Quercetina: el 'Rick Grimes' de las células zombis
Se trata de una sustancia contenida en diversos alimentos y que se está empezando a estudiar en el ámbito clínico, para combatir los efectos de las células senescentes, esas conocidas como 'zombis' que nos envejecen poco a poco
La historia de la quercetina es interesante, porque demuestra cómo un producto natural puede pasar a ser aplicado de forma terapéutica, a la luz de nuevos descubrimientos. La quercetina se aisló en el año 1930 a partir de la naranja pensando que era una vitamina a la que se denominó vitamina P. Posteriormente, en 1936, se le dio el nombre quercetina, que procede del latín 'quercetum' (robledal) ya que fue identificada por primera vez en 1857 a partir del roble.
Esta sustancia pertenece a la familia de los flavonoides y se encuentra en multitud de alimentos de origen vegetal (cebolla, manzana, uva, bayas, brócoli, cítricos, cerezas, alcaparras…). Es el flavonoide que más ingerimos en la dieta, y se estima que, de media, tomamos entre 10 y 100 mg al día en los alimentos. La quercetina es probablemente el flavonoide más investigado, debido a su capacidad antioxidante y antiinflamatoria.
Antioxidante, antiinflamatoria y antiviral
La quercetina, como otros flavonoides o polifenoles presentes en los vegetales, comenzó a estudiarse por su capacidad antioxidante. Esta sustancia es capaz de neutralizar los radicales libres y ello contribuye en parte a su capacidad para ralentizar el deterioro de las células. Los radicales libres tienen un efecto negativo sobre estas, alterando las proteínas que las forman y su función, y contribuyendo al deterioro paulatino de los tejidos.
Esto, además, favorece la aparición de inflamación. Radicales libres, estrés oxidativo e inflamación van de la mano. La quercetina tiene la capacidad de actuar sobre ambos procesos, ya que no solo es un buen antioxidante, sino que también tiene la capacidad de inhibir la producción de sustancias inflamatorias. Y sabemos que la inflamación crónica es el nexo común de la mayor parte de enfermedades más prevalentes, como la cardiovascular, la diabetes, el cáncer o las neurodegenerativas.
Un ensayo clínico de ocho semanas de duración con suplementación diaria con 500 mg de quercetina en 50 mujeres con artritis reumatoide encontró mejoras en la rigidez y dolor matutino, así como en el dolor tras la actividad física. Esto es relevante dado el componente inflamatorio de esta enfermedad.
La salud cardiovascular también es otra de las áreas prometedoras para el uso de la quercetina. Uno de los principales factores de riesgo de enfermedad cardio y cerebrovascular es la hipertensión arterial. El análisis conjunto (metaanálisis) de los datos procedentes de 9 estudios con 580 personas muestra que una dosis diaria de al menos 500 mg de quercetina redujo la presión sistólica (la alta) en 5.8 mm de mercurio y la diastólica (la baja) en 2.6 mm. La quercetina también puede reducir los niveles de colesterol, como demuestra otro metaanálisis con datos de 16 ensayos clínicos en humanos, donde es capaz de disminuir el colesterol total, el LDL, y marcadores de inflamación como la proteína C reactiva.
A ello hay que sumar que la quercetina tiene capacidad antiviral y antimicrobiana, y de hecho, estuvo en estudio durante la pandemia por covid-19 como un potencial agente terapéutico.
Efecto antienvejecimiento
Todo lo anterior es sin duda de interés, pero lo es más el efecto de la quercetina como agente senolítico. Cuando las células alcanzan el final de su vida útil, existe un mecanismo denominado apoptosis o suicidio celular, por el que dejan de existir cuando no son viables. Sin embargo, en ciertas circunstancias, este proceso de apoptosis puede verse interrumpido, entrando las células en lo que se denomina senescencia. Este estado de 'célula zombi' tiene implicaciones negativas para nuestra salud, como ya explicamos en detalle.
Las células senescentes emiten toda una serie de señales químicas a su alrededor que favorecen el que otras células puedan también entrar en ese estado, propagándose como una plaga zombi. Estas células favorecen la inflamación y la pérdida de función en los tejidos donde se encuentran.
El descubrimiento de que la quercetina es capaz de reducir la cantidad de células senescentes en el organismo abrió la puerta a intervenciones que puedan paliar sus efectos. La Clínica Mayo de EEUU es uno de los centros donde se ha investigado más activamente esta aplicación.
Veamos un interesante ensayo clínico en ratones, como modelo experimental. Los investigadores inyectaron pequeñas cantidades de células senescentes tanto en ratones jóvenes como en ratones de mediana edad. Esto hizo que los ratones vivieran menos y envejecieran prematuramente.
La segunda parte del estudio fue comprobar si una combinación de senolíticos (quercetina y dasatinib) era capaz de revertir efecto. En ratones con un equivalente a 80 años de edad humana, el tratamiento senolítico mejoró la capacidad física de los roedores y aumentó su supervivencia en nada menos que un 36%. El análisis demostró que el tratamiento con quercetina eliminaba las células senescentes en tan solo 48 horas.
Otros estudios preclínicos en ratones han encontrado mejoras en la prevención o el retraso de enfermedades relacionadas con el envejecimiento, tales como la fragilidad, cataratas, osteoporosis, sarcopenia (pérdida de masa muscular), función cardiaca, fibrosis pulmonar, acumulación de grasa en el hígado, síndrome metabólico, diabetes o demencia.
Efectiva en humanos
En 2020, el mismo equipo de la Clínica Mayo dirigido por Kirkland publicó en la prestigiosa revista 'The Lancet' el primer ensayo clínico que demostraba la efectividad de los senolíticos en humanos. En este caso se usó la quercetina para tratar pacientes de fibrosis pulmonar idiopática, una enfermedad acelerada por el envejecimiento celular. Los pacientes tratados con 9 dosis de quercetina y dasatinib durante tan solo tres semanas registraron mejoras en la capacidad física.
"Los senolíticos son un buen ejemplo de cómo los avances en medicina antienvejecimiento pueden ser aplicados para la mejora de la calidad de vida"
Kirkland también publicó un estudio posterior en el que demostró que una dosis de 100 mg de dasatinib y 500 mg de quercetina dos veces al día durante tres días reducía significativamente la cantidad de células senescentes en personas diabéticas.
En la actualidad están en marcha más de 15 ensayos clínicos con quercetina, que están comprobando su utilidad en diferentes enfermedades, a través de la eliminación de las células senescentes.
Futuro prometedor
Que la acumulación de células senescentes es uno de los factores del envejecimiento que produce pérdida de función de los tejidos y órganos, llevando a la enfermedad, es un hecho. Gracias a los senolíticos, tenemos la oportunidad de combatir este aspecto del envejecimiento, con una terapia segura y sin efectos secundarios, ya que la quercetina tiene un perfil de seguridad muy elevado. Junto con ella, el dasatinib o la fisetina son otros de los candidatos. La fisetina se encuentra presente en las fresas, pero sería preciso consumir unos 7 kilos de ellas para alcanzar la dosis terapéutica usada en los ensayos clínicos.
Una de las ventajas de los tratamientos con senolíticos es que se pueden aplicar en ciclos, ya que lleva entre 4 y 6 semanas que las células senescentes comiencen a acumularse y a producir alteraciones en su entorno. Esto llevaría a un tratamiento intermitente, con menos riesgo de efectos secundarios y con un menor coste.
Los senolíticos son un buen ejemplo de cómo los avances en medicina antienvejecimiento pueden ser aplicados para la mejora de la calidad de vida y la prevención y tratamiento de enfermedades. En los próximos años y conforme vayamos teniendo resultados de los ensayos clínicos en marcha, dispondremos de más datos para aplicar terapias efectivas. Y no duden que les informaremos puntualmente de ello. Mientras tanto, no olviden que el ejercicio también mata las células zombis.
La historia de la quercetina es interesante, porque demuestra cómo un producto natural puede pasar a ser aplicado de forma terapéutica, a la luz de nuevos descubrimientos. La quercetina se aisló en el año 1930 a partir de la naranja pensando que era una vitamina a la que se denominó vitamina P. Posteriormente, en 1936, se le dio el nombre quercetina, que procede del latín 'quercetum' (robledal) ya que fue identificada por primera vez en 1857 a partir del roble.