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¿Tu médico ya no te receta ibuprofeno de 600 mg? Las claves de una dosis que desaparece
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¿Tu médico ya no te receta ibuprofeno de 600 mg? Las claves de una dosis que desaparece

Automedicación y consumo abusivo del antiinflamatorio ha llevado a las autoridades sanitarias a tomar medidas para proteger a los consumidores, como la de limitar la venta de estas dosis altas, que no están disponibles en el resto de Europa ni en EEUU

Foto: Ibuprofeno de 600 mg. (EFE/Ángel Díaz)
Ibuprofeno de 600 mg. (EFE/Ángel Díaz)

Paracetamol e ibuprofeno son dos imprescindibles en cualquier botiquín. Son baratos, fáciles de conseguir, generalmente bien tolerados, eficaces.... ¿A quién le ha faltado una mano tendida con una pastilla cuando lo ha pedido en voz alta para calmar un dolor? Sin embargo, su popularidad puede volverse en su contra, porque no son tan inofensivos como parecen y desde hace unos años las autoridades sanitarias estrechan el cerco sobre ellos para controlar el abuso.

La ‘cruzada’ comenzó en 2015, con un real decreto referente al uso racional de medicamentos que ponía límites a la venta libre de antiinflamatorios y antibióticos. Entre los fármacos ‘afectados’ estaban el ibuprofeno de 600 mg y el paracetamol de 1g, que “aunque tienen una acción farmacológica diferente, el tipo de síntoma para el que están indicados -dolor, inflamación o fiebre- hace que sean altamente susceptibles de ser empleados en régimen de automedicación, sin recibir diagnóstico ni seguimiento por parte de un facultativo médico”, apunta Amaya Delgado, especialista en Farmacia Hospitalaria de la Clínica Universidad de Navarra.

Dosis altas de ibuprofeno se relacionan con problemas de nefrotoxicidad y de corazón, sobre todo en los pacientes cardiópatas

Su disponibilidad y eficacia “está plenamente contrastada”, pero, como cualquier medicamento, pueden provocar efectos adversos, “algunos de ellos relacionados con el uso de dosis elevadas”. En el caso del ibuprofeno y el paracetamol, “la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios emitió varias alertas que relacionaban de forma más o menos directa las dosis elevadas de ibuprofeno con problemas de nefrotoxicidad -o de paracetamol con hepatotoxicidad-, sobre todo en algunas subpoblaciones, como son los pacientes cardiópatas”, y de aquí el cambio a que las dosis altas no se vendan si no es con receta.

“El objetivo que se buscaba con esta medida era, por tanto, disminuir la dosis diaria utilizada, limitando así las dosis elevadas a casos justificados, y evitar la automedicación, de manera que se redujese y/o corrigiese la aparición de efectos adversos”, insiste Delgado.

Misión imposible

Con todo, conseguir ‘la versión más potente’ de esos medicamentos en las farmacias españolas no fue misión imposible hasta 2019, cuando entró en vigor el Sistema de Verificación del Medicamento, que obliga a las boticas al control informatizado de las ventas de fármacos. A partir de ahí, es difícil dispensar sin receta productos sujetos a prescripción, como son ibuprofeno de 600 mg o paracetamol de 1g (por no hablar de cualquier antibiótico), y la multa por saltarse la ley puede subir hasta los 90.000 euros.

Foto: Los pacientes deberán pasar por la consulta para adquirir una caja de Ibuprofeno de 600 mg. (EFE)

Por tanto, para quien necesite las dosis más altas de los medicamentos en cuestión, parece que no queda otra que ir al médico a que se los recete. Bueno, en realidad sí la hay para el paracetamol de 1 g: envases de 10 pastillas, con un prospecto que indica claramente que la dosis máxima diaria es de tres comprimidos, aunque en el caso del ibuprofeno, la venta libre en farmacias está restringida a presentaciones de, como mucho, 400 miligramos.

En consulta

Así pues, es al médico a quien corresponde recetar ibuprofeno de 600 mg, aunque también cada vez lo tiene más difícil, porque desde las consejerías de salud de las comunidades autónomas los profesionales están recibiendo la ‘recomendación’ de evitar este fármaco. “No es una directriz general obligatoria, como las de 2015 y 2019, sino que es una decisión que pueden adoptar libremente las comunidades o, incluso, los propios centros”, confirman a El Confidencial desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). “Son protocolos orientativos y, al final, es el médico el que tiene que analizar cada caso particular”.

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Foto: iStock.

Sea como sea, cada vez es más frecuente que el paciente reciba una negativa de su médico cuando le pide ibuprofeno de 600 mg, y la razón es velar por su seguridad. “En Aragón se da ibuprofeno de 400 mg para dolor leve y moderado. Cuando el dolor es intenso, el médico tiene otras opciones; no debemos pasarnos con el ibuprofeno”, comenta Francisca González, miembro del grupo de fármacos de la Sociedad Española de Médicos de Familia (semFYC).

Tomar un ibuprofeno puede anular el efecto de los antihipertensivos, lo que obliga a reajustar el tratamiento contra la hipertensión

La doctora insiste en que “se ha abusado mucho del ibuprofeno -también del paracetamol- y no es inocuo”. La peor parte se la llevan quienes padecen enfermedades crónicas -diabetes, hipertensión, obesidad- porque “puede interaccionar con otros medicamentos y tener consecuencias importantes”. Por ejemplo, “tomar un ibuprofeno puede anular el efecto de los antihipertensivos”, lo que obliga a reajustar el tratamiento contra la hipertensión; en personas que toman anticoagulantes para evitar ictus, “existe un riesgo hemorrágico importante”.

El poder de la información

Según González, “no se trata de meter miedo, sino de informar muy bien al paciente del riesgo al que se expone”. En este sentido, información útil es “explicarle que si toma ibuprofeno no puede beber ninguna cantidad de alcohol, por pequeña que parezca, porque potencia la acción gastrolesiva del antiinflamatorio; decirle que nunca debe tomar ibuprofeno -aunque sea de dosis bajas- con el estómago vacío, que lo haga con un gran vaso de agua y que permanezca de pie unos minutos”.

La pedagogía en la consulta es fundamental, porque “un enfermo desinformado es un boomerang para el sistema sanitario”.

Foto: Fuente: iStock

Con todo, hay personas que no quieren renunciar a dosis altas de ibuprofeno y acuden a la farmacia. En estos casos, “el farmacéutico debe apoyar la medida de dispensar dosis más bajas y reforzar la elección del médico”, defiende Neus Caelles, miembro del comité científico de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), una decisión que está basada en estudios científicos que “relacionan dosis superiores a 1.800 mg diarios de ibuprofeno con un incremento del riesgo cardiovascular”.

Aun así, muchos pacientes tampoco aceptan, en principio, el cambio que les propone el farmacéutico, por ello “si se les explica la estrategia terapéutica, y la entienden, acaban siguiendo las recomendaciones. Esa educación sanitaria le supone al farmacéutico un trabajo adicional, pero es necesaria”.

Sin embargo, siempre quedan recalcitrantes que encuentran la solución: comprar las pastillas de 400 mg y tomarse una y media. Para evitar la trampa, la doctora de atención primaria propone “vender el ibuprofeno en monodosis, en cajas con tres pastillas, suficientes para aliviar el dolor y evitar que se acumule en las casas el fármaco sobrante”.

Excepción ibérica

Para entender la ‘obsesión’ que tenemos en España por las dosis altas de ibuprofeno hay que saber que nuestro caso es excepcional, porque “ni en Estados Unidos ni en el resto de Europa se vende ibuprofeno de 600 mg”, confirman los especialistas que hablan para El Confidencial. “Durante un tiempo, en España hubo ibuprofeno de 800 mg, que es una barbaridad”, apostilla Francisca González.

Dosis de 600 mg de ibuprofeno cada 8 horas no se corresponden con un incremento de la efectividad frente a dosis de 400 mg cada 8 horas

Además, “los estudios de investigación disponibles hasta el momento concluyen que dosis de 600 mg cada 8 horas no se corresponden con un incremento de la efectividad frente a las dosis de 400 mg cada 8 horas; en cambio, sí está demostrado que incrementa el riesgo cardiovascular, con lo que las dosis de 600 mg no están justificadas en la mayoría de los pacientes”, añade Caelles, que también es profesora de la Universidad de Barcelona.

Valor o precio

Y en estos tiempos de inflación, el precio también cuenta. Casi todos hemos comprobado que es más barato el medicamento recetado (y la caja tiene más comprimidos) que el de venta libre. Por eso, asalta una duda: ¿existe un interés económico en limitar la prescripción de ibuprofeno? Amaya Delgado es tajante en que priman los criterios científicos: “El uso de dosis elevadas inicialmente destinadas al ámbito hospitalario ha conducido al aumento del número de casos de toxicidad relacionada con su ingesta. Por lo tanto, el cambio en la prescripción médica del ibuprofeno -y del paracetamol- tiene principalmente un fundamento científico”.

Foto: Foto: iStock.

Y añade que “el hecho de que se haya observado cierto aumento en el importe de algunas presentaciones farmacéuticas de venta libre que contienen estos principios activos es debido a que son especialidades farmacéuticas no financiadas y, por tanto, corresponde al laboratorio fabricante la designación del precio de venta. En el caso de los medicamentos sujetos a financiación, y que en consecuencia se dispensan con receta médica, el precio queda fijado por el Ministerio de Sanidad”.

No todo es ibuprofeno

Vale, ya nos hemos convencido de que tomar ibuprofeno 600 mg es demasiado. ¿Qué alternativas hay? Los expertos proponen:

  • Para dolores musculares, alternar frío y calor, utilizar vendas, dar tiempo a la lesión para que se cure y acudir al fisioterapeuta.
  • Perder peso (la obesidad está detrás de un buen número de dolores articulares).
  • Para dolores que requieren alivio rápido: formas líquidas de ibuprofeno o con arginina o combinaciones de dosis bajas de paracetamol e ibuprofeno.

Si el dolor no desaparece a los pocos días, es ineludible consultar con el médico.

Paracetamol e ibuprofeno son dos imprescindibles en cualquier botiquín. Son baratos, fáciles de conseguir, generalmente bien tolerados, eficaces.... ¿A quién le ha faltado una mano tendida con una pastilla cuando lo ha pedido en voz alta para calmar un dolor? Sin embargo, su popularidad puede volverse en su contra, porque no son tan inofensivos como parecen y desde hace unos años las autoridades sanitarias estrechan el cerco sobre ellos para controlar el abuso.

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