirma Sánchez. Pero de aquí a que realmente se tenga en cuenta para intervenir en personas que tengan un riesgo aumentado hay un trecho. La razón es, según el experto, que en nuestro país no existen programas de detección precoz o cribado específico de demencias. “El principal argumento para que los sistemas de salud no los hayan puesto en marcha es que no existen hoy en día tratamientos modificadores de las demencias”, explica. Sin embargo, “esta premisa es probable que cambie a corto-medio plazo, ya que hay varios fármacos con potencial efecto modificador de la enfermedad de Alzheimer -que han solicitado su aprobación por las agencias reguladoras- pendientes de completar estudios”.

Mucho por conocer

El mecanismo por el que los factores de riesgo cardiovascular influyen en la aparición de esta demencia no está bien establecido. De hecho, el científico de la Fundación CIEN insiste en que la causa de la enfermedad de Alzheimer esporádica no se conoce bien, si bien “sabemos que puede ser una vía común a la que llegue desde distintas rutas, y gracias a los grandes estudios genómicos, como los realizados por el consorcio español de genómica de demencias DEGESCO, conocemos mejor las vías metabólicas cuya disfunción da lugar a mayor riesgo de alzhéimer”.

Foto: Un paciente de alzhéimer. (Reuters)

En esta línea, y en consonancia con el artículo de 'Alzheimer and Dementia', añade que se está estudiando el papel que tiene la alteración del metabolismo de la glucosa y de los lípidos, de tal forma que, “además de las lesiones cerebrovasculares que son más frecuentes en las personas que tienen más riesgo, no es descartable que las alteraciones de esas rutas metabólicas, per se, predispongan a las demencias”.

En cualquier caso, es “muy complejo desentrañar los factores de riesgo de esta enfermedad, ya que, como demuestra el trabajo de la Universidad de Boston, podrían empezar a actuar incluso a partir de los 35 años; es decir, en la mayoría de los casos, más de 30 años antes del inicio de la enfermedad”, y se piensa que hasta el 40% de los factores que causan demencia se pueden modificar.

El dilema: tratar o no tratar

Entonces, ¿tendría algún beneficio tratar ‘enérgicamente’ el colesterol y la glucosa para prevenir el alzhéimer? El neurólogo español no lo ve como una opción sencilla, porque habría que saber cuál sería el tratamiento necesario para este objetivo (y para ello hacen falta ensayos clínicos) y, además, “la intervención debería comenzar décadas antes de la aparición de los síntomas”.

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Foto: iStock.

De momento, parece casi imposible prevenir esta terrible enfermedad, pero el doctor Sánchez no oculta su esperanza en que pronto esta situación se dé la vuelta: “Diferentes estudios sugieren que intervenciones muy precoces podrían disminuir la incidencia de la enfermedad; esto, y el hecho de que quizás en breve podamos disponer de tratamientos que retrasen su curso, hace muy probable que, a corto plazo, nos debamos replantear la necesidad de realizar programas de cribado nacionales”. Esos programas de ‘screening’ estarían, en principio, limitados a las personas de mayor riesgo, como las que tienen enfermedades crónicas cardio y cerebrovasculares, antecedentes familiares de alzhéimer o portadores de factores genéticos que predisponen a la enfermedad.

Se pondrán en marcha marcadores digitales (aplicaciones que evalúan parámetros cognitivos de forma remota) para el cribaje de alzhéimer

La maquinaria de la investigación sobre esta enfermedad en nuestro país está bien engrasada. El director científico de la Fundación CIEN adelanta a El Confidencial que esta organización, junto con Fundación ACE, la Fundación Pasqual Maragall y otros 19 centros de toda España, pretende poner en marcha el proyecto PMP-DEGESCO, un estudio para evaluar la efectividad de nuevas herramientas de medicina de precisión, como los marcadores genéticos, los nuevos marcadores de plasma de la enfermedad de Alzheimer y los 'marcadores digitales' (entendidos como aplicaciones móviles que evalúan parámetros cognitivos de forma remota y con carácter longitudinal) para realizar un cribado poblacional que ayude a categorizar el riesgo de demencia en población asintomática.

El objetivo: implementar estrategias de cribado para detectar las personas en riesgo y ‘tratarlas’ muy pronto. Dicho de otra forma: impedir que se cumpla la profecía de la OMS de que, en el año 2050, 150 millones de personas vivirán con la enfermedad del olvido.

No vamos a contar que el alzhéimer es la demencia más frecuente ni que en el mundo hay 30 millones de afectados. Tampoco vamos a repetir que a partir de los 60 años aumenta el riesgo de desarrollar el mal, pero es al sobrepasar los 85 años cuando las posibilidades se disparan (37 casos por mil habitantes), aunque con el imparable envejecimiento de la poblacion, en 2030 habrá 82 millones de personas con demencia y en 2050 serán más de 150 millones, según las previsiones que maneja la OMS. Esta situación ya la hemos descrito en Alimente.

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