Menú
El ejercicio elimina las 'células zombis' y es la mejor polipíldora antienvejecimiento
  1. Bienestar
Más años mas vida

El ejercicio elimina las 'células zombis' y es la mejor polipíldora antienvejecimiento

La actividad física es uno de los pilares de una vida saludable, y una de las mejores herramientas para poner más vida a los años. Activa en nuestro organismo la producción de sustancias beneficiosas y acaba con las células que nos envejecen

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

El ejercicio es fundamental para mantenernos sanos, y por muchos años. Ser físicamente activo es una condición indispensable para el bienestar a lo largo de nuestra vida. Y, de hecho, es uno de los indicadores más claros de buena salud a edades avanzadas. Todos conocemos de cerca casos de mayores que cuando dejan de moverse caen en un lento pero irremediable declive. En muchas ocasiones, una fractura de cadera es el principio del fin, no por sí misma, sino por precipitar un proceso de inactividad que ya no tiene vuelta atrás. No en vano, marcadores de estado físico, tales como la capacidad cardiorrespiratoria o el sencillo test de fuerza de agarre, son muy buenos predictores de mortalidad.

Los beneficios del ejercicio regular no se limitan a mejorar nuestra fuerza o nuestra capacidad cardiaca o respiratoria, sino que van más allá a nivel molecular. Se sabe desde hace décadas que las personas que son físicamente activas tienen un sistema inmune más capaz contra las infecciones. Esto es algo sobre lo que el covid nos ha dejado multitud de datos, donde las personas sedentarias, con obesidad y con inflamación crónica han tenido peor pronóstico.

Foto: Foto: Unsplash/@grstocks. Opinión
TE PUEDE INTERESAR
La inflamación crónica: el auténtico asesino silencioso
Dr. Ángel Durántez

Hablando de inflamación crónica, de ese asesino silencioso, el ejercicio también es clave para combatirla, a través de las exerquinas. El año 2000 marcó el descubrimiento de este nuevo campo, con la publicación por Pedersen de varios trabajos en los que se demostraba que una sustancia, la interleuquina-6 o IL-6, se segregaba por la contracción muscular asociada al ejercicio. Esta citoquina tiene efectos antiinflamatorios y actúa en el tejido adiposo y en el hígado, mejorando el control glucémico y mediando en la quema de grasa asociada al ejercicio.

Este fue el arranque para el descubrimiento de otras exerquinas, o dicho de otro modo, citoquinas asociadas al ejercicio, producidas por varios tejidos como el muscular (mioquinas), el hígado (hepatoquinas), el tejido adiposo (adipoquinas), el corazón (cardioquinas) o las neuronas (neuroquinas), entre otros. Continuamente se están descubriendo nuevas sustancias segregadas con el ejercicio y que tienen nuevas funciones, beneficiosas para nuestra salud.

Ejercicio, el 'Rick Grimes de las células'

Los seguidores de la serie 'The Walking Dead' saben sin duda que Rick Grimes es el verdadero icono de la caza de muertos vivientes. Ya mencionamos que en nuestro organismo también existen zombis denominados células senescentes. Estas células, en lugar de desaparecer una vez llegado el fin de su ciclo vital, permanecen en un estado de senescencia donde se encuentran envejecidas, liberando a su alrededor sustancias que favorecen la inflamación y la transformación de otras células en senescentes.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Experimentos en animales han demostrado que eliminando las células senescentes se puede recuperar la función de diversos tejidos y órganos, perdida por el envejecimiento o por enfermedades. Un trabajo elegantemente diseñado trasplantó células senescentes a ratones jóvenes, provocando pérdida de la capacidad física y envejecimiento a los tejidos de los roedores. Y a la inversa, utilizando un cóctel de sustancias senolíticas se consiguió atenuar la pérdida de capacidad física y aumentar la supervivencia en un 36%.

Uno de los primeros ensayos que relacionaron senescencia y ejercicio demostró que un programa estructurado de 12 semanas de actividad dirigida mejoraba la función física en personas mayores

Pero no solo con senolíticos podemos acabar con nuestras células zombis, ya que el ejercicio es capaz de reducir la carga de células senescentes en el organismo, lo que se suma a otros efectos moleculares antienvejecimiento del ejercicio como son la mejora de la longitud de los telómeros, de las defensas antioxidantes o de la función de las mitocondrias. Una revisión recién publicada señala que los beneficios de la actividad física podrían estar mediados de forma muy significativa por su capacidad de reducir la senescencia.

Uno de los primeros ensayos que relacionaron senescencia y ejercicio en humanos demostró que un programa estructurado de 12 semanas de actividad dirigida mejoraba la función física en personas mayores. Cuando se midió además marcadores de la senescencia en los individuos que participaron en el programa, se encontraron mejoras muy significativas. Además, midiendo los niveles de partida de proteínas relacionadas con la senescencia, los autores fueron capaces de predecir el nivel de mejora en respuesta al programa de ejercicio.

Otro estudio encontró que un programa de seis semanas de ejercicio de fuerza fue capaz de reducir en más de un 40% las células senescentes del sistema inmune (linfocitos T) en mujeres de más de 65 años. A esto hay que añadir la relación entre mejor capacidad cardiorrespiratoria y menor presencia de células senescentes.

Suplementos senolíticos

A la capacidad senolítica del ejercicio, podemos sumarle el empujón que se puede dar gracias a algunos suplementos, de los cuales la quercetina, la fisetina y el dasatinib son los más estudiados, habiendo demostrado en animales su capacidad para eliminar las células senescentes.

Ya hay ensayos clínicos en humanos, que están utilizando suplementos senolíticos para combatir algunas enfermedades que se caracterizan por importantes aumentos de la senescencia celular. Uno de ellos utilizó el tratamiento con dasatinib y quercetina para combatir la fibrosis pulmonar idiopática con buenos resultados. Existen en la actualidad ensayos clínicos en marcha para verificar el efecto de los senolíticos frente a otras patologías, como el alzhéimer.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

Además de estos senolíticos que, de forma directa, actúan reduciendo la cantidad de células envejecidas, contamos con la metformina, ese medicamento antidiabético que cada vez demuestra más potencial como terapia antienvejecimiento. Uno de sus mecanismos de actuación es precisamente reducir la producción de sustancias tóxicas en el entorno de las células senescentes.

Foto: Foto: iStock. Opinión

Y otro es inhibir la activación de una vía del metabolismo denominada mTOR y activar otra llamada AMPK, algo que también hacen la restricción calórica y el ayuno intermitente y que han demostrado alargar la vida en modelos animales. La rapamicina es otra sustancia también capaz de actuar sobre la senescencia, ya que inhibe la ruta mTOR, lo que hace que aumente la autofagia o reciclaje celular, reduciendo la aparición de células zombis y la inflamación. La rapamicina también ha aumentado la longevidad en modelos animales.

Tendremos que esperar a los resultados de los ensayos clínicos en marcha, pero la relación entre ejercicio y senescencia celular desvela un mecanismo más por el que la actividad física no solo es buena para prevenir, sino también para ralentizar o revertir algunas de las enfermedades más frecuentes. Si a esta polipíldora que es el ejercicio le unimos algunos suplementos con actividad senolítica es probable que en la próxima década comiencen a aplicarse con más asiduidad estos tratamientos frente a enfermedades como la diabetes, la cardiovascular o las neurodegenerativas, todas relacionadas con esas células zombis o senescentes.

El ejercicio es fundamental para mantenernos sanos, y por muchos años. Ser físicamente activo es una condición indispensable para el bienestar a lo largo de nuestra vida. Y, de hecho, es uno de los indicadores más claros de buena salud a edades avanzadas. Todos conocemos de cerca casos de mayores que cuando dejan de moverse caen en un lento pero irremediable declive. En muchas ocasiones, una fractura de cadera es el principio del fin, no por sí misma, sino por precipitar un proceso de inactividad que ya no tiene vuelta atrás. No en vano, marcadores de estado físico, tales como la capacidad cardiorrespiratoria o el sencillo test de fuerza de agarre, son muy buenos predictores de mortalidad.

Salud Obesidad
El redactor recomienda