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Somatización: cuando el estrés aparece en forma de cefaleas y dolores musculares
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Somatización: cuando el estrés aparece en forma de cefaleas y dolores musculares

Las personas que han estado sometidas a periodos de estrés muy prolongados pueden somatizar sus emociones y presentar desde gastritis hasta trastornos de sueño. Su tratamiento incluye técnicas psicológicas específicas como el 'mindfulness'

Foto: Foto: iStock.
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Cefaleas, dolores musculares, hinchazón abdominal tras las comidas, intolerancias alimenticias repentinas o afonía… Estos son solo algunos de los síntomas que experimentaba Julia Ocaña cada día. A sus 27 años y con una analítica aparentemente perfecta, no entendía qué era lo que le estaba pasando. Y no solo ella, tampoco los médicos. Tras pasar por varios especialistas y someterse a un sinfín de pruebas, todo parecía normal. Pero un día, de los muchos que pasaba en una consulta, un doctor le habló del trastorno de síntomas somáticos (TSS) y empezó a entender cuál era el origen de sus múltiples dolencias.

Este trastorno se presenta normalmente en personas que han estado sometidas a periodos de estrés muy prolongado. "Es la aparición de síntomas físicos que no responden a un tratamiento específico y que son consecuencia del estrés, la ansiedad o la depresión", explica a El Confidencial Manuel Oliva, psicólogo clínico del gabinete Center.

Foto: Marta, Carmen y Lidia (izq. a der.) sufren ansiedad desde hace años. (M. Z.)

"Cuando estamos inmersos en una situación que requiere toda nuestra atención -y a la vez es negativa y difícil, como por ejemplo lo fue la pandemia-, la activación del sistema nervioso aumenta con la finalidad de prepararnos para la acción. Si la situación se resuelve, este vuelve a un estado normal", comenta Oliva. Sin embargo, el 'problema' viene cuando la situación estresante se mantiene durante una larga temporada. En ese momento, el cuerpo entra en una fase de agotamiento y es cuando aparecen estos síntomas somáticos. "El estrés prolongado en el tiempo siempre pasa factura a nivel psicológico", declara el experto.

Cabe destacar que en los últimos años ha habido un cambio en la clasificación de este trastorno por parte de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés), que se recoge en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales 'DSM-5'. El escrito habla ahora de síntomas físicos sin tanto detalle, pero el psicólogo hace una clasificación de los más frecuentes:

-Síntomas gastrointestinales: distensión abdominal, desajustes del ritmo intestinal -estreñimiento o diarrea-, intolerancia a algunos alimentos, síntomas de colon irritable, gastritis, úlceras…

-Síntomas sexuales: disfunción erectil, bajo deseo sexual, menstruaciones irregulares

-Síntomas pseudoneurológicos: dificultad al tragar, afonía, pérdida de equilibrio, problemas de sueño, agotamiento mental

¿Cómo tratarlo?

Oliva insiste en que el primer paso es descartar que haya una patología médica. Después, hay que ver cuáles son los factores de estrés que contribuyen a que se generen esos síntomas físicos en consulta psicológica. "Hay que utilizar técnicas específicas como la relajación o el mindfulness. Por lo general, hay que analizar la forma de ver el mundo que tiene la persona y reorganizar la manera de pensamiento", destaca. Además, el psicólogo asegura que tras la pandemia muchas personas con predisposición han generado síntomas somáticos: "La incertidumbre es el mayor ingrediente del estrés".

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Para finalizar, matiza las diferencias entre la hipocondría y la somatización. Una persona hipocondriaca se caracteriza por una excesiva preocupación constante de padecer una enfermedad. "Da igual el consejo médico que reciba esa persona, nunca se quedará tranquila. El padecer una dolencia grave es el mayor miedo de un hipocondriaco", aclara. Mientras que en la somatización los síntomas son "completamente reales".

Cefaleas, dolores musculares, hinchazón abdominal tras las comidas, intolerancias alimenticias repentinas o afonía… Estos son solo algunos de los síntomas que experimentaba Julia Ocaña cada día. A sus 27 años y con una analítica aparentemente perfecta, no entendía qué era lo que le estaba pasando. Y no solo ella, tampoco los médicos. Tras pasar por varios especialistas y someterse a un sinfín de pruebas, todo parecía normal. Pero un día, de los muchos que pasaba en una consulta, un doctor le habló del trastorno de síntomas somáticos (TSS) y empezó a entender cuál era el origen de sus múltiples dolencias.

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