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¿Tomar menos sal te hace vivir más? Ni la ciencia se pone de acuerdo
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Congreso Americano de Cardiología

¿Tomar menos sal te hace vivir más? Ni la ciencia se pone de acuerdo

Limitar el sodio de la dieta es una petición de los médicos para reducir el impacto de las enfermedades cardiovasculares, pero los términos exactos del beneficio no están lo suficientemente claros y cuantificados

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Reducir la cantidad de sal en la dieta es una de las batallas que libran desde hace años las autoridades sanitarias como estrategia para aliviar el impacto de las enfermedades cardiovasculares y, sobre todo, de la hipertensión arterial. Los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen como objetivo disminuir un 30% el consumo de sal (por debajo de 5 g hasta 2025, una medida que puede evitar hasta 2,5 millones de muertes al año) y para lograrlo ofrecen una batería de propuestas dirigidas a los gobiernos, la industria y los consumidores.

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Todas las personas -también las que no padecen ningún problema cardiovascular- se benefician de tomar menos sal, pero son sobre todo las hipertensas y las que tienen insuficiencia cardiaca las que mejor conocen que su bienestar (y tal vez su supervivencia) depende, y mucho, de su ingesta de sodio. De hecho, mantener el salero alejado es un consejo que repetidamente le harán sus médicos, pero ¿realmente se traduce en menos riesgo de muerte y mejor control de la enfermedad?

Insuficiencia cardiaca

La respuesta no es tan evidente como parece en un primer momento y ni la ciencia es capaz de ponerse de acuerdo, como ha quedado de manifiesto en la reciente 71 Sesión del Colegio Americano de Cardiología, donde se han presentado las conclusiones de dos investigaciones con resultados aparentemente contradictorios.

Uno de los estudios es el Sodium-HF, que ha dirigido por cardiólogo Justin Ezekowitz, del Instituto del Corazón de la Unidad de Alberta y que ha evaluado el efecto de la limitación estricta de sal durante un año en pacientes con insuficiencia cardiaca.

"Cualquier alimento en una bolsa, caja o lata generalmente tiene más sal de lo que piensas"

Los investigadores siguieron a 806 personas con insuficiencia cardiaca en 26 centros sanitarios de Canadá, Estados Unidos, Colombia, Chile, México y Nueva Zelanda. La mitad de los participantes del estudio fueron asignados al azar para recibir la atención médica habitual, mientras que al resto se le prestó asesoramiento nutricional sobre cómo reducir su consumo de sal en la dieta (cocinar en casa sin añadir sal y evitar alimentos con alto contenido de ella). "La regla general que aprendí de los dietistas es que cualquier cosa en una bolsa, caja o lata generalmente tiene más sal de lo que piensas", alerta Ezekowitz.

placeholder La retención de líquidos es un síntoma de insuficiencia cardiaca. (iStock)
La retención de líquidos es un síntoma de insuficiencia cardiaca. (iStock)

Para el grupo de intervención, la ingesta de sodio permitida era de 1,5 gramos al día (equivalente a dos tercios de una cucharadita de sal), que es el límite recomendado por las autoridades sanitarias de Canadá para la mayoría de los ciudadanos. Antes del Sodium-HF, todos los participantes en el trabajo tomaban unos 2,2 g (poco menos de una cucharadita) de sal, y después de un año de estudio, los del grupo de atención habitual tomaron 2 g y los del grupo de orientación nutricional 1,6 g.

Mejor vida, las mismas muertes

Los investigadores compararon las tasas de muerte por cualquier causa, hospitalización cardiovascular y consultas a los servicios de urgencias cardiovasculares en los dos grupos de estudio, pero no encontraron diferencias significativas. Sin embargo, en el grupo de reducción de sal sí constataron una mejoría de la calidad de vida -de los síntomas de insuficiencia cardiaca: hinchazón de pies y piernas, tos, fatiga- y de otros test, como es la prueba de esfuerzo (caminata en 6 minutos)

¿Cómo se explica que reducir la sal no se traduzca en menos muertes? Los autores, que han publicado su trabajo en la revista 'The Lancet', sostienen que es necesario hacer un seguimiento más prolongado (24 meses) y también hacer análisis adicionales para evaluar la ingesta dietética de nutrientes o componentes dietéticos distintos del sodio. Además, quieren aislar un marcador en la sangre de los pacientes que se beneficiaron más de la dieta baja en sodio, con el objetivo de poder dar recetas de dietas individuales más específicas en el futuro.

Foto: Para llevar una dieta equilibrada es imprescindible controlar la sal. (iStock)

Durante su intervención en la reunión, Ezekowitz aseguró que seguirá recomendando a los pacientes con insuficiencia cardíaca que rebajen el consumo de sal, si bien a partir de ahora será más preciso a la hora de informar de los beneficios esperados.

Demostrado: menos riesgo cardiovascular

La escasa evidencia mostrada por el estudio de la Universidad de Alberta contrasta con el presentado por Bruce Neal, director del Instituto George de Australia, que afirma que “remplazar la sal por un sustituto bajo en sodio y potasio disminuye el riesgo de accidente cerebrovascular en un 14% y la cantidad de accidentes cerebrovasculares y ataques cardiacos combinados en un 13%”, un beneficio que también es económico porque “los costes ahorrados superan el coste de la intervención”.

Los sustitutos de la sal deben ser considerados como un elemento clave de cualquier campaña de reducción de sal

Para el doctor Thomas Lung, investigador principal del estudio, que se ha publicado en 'Circulation', estos hallazgos justifican la necesidad de que los sustitutos de la sal sean considerados como un elemento clave de cualquier campaña de reducción de sal.

“La sustitución de la sal es una intervención efectiva y de bajo coste, en particular en países donde la mayor parte del sodio en la dieta proviene de la sal añadida durante la cocina casera, que se puede sustituir fácilmente”, enfatizó Neal.

El artículo de ‘Circulation’ parte del estudio Salt Substitute and Stroke, publicado por el 'New England Journal of Medicine', que demostró un riesgo reducido de accidente cerebrovascular, ataque cardiaco y muerte prematura entre las personas que viven en las zonas rurales de China.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Los investigadores, liderados por Bruce Neal, reclutaron a 21.000 adultos con antecedentes de accidente cerebrovascular o hipertensión mal controlada de 600 aldeas de intervención. A estos participantes se les proporcionó suficiente sustituto de la sal para cubrir todos los requisitos de conservación de alimentos y cocina del hogar (unos 20 g por persona por día) de forma gratuita. Los de los otros pueblos continuaron usando sal de manera habitual.

Durante cinco años de seguimiento, más de 3.000 personas sufrieron un ictus, pero el riesgo fue un 14% más bajo entre los que tomaron el sustituto de la sal. “La medida en que un paciente se beneficiará depende de la cantidad de sal de su dieta que se reemplace con un sustituto de esta, y la rentabilidad dependerá principalmente del precio de ese sustituto de la sal”, agregó.

Estos dos estudios no ponen el punto final al debate, y llegarán nuevos informes con datos dispares. En cualquier caso, la unanimidad es firme al defender el beneficio de ingerir menos sal en la dieta.

Reducir la cantidad de sal en la dieta es una de las batallas que libran desde hace años las autoridades sanitarias como estrategia para aliviar el impacto de las enfermedades cardiovasculares y, sobre todo, de la hipertensión arterial. Los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen como objetivo disminuir un 30% el consumo de sal (por debajo de 5 g hasta 2025, una medida que puede evitar hasta 2,5 millones de muertes al año) y para lograrlo ofrecen una batería de propuestas dirigidas a los gobiernos, la industria y los consumidores.

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