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El aviso de la Asociación Americana del Corazón sobre el hígado graso
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El aviso de la Asociación Americana del Corazón sobre el hígado graso

La AHA lanza por primera vez una declaración científica que advierte de los riesgos cardiacos asociados a la enfermedad. Insta, además, a su detección precoz y a una evaluación más cuidadosa de los pacientes

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Muchas enfermedades, demasiadas, que nos acechan actualmente traen de cabeza a los profesionales sanitarios, que han visto cómo la tradicional atención asistencial a sus pacientes se ha truncado por la pandemia, retrasando las consultas, los chequeos preventivos y engrosando las listas de espera, etc. Hablamos de las otras epidemias silentes, que llegaron antes, como la obesidad, la diabetes o los trastornos por salud mental, en aumento.

Y, cómo no, la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA), que cuando avisa ya es traidora y que afecta ni más ni menos que a uno de cada cuatro adultos en todo el mundo.

Foto: Foto: Unsplash/@jeztimms.

Recordar que se produce por una gran acumulación de grasa en las células del hígado. Habitualmente, este órgano posee cantidades pequeñas de ella (alrededor de un 10% del peso). Saber, también, que un 20% de los casos desemboca en cirrosis.

Ahora, y ante este panorama, se suma a la preocupación de los gastroenterólogos por sus pacientes afectados la de los cardiólogos. Desde el otro lado del Atlántico, y de la mano de la Asociación Americana del Corazón (AHA, sus siglas en inglés), llega una declaración científica que alerta de cómo esta afección hepática es un factor de riesgo de enfermedad cardiaca.

Publicada en la revista ‘Arteriosclerosis, 'Thrombosis and Vascular Biology' (de la citada asociación estadounidense), el informe es un análisis basado en la investigación actual y adelanta las pautas futuras a seguir con los pacientes.

Pasar por alto

"La EHGNA es una afección común que a menudo se oculta o se pasa por alto en la atención médica de rutina. Es importante conocerla y tratarla a tiempo porque es un factor de riesgo de daño hepático crónico y enfermedad cardiovascular", asevera P. Barton Duell, presidente del comité de redacción de declaraciones y profesor de medicina en el Instituto Cardiovascular Knight y la División de Endocrinología, Diabetes y Nutrición Clínica de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón en Portland.

Sociedades de gastroenterología vienen publicando declaraciones y advertencias sobre el avance de esta enfermedad, pero suelen centrarse en el compromiso hepático. Esta es la primera vez que la AHA llama la atención a través de una declaración científica sobre el impacto en el corazón.

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Foto: iStock.

Hay dos tipos de EHGNA: uno cuando solo hay grasa presente en el hígado, como hemos mencionado anteriormente, y el otro, cuando también hay inflamación y cicatrización (llamado esteatohepatitis no alcohólica).

Es posible que la patología no se diagnostique durante años. Por lo tanto, la declaración enfatiza la necesidad de concienciación y control de la enfermedad, el acceso a mejores herramientas de detección y tratamiento, y destaca también incentivar en los cambios en el estilo de vida para ayudar a prevenir y tratar el trastorno.

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Se sabe que la enfermedad cardiaca es la principal causa de muerte en personas con hígado graso no alcohólico. Ambas patologías comparten muchos de los mismos factores de riesgo, incluido el síndrome metabólico (azúcar y triglicéridos en sangre elevados, así como aumento de la grasa abdominal y presión arterial alta), diabetes tipo 2, alteración de la tolerancia a la glucosa (prediabetes) y obesidad.

Más probabilidades de infarto con afección hepática

Sin embargo, los pacientes con EHGNA tienen un mayor riesgo de enfermedad cardiaca que las que tienen los mismos factores de enfermedad cardiovascular sin la afección hepática. Lo constata, por ejemplo, un estudio publicado en ‘Journal of Hepatology’ con 5.121 personas que determina que, en individuos asintomáticos, la enfermedad del hígado graso no alcohólico fue un factor de riesgo independiente para la placa no calcificada, que se conoce como placa vulnerable asociada con eventos cardiacos repentinos e inesperados.

Por lo tanto, los científicos apuntan a que se requirió una terapia médica adecuada para su prevención. Otro trabajo constata que eleva el riesgo igualmente de insuficiencia cardiaca.

"Aunque una vida saludable puede ayudar a evitar la enfermedad hepática en muchas personas, algunas pueden desarrollarla a pesar de sus mejores esfuerzos", sostiene el Dr. Duell. "En el otro extremo del espectro, algunas pueden tener una composición genética que les protege de la patología a pesar de tener obesidad, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, hábitos alimenticios poco saludables o ser sedentarios", apostilla.

El mayor obstáculo para el tratamiento

El comunicado de la AHA hace hincapié en que la mayoría de los afectados no están diagnosticados, lo que crea una barrera para el manejo médico óptimo. Las etapas iniciales generalmente no tienen síntomas y las personas se sienten bien, y es posible que los análisis de sangre de rutina no muestren anomalías hepáticas. A menudo, las enzimas hepáticas elevadas en la sangre, un posible signo de la enfermedad, pueden atribuirse erróneamente a un efecto secundario de la medicación o al consumo reciente de alcohol. Además, la ausencia de niveles elevados de enzimas hepáticas no descarta su existencia.

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El comité de expertos insiste en que “un ultrasonido especializado que mide la elasticidad del hígado, la grasa y la rigidez (resultado de la cicatrización) en el hígado puede detectarla. Este tipo de gammagrafía hepática es una forma no invasiva de ayudar a diagnosticar y controlar el tratamiento de la enfermedad, aunque se utiliza poco. La biopsia hepática es la prueba definitiva para el diagnóstico de estadios más avanzados; sin embargo, es invasiva y costosa”.

Foto: Los autores del estudio, del Cimus. (Universidad de Santiago de Compostela)

"La falta de conocimiento de la alta prevalencia de la enfermedad contribuye al subdiagnóstico", recuerda el Dr. Duell. "Las personas con factores de riesgo merecen una evaluación más cuidadosa", insiste. Pero si se diagnostica a tiempo, el daño hepático puede ser reversible. Y agrega el experto: "Parte de las buenas noticias sobre su manejo es que la alimentación saludable, el ejercicio regular y la pérdida de peso o evitar su aumento son intervenciones valiosas para mejorar la salud en la mayoría de nosotros, independientemente de si tenemos hígado graso o no".

Muchas enfermedades, demasiadas, que nos acechan actualmente traen de cabeza a los profesionales sanitarios, que han visto cómo la tradicional atención asistencial a sus pacientes se ha truncado por la pandemia, retrasando las consultas, los chequeos preventivos y engrosando las listas de espera, etc. Hablamos de las otras epidemias silentes, que llegaron antes, como la obesidad, la diabetes o los trastornos por salud mental, en aumento.

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