Adictos al omeprazol: cuidado, que tiene consecuencias (y no son buenas)
Es uno de los fármacos más populares, y lo mismo se utiliza para tratar la úlcera gástrica que como alivio de una resaca. Su seguridad y eficacia están detrás de su éxito, pero también de un uso abusivo que puede resultar 'indigesto'
La llegada del omeprazol, en el año 1989, marcó un antes y un después en el control de las molestias en el estómago. Pero su historia comenzó 20 años antes, con el desarrollo de la molécula por parte de la empresa sueca Aktiebolaget Hässle, aunque se atascó al no ser capaz de dar con la clave que impidiera la rápida destrucción del principio activo al entrar en contacto con el ácido gástrico. La solución llegó de la compañía AstraZeneca, que encontró la formulación que daba estabilidad al omeprazol y que posibilitó su desarrollo comercial. En 1989, el medicamento (un inhibidor de la bomba de protones, IBP, regulador de la secreción de ácido clorhídrico) llegó a las farmacias y, desde entonces, su éxito (en ventas y seguidores) se mantiene en lo más alto.
El 9,4% de la población toma omeprazol a diario y el coste del tratamiento es de 10 céntimos al día
Los médicos confirmaron su eficacia y los pacientes que sufrían ‘amargados’ por el malestar de la hiperacidez encontraron un alivio rápido y duradero. En el año 2000, la patente del omeprazol expiró en muchos países y los genéricos abarataron extraordinariamente el medicamento, y así consiguió la triple B: bueno, bonito y barato.
Todo esto, unido a que es de venta libre en las farmacias (la presentación de 20 mg), da como resultado unas cifras abrumadoras en España: su consumo supera los 66,6 millones de envases, el 11,7% de la población lo toma a diario, según los datos de un documento elaborado por los hospitales andaluces Virgen Macarena y Clínico San Cecilio.
Avisos por el abuso
La cuestión es: ¿estamos abusando de él? El doctor Antonio Moreno, especialista en aparato digestivo del Hospital de Jerez de la Frontera (Cádiz), no tiene ninguna duda: “Sí existe un consumo abusivo de inhibidores de la bomba de protones (IBP), en cuya familia se encuentra el omeprazol. Son de los fármacos más consumidos en España y en los países occidentales, pero no siempre se usan con una indicación apropiada, como sucede en un 50% de los casos”. Primer aviso. “El motivo fundamental es el concepto banalizado de gastroprotector, en general, que tienen los IBP entre la población general y el colectivo sanitario. Esta situación malentendida es la que genera más indicaciones inapropiadas de uso de estos medicamentos”, argumenta el también portavoz de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).
En el ideario colectivo existe la creencia de que son sustancias inocuas que alivian molestias digestivas y no lo que son realmente, “fármacos que, como cualquier otro, tienen efectos adversos y que hay que utilizar en las situaciones adecuadas, a las dosis correctas y el tiempo necesario”. Segundo aviso.
Es cierto que “es un medicamento con un perfil de seguridad muy alto”, pero esto no evita las consecuencias de una mala utilizacion. Para el médico, “uno de los efectos más preocupantes es que enmascaren una patología grave, como podría ser un cáncer gástrico. El alivio inicial de los síntomas puede retrasar el diagnóstico en un estadio temprano, dificultando un posterior tratamiento”. Último y más alarmente aviso.
Y no solo es el cáncer. Diferentes estudios han encontrado un aumento del riesgo de desarrollar hígado graso, enfermedad renal crónica o déficit de vitamina B12 asociado a la toma de omeprazol.
Otro dato inquietante en el contexto pandémico: los consumidores habituales de IBP tienen hasta un 90% más riesgo de tener formas graves de covid-19, concluye un reciente estudio coreano sobre 132.336 personas positivas para SARS-CoV-2.
En la farmacia
La realidad es que el alivio de los desagradables síntomas gástricos que ofrece el omeprazol pesa más que los riesgos, y eso se ve en la farmacia en el alto número de prescripciones médicas, "para pacientes que sufren reflujo gástrico más de 2 veces en semana y para prevenir problemas estomacales (principalmente úlceras) por el uso prolongado de corticoides orales, antiinflamatorios, etc... Y en la demanda de presentaciones sin necesidad de receta", detalla el farmacéutico Javier Velasco.
Este especialista, miembro de la Subcomisión para la Revisión del Uso del Medicamento de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC), entiende la enorme aceptación de omeprazol porque “la acidez de estómago genera unos síntomas muy desagradables; se puede describir como si te estuviera quemando el corazón, ya que la acidez se 'escapa' del estómago y ese reflujo se irradia por el esófago hacia el pecho. Cuando esto ocurre más de dos veces en semana, es de gran ayuda y al ser un medicamento seguro y tener tan pocos efectos secundarios, se ha convertido en un fármaco muy popular”.
Este uso se encuadra en las indicaciones terapéuticas del producto y es correcto. El problema es cuando se toma para ‘contrarrestar’ los efectos de ciertos excesos. El retrato robot que, desde su “experiencia personal y subjetiva”, hace Velasco del consumidor de omeprazol y otros antiácidos sin receta es el de “paciente de mediana edad, principalmente varón, con algo de sobrepeso, que trabaja fuera y come regular”.
El consejo profesional del farmacéutico es valioso, y puede (y debe) informar de las diferentes opciones terapéuticas más allá del fármaco, y para ello tiene que permanecer atento a la información que le transmite el paciente: “Si tiene una acidez muy ocasional y que requiere de un alivio más inmediato, se podrá beneficiar de los efectos positivos y rápidos de antiácidos que contrarrestan la acidez; pero si los episodios son frecuentes, de dos veces a la semana, le aconsejaremos omeprazol. Este IBP también es recomendable cuando se prevea una comida copiosa, o una situación que le pueda causar acidez, pero que no necesite un efecto inmediato”.
Prevenir sin automedicar
Este último supuesto choca con el criterio del Dr. Moreno: “Si de forma puntual una persona sufre algunas molestias después de una comida abundante o de consumo de alcohol, lo que debería realizar es un control de su dieta en las siguientes horas, con una ingesta suave y no comenzar a consumir estos fármacos”. Pero “si a pesar de realizar cambios en su dieta las molestias persisten a lo largo del tiempo, entonces lo que se debe hacer es consultar con su médico y no automedicarse”. La indicación es aún más relevante si se están tomando otros medicamentos con los que el omeprazol pueda interferir (tratamientos con hormonas tiroideas en el hipotiroidismo, digoxina, etc).
Ambos profesionales de la salud coinciden en que hay que atender a las indicaciones de los especialistas y no caer en la automedicación. El consumo abusivo e indiscriminado de los antiácidos, particularmente los de la familia del omeprazol, preocupa mucho a la Sociedad Española de Patología Digestiva, que ha publicado su posicionamiento y unas directrices sobre el uso de estos fármacos. En sus conclusiones insiste en la seguridad de los IBP y en que, generalmente, los efectos adversos que provocan son leves.
Entonces, ¿cuándo hay que tomarlo? Antonio Moreno enumera las “indicaciones recogidas en las guías de práctica clínica”:
- Tratamiento de la úlcera de la mucosa gástrica o duodenal.
- Terapia erradicadora del Helicobacter pylori.
- Prevención de las úlceras gastrointestinales por estrés en pacientes graves ingresados.
- Prevención de lesiones gastrointestinales por antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y aspirina en mayores de 65 años, personas con antecedentes de úlcera o que estén tomando corticoides o anticoagulantes.
- Enfermedad por reflujo gastroesofágico.
- Esofagitis.
Así pues, queda suficientemente claro que el omeprazol no debe tomarse como antídoto antiexcesos y ni su altísima seguridad puede garantizar que un consumo abusivo e injustificado no nos acabe amargando la salud.
La llegada del omeprazol, en el año 1989, marcó un antes y un después en el control de las molestias en el estómago. Pero su historia comenzó 20 años antes, con el desarrollo de la molécula por parte de la empresa sueca Aktiebolaget Hässle, aunque se atascó al no ser capaz de dar con la clave que impidiera la rápida destrucción del principio activo al entrar en contacto con el ácido gástrico. La solución llegó de la compañía AstraZeneca, que encontró la formulación que daba estabilidad al omeprazol y que posibilitó su desarrollo comercial. En 1989, el medicamento (un inhibidor de la bomba de protones, IBP, regulador de la secreción de ácido clorhídrico) llegó a las farmacias y, desde entonces, su éxito (en ventas y seguidores) se mantiene en lo más alto.