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La conexión entre cerebro y corazón para prevenir enfermedades cardiovasculares
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La conexión entre cerebro y corazón para prevenir enfermedades cardiovasculares

El cerebro y el corazón son dos de los órganos más fundamentales de nuestro cuerpo y uno no puede funcionar sin el otro, por lo que un correcto vínculo entre ellos es vital

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

El hipotálamo forma parte, junto al tálamo, de la estructura cerebral llamada diencéfalo, localizado en el centro del encéfalo de los seres humanos, por debajo de la corteza cerebral y por encima del tronco del encéfalo. Esta zona del cerebro produce hormonas, las cuales controlan la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca, el hambre, los estados de ánimo, el sueño, la sed, la libido y la liberación de hormonas de muchas glándulas, especialmente la hipófisis.

Los cuerpos de las neuronas hipotalámicas están agrupadas en núcleos, los cuales tienen proyecciones axonales con las que alcanzan otras regiones del encéfalo y otros núcleos hipotalámicos. Esta disposición permite una comunicación continuada entre las neuronas del hipotálamo y otras áreas del cerebro.

El hipotálamo se divide en tres zonas principales: medial, lateral y periventricular. Los núcleos se localizan en las zonas medial y periventricular, las relacionadas con la regulación endocrina. A la zona lateral se le considera un anexo, donde se establecen las conexiones del hipotálamo con los elementos encefálicos más rostrales. Son once los núcleos principales del hipotálamo y sus funciones permiten la integración de las demás funcionalidades del cuerpo para el mantenimiento de la homeostasis.

La relación entre el cerebro y el corazón

El corazón es un órgano vital en el cuerpo humano. Uno de los lados, el derecho, se encarga de bombear la sangre hacia los pulmones, lugar donde se le agrega oxígeno, al mismo tiempo que elimina dióxido de carbono. Y el lado izquierdo es el encargado de repartir la sangre hacia el resto del organismo.

El control nervioso de la actividad cardiovascular lo hace el sistema nervioso autónomo (SNA) a través de los subsistemas simpático y parasimpático. Controla la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, la capacidad de contracción del músculo cardiaco y el flujo de sangre que lo alimenta, todo ello de forma involuntaria e inconsciente. Buena parte de este control se ejerce fuera del cerebro. Dentro este, la regulación inconsciente se realiza en los ganglios basales, el hipotálamo y el sistema límbico.

placeholder Foto: Unsplash/@averey.
Foto: Unsplash/@averey.

Para poder funcionar, el cerebro depende de forma completa del flujo de sangre que le envía el corazón, la cual debe llegar con una presión adecuada. Si esta es muy baja, no llega sangre suficiente y nos mareamos o perderemos el conocimiento. Si es extremadamente alta, los vasos del cerebro pueden reventar y habrá una hemorragia cerebral.

Como observamos, la relación entre el cerebro y el corazón es vital para el correcto funcionamiento del organismo. Tanto uno como otro son partes fundamentales de nuestro cuerpo y un órgano no puede funcionar sin el otro.

Las enfermedades cardiovasculares más comunes

Nos referimos a aquellas patologías que afectan al corazón y a los vasos sanguíneos. Es un concepto amplio que engloba un gran abanico de enfermedades que pueden ocasionar el deterioro de la función del corazón. Entre las más comunes, destacan cinco:

  • Insuficiencia cardiaca, producida por un desequilibrio entre la capacidad del corazón para bombear sangre y las necesidades del organismo.
  • Hipertensión arterial, provocada por un estrechamiento de las arterias, las llamadas arteriolas, encargadas de regular el flujo sanguíneo. Cuando estas se van haciendo más pequeñas, el corazón debe esforzarse más de su capacidad para cumplir con su función, lo que hace aumentar la presión en los vasos sanguíneos. Dsta enfermedad aumenta el riesgo de sufrir un ataque de corazón.
  • Trastornos del ritmo cardiaco, que consisten en la alteración de la frecuencia y/o regularidad del pulso normal de una persona. Dependiendo del grado y tipo de afectación del ritmo cardiaco, se padecerá una enfermedad o no. Normalmente los trastornos del ritmo son consecuencia de una enfermedad cardiovascular subyacente, y es por eso que su detección precoz y valoración por un cardiólogo resulta crucial a la hora de poder detectar y tratar la patología. Cuando se tienen menos de 50 pulsaciones por minuto, se diagnostica un trastorno por pulso lento. Por el contrario, cuando se tienen más de 100 pulsaciones por minuto se trata de un trastorno por pulso rápido que se llaman taquicardias.
  • El exceso de colesterol, el infarto de miocardio o la angina de pecho son también algunas de las patologías cardiacas más frecuentes.

El hipotálamo forma parte, junto al tálamo, de la estructura cerebral llamada diencéfalo, localizado en el centro del encéfalo de los seres humanos, por debajo de la corteza cerebral y por encima del tronco del encéfalo. Esta zona del cerebro produce hormonas, las cuales controlan la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca, el hambre, los estados de ánimo, el sueño, la sed, la libido y la liberación de hormonas de muchas glándulas, especialmente la hipófisis.

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