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La nueva técnica para tratar la próstata sin riesgo de hemorragia ni impotencia
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Hiperplasia

La nueva técnica para tratar la próstata sin riesgo de hemorragia ni impotencia

A partir de los 50 años, la mitad de los hombres tiene la próstata agrandada y eso acarrea síntomas, sobre todo, urinarios y sexuales. Entre los tratamientos, la embolización prostática es una propuesta innovadora y con menos peligro que la cirugía

Foto: Foto: iStock.
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La próstata es una glándula del tamaño de una nuez que se encuentra debajo de la vejiga y delante del recto; su función es segregar líquido seminal y producir los espasmos de la eyaculación. Como ocurre con cualquier otro órgano, pasa totalmente desapercibida para su ‘dueño’ hasta que llega un momento en el que se rebela y decide salir del anonimato a través de síntomas tan habituales como son los cambios en la micción (urgencia, orinar con más frecuencia y con un chorro más debilitado) o con dolor.

Aunque los problemas prostáticos pueden aparecer en la juventud, la frontera de los 50 es la que marca el comienzo del ‘declive’ de la glándula masculina: se agranda -es lo que los médicos llaman hiperplasia benigna de próstata (HBP)-, y aunque entre los 50 y 60 años afecta a la mitad de los hombres, solo el 10% experimentan sus síntomas característicos (urgencia miccional y levantarse por la noche). A más edad, es más habitual -es un proceso natural-, hasta el punto de que a los 80 años, el 90% de los hombres tiene HBP.

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El médico de familia suele ser el que pone sobre la pista del problema y el urólogo hace las pruebas necesarias y, si es necesario, prescribe el tratamiento. Hay diferentes medicamentos para la HBP, pero, a veces, los síntomas se hacen incontrolables, hay riesgo de complicaciones y es necesario operar.

La cirugía puede esperar

Sin embargo, la cirugía no está exenta de riesgos, sobre todo de sangrado e impotencia, por no hablar de quienes no pueden pasar por el quirófano por diferentes motivos. ¿No hay más alternativas? Desde luego que sí, pero en realidad son también intervenciones basadas en técnicas menos invasivas que la cirugía clásica (vaporización, láser, etc), pero operaciones a fin de cuentas.

La ‘revolución’ llega del mundo de la radiología con la llamada ‘embolización prostática’, que "es un procedimiento mínimamente invasivo", pero "no una cirugía", realizada por médicos radiólogos vasculares e intervencionistas”, concreta el doctor Iñigo Insausti, de la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram). “Esta técnica ha demostrado su eficacia y seguridad en el tratamiento de la HBP en diferentes estudios y está aceptada por la Asociación Europea de Urología”, destaca.

placeholder El doctor Iñigo Insausti, realizando una embolización prostática.
El doctor Iñigo Insausti, realizando una embolización prostática.

Con anestesia local y mediante una punción en la arteria de la ingle o de la muñeca, se introduce un catéter y, guiado por un equipo de rayos X, el radiólogo navega hasta llegar a las arterias prostáticas. “Una vez en el interior de estas arterias, se ocluyen mediante microesferas, que son unas partículas de muy pequeño tamaño”. Al cerrar las arterias, se reduce notablemente la llegada de sangre a la próstata y eso hace que disminuya su tamaño. La primera consecuencia: la salida de la orina se hace más fácil.

El equipo de Insausti, que es jefe de la Sección de Radiología Vascular e Intervencionista del Hospital Universitario de Navarra, ha tratado con embolización a 200 pacientes y asegura que “la tasa de satisfacción es muy alta”.

La técnica reduce un 30% la próstata, suficiente para que los síntomas mejoren en la mayoría de los casos y sin los efectos de la cirugía

Con esta técnica, la disminución del tamaño de la próstata es del 30%, lo suficiente como para que “entre el 85 y el 90% de los pacientes mejoren de sus síntomas; una mejoría que es similar a la que consigue la cirugía, pero con menos complicaciones, sobre todo las relacionadas con la función sexual y la eyaculación”. Además, es indolora, no necesita ingreso y el paciente puede retomar de forma inmediata su vida. Y se puede repetir si no se consiguen los resultados esperados.

Los fracasos también existen

Si son tantos los aspectos positivos, es lógico pensar que el beneficio puede ser mayor si se utiliza en las fases iniciales de la hiperplasia. Pero Iñigo Insausti descarta la idea: “Habitualmente, el tratamiento inicial de los pacientes con hiperplasia benigna de próstata es farmacológico”. Solo cuando la medicación no es efectiva o el enfermo no la desea o no la tolera, y es necesario avanzar en el tratamiento, “la embolización prostática es una opción terapéutica ideal”.

Los resultados de la embolización son peores cuando hay una enfermedad de la vejiga o una próstata menor de 50 gramos

Las ventajas del procedimiento no significan necesariamente que sea infalible. De hecho, fracasa en el 10% al 30% los casos. ¿Por qué? “No hay una explicación clara, ya que probablemente se deba a diferentes factores”, dice el representante de Seram. “Lo que sí sabemos es que los resultados son peores en los pacientes que tienen, además, una enfermedad de la vejiga o una próstata pequeña (por debajo de 50 gramos)”.

En un intento de mejorar el resultado, la embolización se puede repetir dos veces y, en último extremo, “no impide hacer, si es necesario, una cirugía urológica clásica (de hecho, la facilita, al disminuir el riesgo de sangrado durante y después de la operación)".

Ventajas

Las principales ventajas de la embolización prostática son:

  • Es una técnica totalmente indolora durante y después del procedimiento.
  • Permite la reincorporación inmediata (24 horas tras la intervención) a la vida social y laboral.
  • Menos complicaciones que la cirugía urológica.
  • Preserva la función sexual y no produce eyaculación retrógrada ni incontinencia urinaria.
  • Se puede realizar de forma ambulatoria (el paciente se da de alta 5 horas después del procedimiento).
  • Se puede ejecutar con anestesia local, sin necesidad de anestesia general o anestesia raquídea.
  • Es factible en pacientes no aptos para la cirugía urológica por alto riesgo anestésico/quirúrgico de complicaciones.
  • Sirve para cualquier tamaño prostático, y también en próstatas con lóbulo medio.
  • Se puede practicar en pacientes sondados y en pacientes que toman anticoagulantes y/o antiagregantes.
  • Es un procedimiento más barato que la cirugía urológica.

Desventajas

Los aspectos negativos son:

  • Necesita el uso de contraste yodado y de radiación.
  • Difícil de predecir el resultado en cada paciente (10-30% de fallos clínicos).
  • Posiblemente, no sea un tratamiento definitivo.

Iñigo Insausti comenta que “generalmente, los urólogos son los que deciden el tipo de tratamiento y los que nos envían los pacientes para que valoremos la posibilidad de tratarlos mediante embolización prostática". La colaboración entre las dos especialidades médicas permite ofrecer la mejor opción para cada enfermo. La intención del radiólogo no es 'competir' por el paciente, sino "dar a conocer la embolización prostática a los afectados con la intención de que puedan elegir la técnica más adecuada para tratar su patología".

La próstata es una glándula del tamaño de una nuez que se encuentra debajo de la vejiga y delante del recto; su función es segregar líquido seminal y producir los espasmos de la eyaculación. Como ocurre con cualquier otro órgano, pasa totalmente desapercibida para su ‘dueño’ hasta que llega un momento en el que se rebela y decide salir del anonimato a través de síntomas tan habituales como son los cambios en la micción (urgencia, orinar con más frecuencia y con un chorro más debilitado) o con dolor.

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