Un equipo de radiólogos españoles revoluciona el tratamiento de tumores óseos en niños
Guiados por imágenes obtenidas con TAC, resonancia magnética o ecografía, y aplicando frío a través de unas agujas, un grupo de especialistas de Barcelona y Atlanta ha tratado a más de 20 menores afectados, una experiencia única en el mundo
Sin entrar en detalles, los españoles estamos satisfechos con nuestro sistema sanitario, otra cosa es hablar de listas de espera, de la atención primaria y especializada, etc. Aun así, los hitos que marcan nuestros científicos y médicos en el campo de la salud son muy reconocidos y ponen de manifiesto que aquí se hacen cosas punteras de relevancia internacional.
Los tumores, y concretamente los avances en su tratamiento, acaparan un extraordinario interés, que es aún mayor cuando los pacientes son niños. Dentro del comité multidisciplinar de tumores óseos del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona, un equipo de radiólogos intervencionistas ha dado un importante paso al conseguir tratar, mediante una novedosa estrategia, tumores que son difíciles de abordar con cirugía convencional. Concretamente, los especialistas han utilizado la crioablación percutánea, “una técnica que se utiliza en adultos desde hace más de una década, pero no en niños que tienen tumores musculoesqueléticos”, asegura el doctor Fernando Gómez, del grupo de radiólogos intervencionistas. Su experiencia ha quedado recogida en un artículo publicado la revista 'Insights Imaging', en el que se reporta un total de 11 menores tratados de condroblastoma y osteoblastoma (dos son pacientes del Hospital Egleston, de Atlanta). Se trata de la primera serie pediátrica de la literatura científica.
Los tumores tratados por radiología intervencionista son los de localizacion difícil, como los de columna vertebral o de cadera, que exigen una cirugía agresiva
A día de hoy, la serie ha crecido y ahora supera los 20 niños. Puede que parezcan pocos, pero “son tumores poco frecuentes y, generalmente, cuando son fácilmente accesible por cirugía, el cirujano los elimina”. Por tanto, “los tumores que nos llegan a los radiólogos intervencionistas son los de localización difícil, como los de columna vertebral o de cadera, que exigen una operación agresiva y llevan a que el paciente acabe con una prótesis de cadera”, refiere Fernando Gómez, que es también el jefe de sección de oncología intervencionista en el Netherlands Cancer Institute, en Ámsterdam.
Temperaturas letales
La crioablación percutánea consiste en colocar -empleando como guía las imágenes obtenidas mediante TAC, ecografía o resonancia magnética- agujas en el tumor y a través de ellas aplicar temperaturas letales para las células tumorales (debajo de -20°C). “En adultos este procedimiento se hace con cierta frecuencia para lesiones en el riñón, hueso y en el pulmón, y en niños nosotros lo empleamos en pulmón, además del hueso”, asegura el radiólogo intervencionista.
Es una técnica, en cierta medida, similar a la radiofrecuencia y a las microondas, pero con ventajas y desventajas en comparación con estas. “La desventaja es que en su ejecución requiere más tiempo, ya que los ciclos de congelación y calentamiento son de unos 30 minutos”, y entre los puntos a favor sobresale que “en muchas ocasiones, y en numerosas localizaciones, las imágenes muestran la bola de hielo -que no es más que el agua congelada de dentro y fuera de las células que está en la proximidad de la aguja-, un tamaño que es siempre fijo a unas potencias determinadas, de forma que se puede predecir muy bien el volumen de la lesión que vamos a tratar y modificar en función del número de agujas”, explica Gómez.
Después de la fase de congelación, con el calentamiento se destruyen los cristales que se forman en el interior de las células tumorales y, por tanto, las mismas células.
Grandes ventajas
La tasa de éxito de la crioablación, “siempre que la lesión esté bien tratada”, es cercana al cien por cien, y los riesgos de secuelas -estéticas y funcionales- se minimizan, ya que, por un lado, puedes monitorizar la bola de hielo con las imágenes, y por otro, puedes monitorizar los nervios con ayuda de los compañeros del servicio de neurofisiología. Además, dado que el diámetro de la aguja es de unos 2 mm, la cicatriz es prácticamente imperceptible”.
A esto hay que añadir que no es necesario administrar ningún tipo de tratamiento complementario, y en el caso de que el tumor reaparezca, “y dependiendo del tipo de recurrencia, se puede volver a repetir la crioablación siempre que sea seguro”.
Sin embargo, de esos beneficios no se pueden aprovechar todos los afectados por osteoblastomas y condroblastomas pediátricos. El experto comenta que, por lo general, el tamaño del tumor es uno de los condicionantes de las técnicas ablativas, pero en crioblación los límites los ponen los llamados márgenes de seguridad, es decir, la cantidad de tejido que rodea a la lesión que se puede ‘tocar’ sin causar ningún daño. Por ejemplo, “para tratar un tumor de riñón de 7 centímetros hay que congelar, por lo menos, 7,5 centímetros, pero si el tumor está pegado al uréter y no se puede evitar lesionarlo, no deberíamos tratarlo con crioablación para no eliminar la función del órgano”.
"Tenemos que esperar los resultados a largo plazo, pero confiamos que en el futuro se convierta en la terapia de elección para muchos de esos tumores"
A pesar de que, por ahora, el empleo de la crioterapia percutánea para eliminar tumores óseos infantiles es mínimo, Fernando Gómez confía en que dejará de ser un tratamiento excepcional. “Tenemos que ver cuáles son los resultados a largo plazo, pero esperamos que en el futuro se convierta en la terapia de elección para muchos de esos tumores”.
Esta experiencia pone de manifiesto que cada vez hay más problemas que se pueden tratar mediante técnicas radiológicas, con tanta eficacia como con cirugía clásica pero con menos riesgos y secuelas (el intervencionismo cardiaco es, tal vez, uno de los ejemplos más claros).
Además de eliminar las lesiones, la terapia tiene otra vertiente, y es la de poder emplear esas células tumorales muertas para reforzar el tratamiento, una línea de investigación que está perfilando este equipo de científicos. “Esas células muertas siguen teniendo proteínas y ADN, identificables por las células del sistema inmune. Es decir, existe la posibilidad de utilizar crioablación de manera sinérgica con la inmunoterapia”, avanza Fernando Gómez.
Como en toda novedad, lo primero es demostrar que este abordaje funciona; de aquí a extender su uso, es cuestión de tiempo. El paciente es quien gana.
Sin entrar en detalles, los españoles estamos satisfechos con nuestro sistema sanitario, otra cosa es hablar de listas de espera, de la atención primaria y especializada, etc. Aun así, los hitos que marcan nuestros científicos y médicos en el campo de la salud son muy reconocidos y ponen de manifiesto que aquí se hacen cosas punteras de relevancia internacional.