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Migrañas y calor: la combinación más desagradable del verano
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Migrañas y calor: la combinación más desagradable del verano

El aumento de las temperaturas, la mayor cantidad de luz solar y los niveles elevados de humedad pueden desencadenar estos dolorosos procesos. Evitarlos a tiempo es fundamental para nuestro bienestar

Foto: Las migrañas afectan al 20% de mujeres. (iStock)
Las migrañas afectan al 20% de mujeres. (iStock)

Para muchos de nosotros (siempre que no nos encontremos en plena ola de calor) el verano está vinculado a cosas buenas: vacaciones, playa, viajes, terrazas, chiringuitos, excursiones, familia, ropa cómoda, días más largos... Pero para otros, el verano es la peor época del año porque notan que esas temperaturas, que otros consideran una ventaja, lo único que consiguen es aumentar la cantidad (y la intensidad) de las migrañas.

Según datos del CDC (Center for Disease Control) estadounidense, una de las más importantes instituciones médicas del planeta, la prevalencia de la migraña es muy elevada: en EEUU un 20% de las mujeres las padecen y un 10% de los hombres. En España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) entre el 12 y el 13 por ciento de la población padece esta enfermedad. Dicho de otro modo: hasta 5 millones de españoles sufren estos severos (y en muchas ocasiones incapacitantes) dolores de cabeza.

La causa de las migrañas es, a día de hoy, desconocida. Las teorías más aceptadas son que se deben a cambios en los neuroquímicos

Se denomina migrañas a los dolores de cabeza severos, pulsantes y que ocurren en uno de los laterales de la cabeza, extendiéndose desde la nuca hasta el ojo. De hecho, en las más severas, la afectación visual es uno de los síntomas más llamativos, pudiendo aparecer fotofobia o auras (destellos luminosos). Entre sus otros síntomas también se encuentra un malestar general (la sensación de estar enfermo, con un malestar en todo el cuerpo) y una sensibilidad muy aguda tanto a la luz como al sonido.

Dependiendo del sujeto que padezca las migrañas, estas pueden presentarse de tres formas principales:

  • Migraña con aura: minutos antes de que empiece el dolor de cabeza, el paciente recibe 'avisos', como destellos luminosos.
  • Migrañas sin aura: es el tipo más común. En estos casos, el dolor comienza de forma repentina, sin ningún tipo de aviso previo.
  • Aura sin dolor de cabeza (conocida como migraña 'silenciosa' o 'indolora'). Es la más rara de todas. En ella, aparecen los destellos, pero el dolor de cabeza no se desarrolla, aunque si puede hacerlo la sensación de malestar general.
placeholder Los cambios drásticos de iluminación pueden desencadenar la migraña. (iStock)
Los cambios drásticos de iluminación pueden desencadenar la migraña. (iStock)

La causa de las migrañas es, a día de hoy, desconocida. Las teorías más aceptadas son que se deben a cambios en la proporción de sustancias neuroquímicas en nuestros nervios, nuestra sangre y nuestro cerebro. Muchos de los pacientes que padecen esta enfermedad tienen un pariente cercano que también la sufre, por lo que el componente genético también se tiene en cuenta. Además, diversos factores de riesgo, que aumentan la probabilidad de sufrir la migraña, se han identificado: comienzo del ciclo menstrual, estrés, cansancio y determinados alimentos.

Además, la frecuencia con la que aparecen las migrañas varía notablemente entre una persona y otra. En los peores casos, el paciente puede llegar a sufrir varios episodios en una semana, mientras que en el mejor de los casos, pueden pasar años entre uno y otro.

La temperatura

Pero la frecuencia de esta dolencia aumenta, según diversos estudios epidemiológicos, durante los meses de verano (y a la inversa en el hemisferio sur), lo que parece apuntar al calor como desencadenante. Los investigadores barajan la opción de que sea directamente el calor el que provoca la aparición de la enfermedad, o que sea la deshidratación, la contaminación atmosférica propia del verano o el cansancio por el calor el verdadero responsable.

De hecho, en los últimos años se han conseguido determinar ciertos desencadenantes directos de las migrañas (y de otros dolores de cabeza que no se clasifican como tal) como son:

  • El deslumbramiento por la luz solar
  • Las luces brillantes en interiores
  • Los niveles de humedad elevados
  • Bajadas drásticas y repentinas de la presión atmosférica
placeholder Los analgésicos pueden ayudar a combatirla. (iStock)
Los analgésicos pueden ayudar a combatirla. (iStock)

La teoría principal a día de hoy de por qué estos factores son capaces de provocar migraña u otro tipo de jaqueca es que estos fenómenos son capaces de provocar cambios en los niveles de serotonina y, dado que las fluctuaciones de estas moléculas en la química cerebral se han vinculado mucho con la aparición de esta dolencia, la conexión está hecha. El problema, como explicábamos más arriba, es que podemos determinar ciertas correlaciones y patrones, pero si no sabemos qué es lo que causa exactamente la migraña, nuestro margen de maniobra es prácticamente nulo. Esto se debe a la máxima de que "una correlación no implica causalidad'.

Foto: Foto: iStock.

A pesar de esto, sí existen ciertas recomendaciones que los profesionales médicos nos proponen para limitar, en la medida de lo posible, la aparición de esta dolorosísima enfermedad. Entre ellas se encuentra el uso de gafas de sol siempre que sea posible, así como intentar llevar a cabo una transición gradual entre entornos con grandes diferencias de iluminación (como no salir directamente del portal de nuestra casa, sino reducir el paso y acostumbrar nuestra vista a la luz del sol) y buscar siempre que sea posible la sombra.

Del mismo modo, si ya hemos sufrido migrañas antes y estamos seguros de cómo va a evolucionar, la ingesta de analgésicos sin receta como ibuprofeno o paracetamol cuando notemos los primeros signos de aura, puede ayudar a aliviar los peores momentos del evento. De todos modos, si sufrimos migrañas crónicas, ya sea en verano o en cualquier otro momento del año, una visita al médico es la mejor apuesta que podemos hacer.

Para muchos de nosotros (siempre que no nos encontremos en plena ola de calor) el verano está vinculado a cosas buenas: vacaciones, playa, viajes, terrazas, chiringuitos, excursiones, familia, ropa cómoda, días más largos... Pero para otros, el verano es la peor época del año porque notan que esas temperaturas, que otros consideran una ventaja, lo único que consiguen es aumentar la cantidad (y la intensidad) de las migrañas.

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