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¿Has tenido un infarto? Una dieta mediterránea alta en AOVE reduce el riesgo de sufrir otro
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Gran estudio español

¿Has tenido un infarto? Una dieta mediterránea alta en AOVE reduce el riesgo de sufrir otro

La evidencia científica ha vuelto a poner de manifiesto los beneficios de este tándem en el corazón. El estudio Cordioprev, publicado en 'The Lancet', ha verificado que este tipo de alimentación disminuye más del 25% el peligro de un nuevo ataque

Foto: Los autores del estudio Cordioprev, publicado en 'The Lancet'. (Hospital Reina Sofía)
Los autores del estudio Cordioprev, publicado en 'The Lancet'. (Hospital Reina Sofía)

Nuevamente, la dieta mediterránea ha sacado músculo ante la ciencia para demostrar que sí puede doblar el pulso a la enfermedad cardiovascular. Ya no es solamente para prevenir su aparición en personas sanas (prevención primaria), como ha quedado sobradamente probado en el estudio Predimed -un ensayo de referencia en el ámbito de la investigación sobre intervención dietética que comenzó en el año 2003-, también para evitar que personas con enfermedad coronaria establecida (prevención secundaria) sufran un nuevo ataque cardiaco, un ictus o que mueran por un problema cardiovascular.

Foto: Foto: iStock.

Es lo que ha confirmado un equipo del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba en el estudio Cordioprev, que ha comparado el impacto de dos dietas beneficiosas para personas con enfermedad coronaria, que han tenido un infarto o una angina de pecho: una baja en grasas y abundante en hidratos de carbono complejos (legumbres, frutas, cereales integrales), y otra mediterránea rica en aceite de oliva (que aporta el 35% de las calorías de la dieta). Las dos han rebajado la posibilidad de que surja un problema cardiovascular grave, pero la superioridad de la mediterránea es aplastante: el riesgo ha pasado del 33% al 17%, mientras que con la de hidratos de carbono se ha quedado en el 23%. “Este resultado es relevante para la práctica clínica, apoyando el uso de la dieta mediterránea en prevención secundaria”, señalan los autores en su artículo, que se ha publicado en la revista The Lancet.

Solidez del Cordioprev

El hallazgo deja escaso margen para la duda, ya que el seguimiento de los 1.002 participantes del estudio se ha prolongado durante, al menos, 7 años. Pero el proyecto comenzó mucho antes, hace casi 20 años, motivado “por la falta de conocimiento y de evidencia científica acerca de cuál es el mejor modelo de alimentación mediterránea para tratar a pacientes de muy alto riesgo”, explica a El Confidencial el doctor José López-Miranda, investigador principal de Cordioprev e investigador responsable del Ciberobn.

placeholder José López Miranda, catedrático de Medicina de la Universidad de Córdoba.
José López Miranda, catedrático de Medicina de la Universidad de Córdoba.

Los mil participantes tienen en común su gravedad, una situación de la que da idea el hecho de que, a pesar de estar siguiendo un tratamiento farmacológico para su enfermedad, su probabilidad de sufrir un nuevo episodio cardiovascular grave -infarto, ictus, cateterismo o muerte- sin hacer nada más superaba el 30%. “Una auténtica barbaridad”, enfatiza el también jefe de Medicina Interna del Hospital Reina Sofía.

La necesidad de buscar un refuerzo terapéutico para ese tipo de pacientes fue el detonante de la investigación, un refuerzo que se puede conseguir a través de intervención dietética, aunque antes había que determinar qué dieta es la más efectiva, ya que no había ningún trabajo previo que lo aclarase. Así fue como los cordobeses crearon una dieta mediterránea alta en grasa en la que “parte de los carbohidratos se sustituyen por grasa monoinsaturada a expensas de aceite de oliva”.

El modelo mediterráneo reduce un 26,6% la probabilidad de un episodio cardiovascular grave

Cumpliendo criterios rigurosos del método científico, los participantes fueron asignados de manera aleatoria a cada uno de los grupos dietéticos, y se les siguió durante 7 años. Pasado ese tiempo, “vimos que uno de los modelos de alimentación era mejor que el otro en lo referente a menos posibilidad de tener un evento cardiovascular” y de ahí salió que el modelo mediterráneo reduce la probabilidad un 26,6%. Dicho de otra forma: “Evitamos uno de cada cuatro episodios mayores que van a ocurrir en estos pacientes en 7 años”.

Mejor en hombres

El beneficio es mayor en los hombres, en los que la reducción de los eventos fue del 33%, y aunque no hay una explicación clara, “hay un axioma en medicina cardiovascular y es que el beneficio de cualquier intervención es superior a mayor riesgo”, matiza el también jefe de Medicina Interna del Hospital Infanta Sofía, y los varones tienen más riesgo.

placeholder La edad media de los participantes del estudio es de 58 años y el 75% son hombres.
La edad media de los participantes del estudio es de 58 años y el 75% son hombres.

La edad media de los participantes al entrar en el estudio fue de 58 años, son personas a las que les queda mucha vida por delante y a las que “se puede mejorar más su expectativa de vida con este modelo de alimentación mediterránea”. El líder del trabajo insiste en el resultado final: “Cuando comenzó Cordioprev, la probabilidad de sufrir un nuevo episodio cardiovascular de estos pacientes con el máximo tratamiento farmacólogico para controlar los factores de riesgo (estatinas, antidiabéticos, antihipertensivos, etc) era del 33%, y después de la intervención nutricional, ese riesgo se redujo hasta el 17%, casi a la mitad, en el régimen mediterráneo alto en grasa”.

Foto: Foto: iStock.

El catedrático pone el acento en que gran parte del beneficio procede del AOVE, una grasa fundamentalmente monoinsaturada (más del 75%) y altos niveles de compuestos fenólicos. ¿Qué cantidad se recomienda? Entre 40 y 60 gramos al día, que “se corresponde con el consumo habitual en la dieta mediterránea tradicional de los países del sur de Europa”.

Dieta sí, fármacos también

Sin embargo, el hecho de que la dieta logre rebajar el riesgo no significa que se pueda reducir la dosis de los medicamentos ni mucho menos prescindir de alguno de ellos (por ejemplo, las estatinas). López-Miranda advierte del peligro de tomar esa decisión, puesto que “son pacientes de alto riesgo, con una alta probabilidad de tener un episodio cardiovascular grave, incluso después de tratarlos adecuadamente”.

Foto: Foto: iStock.

Después de completar el estudio, es importante seguir manteniendo la dieta, si bien sus efectos, tal vez, puedan perdurar, aunque se abandone debido a que se genera una memoria metabólica, una idea que están estudiando los autores del ensayo. Aun así, “estamos convencidos de que cuando se abandona la dieta, parte de sus beneficios se van perdiendo”.

Así pues, la ciencia confirma que el AOVE es un preventivo de nuevos infartos, ictus o muerte. Pero ¿qué pasa con la ganancia de peso que se le supone a una dieta alta en grasa, por buena que sea? El internista asegura que en la población de Cordioprev ha sucedido lo contrario de lo esperado: “El sambenito de que más grasa más obesidad puede darse en dietas abundantes en grasas saturadas, pero si es de AOVE, sucede lo contrario, que el peso se mantiene”.

Los resultados del estudio son fácilmente trasladables a la práctica clínica y a la vida cotidiana en nuestro medio de países mediterráneos. Exportarlos más allá puede ser difícil, sobre todo por la dificultad para disponer de suficiente cantidad de AOVE, pero "buena parte de la dieta mediterránea, con legumbres, verduras, cereales integrales y algo de aceite de oliva, sí es accesible en muchos países", opina el científico.

Una vez más, se cumple la máxima: "Que tu medicina sea tu alimento".

Nuevamente, la dieta mediterránea ha sacado músculo ante la ciencia para demostrar que sí puede doblar el pulso a la enfermedad cardiovascular. Ya no es solamente para prevenir su aparición en personas sanas (prevención primaria), como ha quedado sobradamente probado en el estudio Predimed -un ensayo de referencia en el ámbito de la investigación sobre intervención dietética que comenzó en el año 2003-, también para evitar que personas con enfermedad coronaria establecida (prevención secundaria) sufran un nuevo ataque cardiaco, un ictus o que mueran por un problema cardiovascular.

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