"Estoy convencido de que el cáncer va a pasar a la historia"
Es un referente mundial en medicina deportiva y pionero en el uso de técnicas innovadoras. Su provocadora opinión nace del concepto de la célula como medicamento, como pieza para aliviar los grandes males que afligen al ser humano
Su mente inquieta y visionaria ha hecho de Pedro Guillén (Archena, 1938) un referente en el campo de la traumatología. En los años 70 del siglo pasado, fue uno de los introductores de la artroscopia; en los 90 protagonizó el primer trasplante en España de condrocitos (células del cartílago) del propio paciente en la rodilla; más tarde fundó la clínica CEMTRO; en 2013 retransmitió por primera vez una operación a través de las Google Glass y actualmente, a sus 83 años, mantiene su actividad asistencial e investigadora.
Domina el 'arte' de la terapia celular en las articulaciones y, hace dos años, científicos del Instituto Salk, en California, y de la clínica CEMTRO encontraron que una combinación de dos fármacos experimentales revierte los signos de la artrosis en animales. Su propuesta de la célula como medicamento, como herramienta para abordar enfermedades y el propio envejecimiento humano, ha captado el interés de Altos Labs, la compañía en la que multimillonarios, como Jeff Bezos y Yuri Milner, han invertido 3.000 millones de euros para ayudar a 'materializar' la investigación. Representantes de la empresa visitarán en los próximos días la clínica CEMTRO para firmar un contrato de financiación de los estudios.
Pedro Guillén ha encontrado en el científico Juan Carlos Izpisúa el mejor compañero para desarrollar su visión sobre cómo abordar el envejecimiento para "morir joven lo más tarde posible", pero también para debatir sobre las consecuencias que tienen estos trabajos. En el libro 'El último sapiens' (La Esfera de los Libros), el periodista José Antonio Ruiz recoge las reflexiones de ambos científicos sobre el devenir de la especie humana. "La manipulación genética nos aboca a un salto evolutivo sin precedentes", opina el traumatólogo. "Intuyo que lo que hagamos ahora puede cambiar la especie humana, todos los organismos, toda la forma de vida en la Tierra", pronuncia Izpisúa.
¿Estamos al comienzo de una nueva estirpe humana?
PREGUNTA. ¿De qué habla cuando defiende el papel de la célula como medicamento?
RESPUESTA. Siempre sueño con reconducir la célula dañada; esa célula que funciona en la persona sana y no en la enferma. Por ejemplo, ¿qué es el cáncer? Una célula que se ha dañado y empieza a multiplicarse, a invadir. ¡Reconduzcamos la célula! Estoy seguro de que el cáncer va a pasar a la historia; no sé cuando, pero pasará. En mi opinión, lo que viene en la medicina es reconducir las células, y en las vacunas tenemos una muestra de esta estrategia (se identificó al germen causante de la enfermedad, se atenuó y se administró a las personas).
P. Materializar esos conceptos es muy complicado...
R. Es medicina traslacional, esa que hace que mi exigencia clínica se la plantee el investigador; es un dúo que no se puede separar. En este sentido, yo digo que Juan Carlos Izpisúa y yo somos una pareja traslacional.
P. Y esta pareja, ¿en qué está pensando para controlar el envejecimiento?
R. Pensamos en reconducirlo. Los jóvenes y los viejos somos portadores de genes, pero mientras que el gen de un niño no tiene marcas, el del anciano tiene las cicatrices que le ha marcado la vida. El gen de una persona mayor recoge sus vivencias y todas esas cicatrices condicionan que la respuesta a un ataque (por ejemplo, un catarro) sea peor que la que se tiene durante la juventud. ¿Cuál es el camino de la medicina? Actuar sobre el gen.
Cambiar la especie humana
P. Eso abre una puerta peligrosa...
R. Cuando se habla de gen, la gente se asusta. Y es verdad; de hecho, en el libro decimos que se puede cambiar la especie humana manipulando un gen. La medicina génica tiene mala prensa porque puede cambiar lo que no lo ha hecho en millones de años.
Esas marcas en los genes son el epigén. Ahora, en medicina, si somos capaces de limpiar el epigén de nuestras células, podremos defendernos de las agresiones como lo hacíamos cuando éramos jóvenes. Será el mismo gen, pero de calidad de vida. Con esto, lo que va a ocurrir es que vamos a vivir más años, pero jóvenes. Es decir, vamos a morir jóvenes lo más tarde posible.
P. Es decir, morir a lo Dorian Gray...
R. La vejez es un preludio de falta de luz y oscuridad; lo que llamo la edad oscura. La edad oscura es el decaimiento físico, que lleva consigo un decaimiento de la voluntad. El viejo pierde voluntad, y el freno de muchas condiciones es también el freno de la voluntad.
P. En su laboratorio han conseguido 'rejuvenecer' ratones.
R. Sí, y el trabajo está publicado en la revista 'Nature'. Concretamente, conseguimos aliviar la senescencia en artrosis actuando sobre el gen. Nosotros ni curamos a la gente ni regalamos vida; nos atenemos a la ciencia pura y lo que hacemos es aliviar el envejecimiento. Lo que quiero decir es que, ahora, el ser humano está en condiciones de minimizar el estado de la vejez, y cuando se empiece a trabajar en esto será el mayor negocio del mundo. La prueba está en Altos Labs, que cuenta con una inversión de 3.000 millones de dólares y con los científicos más punteros en este campo (el nobel Shinya Yamanaka, Juan Carlos Izpisúa, Manuel Serrano, etc), y con el que nosotros vamos a firmar un convenio de colaboración.
Animales más jóvenes
P. ¿En qué consiste el hallazgo realizado en su laboratorio?
R. Hemos encontrado una proteína capaz de reprogramar la célula a épocas muy jóvenes. Lo hemos hecho en ratones y ahora, con el grupo de Altos Labas, lo queremos estudiar en animales grandes.
P. Habla de reprogramar células, de la célula medicamento, pero hay medicamentos buenos y malos. ¿Puede pasar que la célula se rebele y se vuelva mala?
R. Sí, pero no nos importa, porque le podemos quitar la parte (el radical) que la hace mala. Eso ya lo hizo Yamanaka en el año 2012. Lo que a mí me importa es que la gente se conciencie de que un investigador puede cambiar un gen y con ello la especie.
P. ¿Y vamos a asistir impasibles a esto?
R. No he dicho que eso vaya a ocurrir. Lo que digo es que los mandatarios tienen que poner las barreras y los límites a los que pueden cambiar la especie. Aquello de Darwin de la evolución al azar de miles y miles y miles de siglos ha pasado; ahora un científico metido en este campo puede cambiar la especie.
P. ¿No le da vértigo asomarse a esa posibilidad?
R. No me da vértigo porque siempre creo que eso se limitará. Por ejemplo, con la pólvora se pueden hacer barrenos, hacer huecos en la piedra, pero también es un arma ofensiva para matar, aunque no se creó para esa intención. Tampoco los cuchillos, que sirven para cortar alimentos, se pensaron para matar.
P. Para ir cerrando, lo suyo es el aparato locomotor. ¿Cómo encaja lo anterior con los procesos degenerativos del sistema musculoesquelético?
R. Pues el condrocito vale igual para la piel que para el pelo, que para el páncreas. Si reconduzco la célula de la articulación, puedo hacerlo con las células de otras partes del cuerpo. No hablo de células madre ni de cambiar el linaje de una célula a otra. Hablo de reprogramar las células.
P. Curiosidad femenina, ¿qué le están haciendo a Nadal?
R. Lo que sucede es que somete sus músculos a un estrés muy alto y, lógicamente, se rompe más con 35 años que con 23. Rafa Nadal es un genio, y las historias de fisuras musculares que cuentan son historias para no dormir. Pero esas lesiones se curan.
Con la molécula que hemos encontrado en el laboratorio, la recuperación es más rápida, porque reprograma la célula. Por eso la NBA se ha interesado por ella.
P. ¿Las instituciones deportivas y sanitarias españolas han mostrado el mismo interés en esa molécula?
R. He hablado con mucha gente, pero nada. En Estados Unidos tienen una cultura diferente, y es la sociedad civil quien impulsa las innovaciones.
Su mente inquieta y visionaria ha hecho de Pedro Guillén (Archena, 1938) un referente en el campo de la traumatología. En los años 70 del siglo pasado, fue uno de los introductores de la artroscopia; en los 90 protagonizó el primer trasplante en España de condrocitos (células del cartílago) del propio paciente en la rodilla; más tarde fundó la clínica CEMTRO; en 2013 retransmitió por primera vez una operación a través de las Google Glass y actualmente, a sus 83 años, mantiene su actividad asistencial e investigadora.