¿Miedo a una nueva epidemia por la viruela del mono? Esto dicen tres expertos
Las alarmas han saltado por el brote de casos en Europa, Canadá y Estados Unidos de una enfermedad muy rara fuera de ciertas regiones de África y que está causada por un virus que afecta a animales. ¿Muchas coincidencias con otras pandemias previas?
Ahora, cuando estamos ‘normalizando’ una nueva ola de covid-19 (ya vamos por la séptima), ha irrumpido una amenaza desconocida para la mayoría de la población: la viruela del mono, una enfermedad vírica de origen animal que causa brotes en la selva tropical de África Central y Occidental. Encontrarla fuera de su hábitat natural es anecdótico, tanto que ni tan siquiera es una enfermedad de declaración obligatoria en Europa ni Estados Unidos.
Sin embargo, esta semana ha dado el salto a la fama y toda la información que genera se extiende como la pólvora. Los datos se actualizan casi hora a hora: en España, Madrid es la comunidad con más casos, con 30 ya confirmados mediante PCR y, al menos, otros 15 bajo sospecha; Andalucía, Castilla-La Mancha y Gran Canaria también reportan afectados; Portugal ha confirmado 5 y estudia otros 15; Reino Unido (que lanzó la voz de alarma el 7 mayo) tiene 20 confirmados; Bélgica declara 2, Italia y Suecia también han informado de casos sospechosos, Canadá confirma dos afectados y estudia a 13; Estados Unidos informa de un caso en Massachusetts, y Australia se suma a la lista . La OMS lanzó la alerta hace 3 días y sigue muy de cerca la evolución de los contagios.
Aunque las autoridades sanitarias informan de que los infectados presentan una evolución favorable y los médicos lanzan mensajes de calma, insistiendo en que es una enfermedad benigna en personas sanas, la intranquilidad cunde entre los ciudadanos. ¿Hay razones justificadas para la alarma?
Los expertos consultados por El Confidencial mantienen la prudencia e intentan explicar qué está pasando basándose en lo conocido, hasta ahora, sobre esta enfermedad. “Hasta este momento, los brotes que ha habido de viruela del mono fuera de África están relacionados con el traslado a otros países de animales silvestres contaminados, o con una persona que va a África y se contamina. Pero este brote hay que investigarlo”, destaca el catedrático Juan José Badiola, director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza. “Hay muchas incógnitas abiertas: ver si existe algún nexo entre los afectados, el alcance final del brote, la vía de transmisión, etc”.
Salto de animales a personas
Del patógeno se sabe que “es un virus [del género Orthopoxvirus y de la familia Poxviridae ] selvático, que infecta sobre todo a roedores y ardillas”, y que en las zonas donde es endémico, afecta sobre todo a niños, que “se contaminan al entrar en contacto con estos animales o comer su carne”.
"Los saltos de barrera de especie siempre son un mal asunto, ya que esos virus adquieren la capacidad de contagiar más, como ha ocurrido"
Eso es así desde hace relativamente poco tiempo, ya que hasta el año 1970, la viruela del mono no fue reconocida como enfermedad humana. Para Badiola, “lo curioso es que al principio era un virus solo animal, pero ya afecta a personas, y los saltos de barrera de especie siempre son mal asunto, porque esos virus adquieren la capacidad de contagiar más”, como así ha ocurrido.
Ahora, de aquí a temer que exista una posible recombinación virus humano y animal... “Es poco probable, porque las recombinaciones suelen ocurrir entre virus de la misma especie”, subraya el profesor. Otra cosa es que el virus se ‘atrinchere’, por ejemplo, en las ardillas, como las que hay en multitud de parques, y a través de ellas infecte a animales domésticos y de estos a las personas. Ahí sí puede haber un problema. Mientras, “hay que estar muy atentos a la evolución de los brotes de Europa, y 20 casos confirmados en Madrid son bastantes”.
Sin evidencia en la vía de contagio
La idea de que este Orthopoxvirus haya cambiado también está descartada para otros científicos. “El número de infectados es todavía bajo, la tasa de transmisión menor y no cabe que haya ocurrido alguna mutación que lo haga transmisible a gran escala. Por ahora, no tenemos ningún dato que apunte en ese sentido”, cuenta un médico especialista en enfermedades infecciosas.
No hay que descartar que la transmisión no sea tanto por la vía sexual como por la intimidad del contacto físico (abrazos y besos)
Otra de las grandes peculiaridades de los casos comunicados en Europa es que se trata de hombres jóvenes que han mantenido relaciones sexuales con hombres. Los expertos insisten en que no hay que sacar conclusiones precipitadas, porque aunque los hechos sugieran que el contagio ha sido por vía sexual, “no hay que descartar que no sea tanto eso como la intimidad del contacto físico (abrazos y besos), que podría explicar la transmisión”, dice el médico. “Por ahora, solo tenemos un dato epidemiológico incontrovertido, que es el contagio entre varones que han tenido sexo con hombres”.
Lo aceptado es que esta enfermedad se transmite a través de la respiración y por contacto con fluidos; el resto son conjeturas. “Si se demostrara un mecanismo de transmisión sexual, significaría que el virus ha cambiado y, por ahora, soy reticente a pensarlo. De momento, sería atrevido tanto descartar alguna hipótesis como afirmar algo que no está demostrado”, matiza.
Hipótesis abiertas
Con todo, no hay que descartar ninguna hipótesis. La doctora Natalia Rodríguez, adjunta del servicio de Salud Internacional del Hospital Clínic de Barcelona e investigadora de ISGlobal, señala que “nunca se ha mirado la vía de transmisión sexual, pero habrá que estudiarlo”. Lo que parece claro es que se contagia por “contacto muy estrecho” y hay que investigar todas las opciones, “para poner las medidas de protección necesarias”. En su opinión, las incógnitas no tardarán en despejarse, y se muestra tranquilizadora al sostener que “no es esperable que haya una transmisión a la comunidad, ya que, de ser así, hubiera sucedido ya”.
La enfermedad no supone un riesgo vital en personas sanas, aunque en las zonas pobres, la infección de las pústulas y la falta de antibióticos amenaza la supervivencia
Generalmente, la enfermedad no supone un riesgo vital para las personas sanas, aunque la infección de las pústulas y la falta de antibióticos para tratarla puedan amenazar la supervivencia, sobre todo en los niños –en los que puede causar secuelas importantes– y en personas con el sistema inmunitario debilitado. Las consecuencias no son iguales en las regiones endémicas de África, que “son rurales y de baja renta, con lo que las medidas de prevención están muy poco desarrolladas”, apunta Rodríguez, que en los países desarrollados, en los que hay tratamientos antivirales (cidofovir, tecovirimat y brincidofovir) y antibióticos.
Vacunas preventivas
Al tratarse de un virus del mismo género que el de la viruela humana (de la que la OMS declaró su erradicación en 1980), la vacuna puede ser una opción preventiva para los contactos de los casos confirmados. De hecho, el Ministerio de Sanidad de España, siguiendo al de Reino Unido, ha anunciado que va a almacenar dosis de este suero para ofrecerlo a esos contactos.
Los expertos apuntan a que detrás de esta nueva alerta puede estar el haber dejado de administrar la vacuna de la viruela humana, un suero que "parece proteger de la variante animal, como demuestra el que la enfermedad aparezca en jóvenes no vacunados", dice el especialista en enfermedades infecciosas.
El comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría ha elaborado un documento para los profesionales en el que analiza detalladamente las diferentes vacunas de la viruela que hay disponibles y su eficacia para prevenir la variante animal. El informe también alerta de que “una infección tropical desatendida puede transformarse en un problema de salud pública de interés global”. Una advertencia que también lanza la investigadora del ISGlobal: “Es una lástima que todo el desarrollo de vacunas no llegue a las zonas más desfavorecidas”. Con todo, la médica encuentra un resquicio para la esperanza: “Lo positivo de estos brotes es que llama la atención de los países ricos para la financiación y desarrollo de vacunas mejores”.
La sombra de otras pandemias
A poca memoria que se tenga, este brote trae al recuerdo la irrupción del VIH en los años 1980 o más recientemente el SARS-CoV-2. Por ahora, los científicos descartan que llegue a suponer un peligro tan grande, pero coinciden en un mensaje: “Es importante atender lo que pasa en cualquier parte del mundo. No se pueden cerrar fronteras en un mundo globalizado; y si después del covid-19 no lo hemos aprendido, mal vamos”, dice Rodríguez.
Juan José Badiola también avisa de que nunca hay que bajar la guardia, y la prueba es que estos brotes aparecen en zonas en las que la vacunación de la viruela humana no fue completa y en personas que no la han recibido: “Hay virus, como el de la viruela, que parece que se apagan, pero no es así”.
Ahora, cuando estamos ‘normalizando’ una nueva ola de covid-19 (ya vamos por la séptima), ha irrumpido una amenaza desconocida para la mayoría de la población: la viruela del mono, una enfermedad vírica de origen animal que causa brotes en la selva tropical de África Central y Occidental. Encontrarla fuera de su hábitat natural es anecdótico, tanto que ni tan siquiera es una enfermedad de declaración obligatoria en Europa ni Estados Unidos.