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Un equipo español descubre la causa de un serio trastorno hepático y su tratamiento
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Alteración congénita

Un equipo español descubre la causa de un serio trastorno hepático y su tratamiento

Un estudio liderado por la Universidad de Salamanca ha encontrado el motivo de una elevación anormal de las transaminasas que presentan algunos jóvenes. La alteración puede evolucionar a cirrosis o cáncer, pero un fármaco frena el problema

Foto: Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. (IBSAL)
Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. (IBSAL)

La determinación de los valores de las transaminasas (unas enzimas que se encuentran sobre todo en el hígado) es habitual en los análisis de sangre rutinarios y unas cifras elevadas alertan al médico de un posible mal funcionamiento hepático. Lo más frecuente es que detrás de esa situación haya una infección vírica, el efecto de algún medicamento, el consumo de alcohol o una acumulación de grasa en el hígado. Otras veces, las menos, la causa es la enfermedad celiaca, sobrecarga de hierro o la enfermedad de Wilson. Pero en un número nada despreciable de casos, no se encuentra el origen, como sucede hasta en el 13% de niños (menores de 18 años) con daño hepático.

Es sencillo detectar el trastorno hepático a través de un análisis de sangre y responde bien a un fármaco comercial muy utilizado

Un equipo de científicos españoles ha hecho un descubrimiento revolucionario para estos afectados, al identificar unas mutaciones genéticas que afectan a la función de una enzima encargada de la síntesis de ácidos biliares (ACOX2) y que provoca un aumento de ácidos biliares tóxicos. Además, han encontrado que un fármaco de uso habitual normaliza los niveles de transaminasas en los afectados por ese defecto, un hallazgo que se ha publicado en la prestigiosa revista ‘Hepatology'.

“Los clínicos le han dado mucha importancia al artículo porque describe una situación que puede ser causa de un trastorno que no se conocía; es fácil detectarlo a través de un análisis de sangre con una tecnología que, aunque no existe en los hospitales, está disponible para quien la solicite en el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) y, lo más importante, se puede tratar y responde bien a un fármaco comercial muy utilizado”, enumera a El Confidencial el director de la investigación José Juan García Marín, de IBSAL, de la Universidad de Salamanca.

No es un problema raro

En la investigación publicada en 'Hepatology' han participado 9 hospitales españoles y uno alemán, que han estudiado a 33 pacientes con elevación anormal de los niveles en sangre de transaminasas y a 13 de sus familiares, y han identificado a 7 que presentaban mutaciones en la ACOX2. Los autores destacan que “esa situación, mantenida en el tiempo, aumenta la vulnerabilidad hepática, lo que puede acarrear graves consecuencias a medio y largo plazo. De hecho, algunos de los pacientes identificados, la mayoría menores de 18 años, presentaban ya afectación hepática grave”.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

El trastorno (García Marín no lo califica, de entrada, como una enfermedad) aparece cuando un niño hereda una copia del gen mutado de cada uno de sus padres y su hígado produce unas sustancias tóxicas que se acumulan. “El niño vive en una situación de fragilidad en la que su hígado es susceptible y el daño se desencadena ante determinados factores, como es la toma de un medicamento”, explica el biólogo, que hace hincapié en que “el problema es que si una persona vive con esa situación mucho tiempo, corre el riesgo de desarrollar cirrosis y de ahí a cáncer hepático”.

No es una alteración infrecuente, ya que de 46 personas analizadas, entre el 20% y 25% presenta los genes mutados

Aparentemente, se trata de un trastorno poco habitual, pero es una percepción errónea a juzgar por lo encontrado en esta investigación, en la que “se han analizado a 46 personas, y entre el 20%-25% ya tenía el trastorno, luego es una situación de la que desconocemos su frecuencia, pero no es una curiosidad”. Esta podría ser ‘la punta del iceberg’ de este trastorno.

Liderazgo

En el año 2013, los científicos españoles describieron por primera vez en el mundo esa condición genética que predispone a cifras altas de transaminasas sin una causa aparente (idiopática) y presentaron el primer caso (el de un joven jugador de fútbol que, después de tomar fármacos antiinflamatorios, tuvo una elevación permanente de las transaminasas) en un congreso internacional. Sin embargo, “un equipo de Estados Unidos fue el primero en publicar un caso similar en una revista científica”, señala el biólogo.

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Ahora, los españoles han vuelto a ser pioneros al estudiar a una serie tan amplia de afectados (todos menores de 18 años) y a sus familiares; pero, sobre todo, al demostrar que aunque el problema no se puede curar (al ser de causa genética, solo se podría resolver definitivamente mediante terapia génica), sí se puede tratar con éxito con un medicamento común.

placeholder El biólogo José Juan García Marín, investigador principal. (IBSAL)
El biólogo José Juan García Marín, investigador principal. (IBSAL)

El tratamiento consiste en administrar ácido ursodesoxicólico, un ácido biliar natural que se encuentra en cantidades bajas en la bilis humana y en altas cantidades en la bilis de oso. El fármaco (cuyo principio activo es el ácido biliar sintetizado) se utiliza en situaciones en las que hay una mala función biliar, como puede ocurrir en las últimas semanas de embarazo. El científico de la Universidad de Salamanca destaca la seguridad del medicamento, como demuestra el hecho de que se administre a embarazadas sin que suponga un peligro para ella ni para el feto.

¿Cuáles son los pasos que se deben seguir cuando se identifica a un joven con transaminasas inexplicablemente altas? Este experto defiende que "no se trata de hacer exámenes exhaustivos de perfil de ácidos biliares a todos los menores", sino que “si en alguno de los análisis de sangre que se hacen en los controles de salud se detectan las transaminasas elevadas, hay que profundizar su estudio”. Si el diagnóstico se confirma (las mutaciones genéticas mencionadas), “hay que darles ácido urso de por vida, ya que en el momento en que se interrumpe el fármaco, el problema resurge".

El hallazgo puede acabar con buena parte de la incertidumbre para 13% de pacientes de los que se ignora el motivo de su problema hepático y, sobre todo, permite prevenir las gravísimas consecuencias que pueden sufrir a largo plazo.

La determinación de los valores de las transaminasas (unas enzimas que se encuentran sobre todo en el hígado) es habitual en los análisis de sangre rutinarios y unas cifras elevadas alertan al médico de un posible mal funcionamiento hepático. Lo más frecuente es que detrás de esa situación haya una infección vírica, el efecto de algún medicamento, el consumo de alcohol o una acumulación de grasa en el hígado. Otras veces, las menos, la causa es la enfermedad celiaca, sobrecarga de hierro o la enfermedad de Wilson. Pero en un número nada despreciable de casos, no se encuentra el origen, como sucede hasta en el 13% de niños (menores de 18 años) con daño hepático.

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