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Abramos el melón de la migraña, un mal incapacitante para 5 millones de españoles
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Abramos el melón de la migraña, un mal incapacitante para 5 millones de españoles

La OMS la define como la "octava enfermedad más incapacitante de la humanidad" y afecta al rendimiento laboral de cada vez más personas. En España, la sufren ya cinco millones

Foto: Paciente con migraña. (iStock)
Paciente con migraña. (iStock)

La migraña se podría definir como un dolor de cabeza que puede causar un dolor pulsátil intenso o una sensación pulsante generalmente de un solo lado y que a menudo suele estar acompañada de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz y al sonido. Esa es una de las muchas definiciones clínicas, pero quienes la padecen en su día a día la definen como un “aplastamiento contra el suelo”, oscuridad, desconexión, impotencia, o “una enfermedad en la que se llora y se grita mucho”.

La Organización Mundial de la Salud cataloga la migraña como la octava enfermedad más discapacitante de la humanidad en días de capacidad por años vividos y apunta que esta puede ser episódica o crónica, dependiendo de la frecuencia con que se manifieste. Además, los expertos explican que existen dos grandes tipos de migraña: la migraña con aura, que suele ir acompañada de trastornos sensitivos como destellos de luz o puntos ciegos, y la migraña sin aura, que se manifiesta sin esas características añadidas.

Foto: Foto: iStock.

Todas las entrevistadas en este reportaje coinciden en que la migraña les entorpece de alguna forma la vida y muchas de ellas ponen el foco en el ámbito laboral, ya que es una esfera en la que la mayoría de personas en edad de trabajar pasan un tercio de su día. Además, suele ser un espacio en el que el trabajador convive con el estrés, el ruido o la luz intensa, condiciones que pueden propiciar la aparición de un brote.

“La migraña puede comenzar en la infancia, pero el pico máximo de incidencia se da entre los 25 y 45 años, por lo que tiene un gran impacto en la etapa más productiva desde un punto de vista laboral. Muchos pacientes cuentan que tienen la sensación de no poder progresar profesionalmente por culpa de la migraña. Incluso hay pacientes que tienen miedo a perder su empleo por la repetición de las crisis”, señala el neurólogo y coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología, Pablo Irimia.

Foto: Foto: iStock.

La migraña afecta aproximadamente a cinco millones de personas en España, de las cuales un 80% son mujeres. Julia es una de ellas. Tiene 23 años y trabaja en una tienda de maquillaje alojada en un centro comercial. Durante sus jornadas, intenta compatibilizar sus migrañas —con aura y que cursan durante cuatro días— con sus funciones de segunda encargada, pero lo hace a cambio de tomar una fuerte medicación.

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Julia.

“Aguanto como puedo, he aprendido a vivir con ello y no puedo permitirme el lujo de dejar el trabajo ni mi vida, ya que estoy estudiando. Como soy consciente de que si me viene la migraña me voy a encontrar fatal, cuando empiezo a sentir los primeros síntomas me tomo lo que haga falta para poder aguantar, pero me preocupa tener que estar medicándome tanto”, explica a El Confidencial.

Señala que, al trabajar en una gran superficie comercial, el ambiente y el ruido que produce que haya tanta gente le dificultan aún más poder sobrellevar la migraña. En su caso, los compañeros y jefes saben de su enfermedad, pero asegura —igual que todas las personas entrevistadas en este reportaje— que al no ser una enfermedad que se nota a simple vista y al sumarse el hecho de que muchas personas sufren dolores de cabeza sin ser migrañas, no acaban de entender cómo se sufre con esta enfermedad.

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Existen diversos tipos de medicamentos para intentar controlar la migraña. Algunos se centran en intentar reducir los síntomas en el momento del brote y otros evitan que se desarrolle la migraña. Es decir, que su función es preventiva. A Alba la han tratado en una unidad especializada del Hospital Vall d'Hebron al tener migraña crónica. Durante un tiempo, recibió una inyección de anticuerpos monoclonales —destinados a controlar la proteína CGRP, causante de la migraña— y en la actualidad recibe una inyección de toxina botulínica —conocida como botox— cada tres meses para intentar prevenir los brotes.

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Alba.

Trabaja como enfermera de quirófano en la sanidad pública y tiene contratos muy cortos de unos tres o cuatro meses, lo que le dificulta el poder cogerse bajas laborales cuando está teniendo fuertes episodios de migrañas debido al miedo de que la despidan. “Por culpa de algunas migrañas he tenido que cogerme la baja. De hecho, en este último contrato me ha pasado, pero intento aguantar lo máximo posible. Si hubiese tenido un contrato indefinido, me hubiera cogido más veces la baja porque realmente lo necesito, pero no lo hago por el miedo que tengo a que me despidan”.

Alba explica a El Confidencial que intenta “darlo todo” en su trabajo, pero que al llegar a casa no puede más y emplea mucho tiempo libre en descansar. “La migraña te limita físicamente, pero también de forma emocional, porque no puedes hacer muchas de las cosas que te gustaría hacer en tu día a día. A mí la migraña me roba tiempo de vida”, explica.

Foto: Foto: iStock.

Aunque la migraña se manifiesta de forma física, los pacientes que conviven con la enfermedad pueden acabar manifestando problemas psicológicos debido al grado de incapacidad que produce. Por ello, los profesionales suelen recomendar ayuda psicológica para aprender a lidiar con determinadas situaciones. Elena lleva acudiendo al psicólogo desde hace año y medio, aunque la diagnosticaron con 11 años, asegura que le está ayudando y anima a otros pacientes a que prueben con un profesional.

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Elena.

Comenzó con la migraña desde muy joven, cuando tenía 18 años, prácticamente al mismo tiempo que empezó a estudiar Derecho. Cuenta que en las etapas en que tenía más de 15 migrañas mensuales dudó de si podría llegar a desarrollar una carrera profesional. “Tuve una época muy mala y tenía mucho miedo a no poder desarrollarme laboralmente. Pensaba que en cualquier momento me podía dar un brote que me haría coger la baja. Es cierto que, en mi caso, la empresa entendió mi enfermedad”.

La migraña de Elena “va por épocas”. Hay momentos en que sí la limita y otros en que puede aguantar mucho más. “Depende de la estación del año y la carga de trabajo. Si tengo que cogerme la baja cuando tengo juicios, me sustituye alguna compañera. He tenido temporadas bastante bajas en las que he necesitado varios días de reposo, pero ahora, si me dan, solo me quedo en casa un día”.

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Elena no es la única persona de su familia que sufre migraña. Su madre padece cefalea en racimo, una de las peores migrañas que se conocen —que es más común en hombres que en mujeres— y que incluso se llega a denominar la cefalea del suicidio, ya que es uno de los dolores más fuertes que existen.

Los cambios hormonales también pueden desatar o reducir las migrañas. La doctora Ana Gago explica para la Asociación Española de Migraña y Cefalea que “existe una clara relación entre el ciclo hormonal y la migraña” y, aunque asegura que no es una ciencia exacta, generalmente las migrañas empeoran cuando “fluctúan los niveles de estrógenos y se reducen cuando estos se mantienen estables”.

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Natalia.

Natalia es una paciente que sí encuentra relación entre sus migrañas y sus cambios hormonales y, aunque según la doctora Gago el embarazo suele ser un periodo de menor actividad migrañosa, en su caso fue todo lo contrario.

“Encaré la maternidad muy esperanzada porque me comentaron que, en algunas ocasiones, la maternidad reduce la migraña, pero en mi caso fue todo lo contrario. Tuve que empezar un tratamiento preventivo durante el embarazo y después de tener a mi hija la situación tampoco mejoró”, explica a El Confidencial.

Sus migrañas también le han causado problemas en el ámbito laboral y aunque ahora en su trabajo son comprensivos, ha tenido trabajos donde lo tomaban como un dolor de cabeza y no entendían su enfermedad.

“En un mes malo la migraña me impide trabajar varios días al mes. Ahora sí que estoy en un entorno de comprensión, pero en otros trabajos la respuesta no ha sido tan buena y he tenido que soportar a mis jefes decirme que aguantase un poco más porque me quedaban dos horas para salir mientras estaba con un brote insufrible. Eso es una auténtica tortura”, asegura.

Foto: Por eso no sirven los fármacos: el origen de las migrañas era erróneo

Hay situaciones extremas en que los pacientes no reaccionan ante ningún tipo de medicamento, como es el caso de Aida, que tiene una migraña crónica refractaria (migraña que no responde a tratamientos preventivos) desde hace 11 años. En la actualidad, está solicitando un segundo medicamento monoclonal de nueva generación, pero en su comunidad autónoma no se lo aprueban. “Mi médico me pautó un monoclonal que no me hizo nada, ni para bien ni para mal, aunque si me hubiese generado efectos secundarios, tendría aprobado el siguiente… Es así de extraño”, explica.

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Aida.

Lleva más de una década con dolor de cabeza que no le permite trabajar ni desarrollar el resto de su vida con normalidad. “Físicamente estoy mal, pero emocionalmente estoy cada vez peor, porque tengo 35 años y veo que no puedo trabajar ni despegarme de mi familia. Trabajo de forma autónoma esporádicamente porque no creo ni que pudiese trabajar cuatro horas diarias, por lo que no puedo independizarme”.

Aunque la migraña se manifiesta mayoritariamente en mujeres, muchos hombres en España tienen que vivir con ella, como es el caso de Jorge, que con tan solo seis años fue diagnosticado de esta enfermedad, que también tuvieron su bisabuela, su abuela y su padre. Aunque hasta hace unos años podía vivir con relativa normalidad, hace cinco años su migraña empeoró de forma considerable.

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Jorge.

El estrés y la luz blanca que tienen tantas oficinas creo que fueron los detonantes para que mi migraña se disparase. Ahora tengo unas 24 migrañas mensuales y un par de veces al mes tengo que acudir al hospital porque la medicación por vía oral no es suficiente”, asegura.

Desde que sus migrañas se desataron a ese nivel, su preocupación por perder su trabajo aumentó y con ella el número de pastillas que consume.

Foto: Foto: iStock.

“Tengo miedo a que me despidan o me cambien las condiciones, y si tengo que tomarme una doble ración de pastillas para aguantar en el trabajo, me las tomo. Sé que no es lo mejor, pero de momento es lo que hay. Ahora voy a entrar en la unidad del dolor de mi hospital para un ensayo que espero que me ayude”.

Aunque la migraña no tiene cura, hay multitud de tratamientos que ayudan a dormirla y a reducir sus síntomas. No obstante, y pese a que en el año 2020 el Ministerio de Trabajo derogó el artículo 52.d del Estatuto de los Trabajadores que permitía despedir por enfermedad, son muchas las personas que temen perder su trabajo porque sus empresas aleguen otras causas que nada tengan que ver con la migraña y que enmascaren un despido de este tipo.

La migraña se podría definir como un dolor de cabeza que puede causar un dolor pulsátil intenso o una sensación pulsante generalmente de un solo lado y que a menudo suele estar acompañada de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz y al sonido. Esa es una de las muchas definiciones clínicas, pero quienes la padecen en su día a día la definen como un “aplastamiento contra el suelo”, oscuridad, desconexión, impotencia, o “una enfermedad en la que se llora y se grita mucho”.

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