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El laberinto del suicidio
  1. Bienestar
apostar por una existencia llena

El laberinto del suicidio

Las razones que pueden llevar a una persona a intentar acabar con su propia vida son muy variadas, desde problemas neurológicos a cuestiones sentimentales como la pérdida de un ser querido. Saber identificarlas es prioritario

Foto: La detección de los síntomas es esencial. (iStock)
La detección de los síntomas es esencial. (iStock)

Toda filosofía nace a orillas de la muerte. El animal termina, el hombre muere. Decía Albert Camus que el problema fundamental es el del suicidio, el pensar si la vida merece o no la pena ser vivida. Un país como Francia sufre en los últimos años una epidemia de suicidios juveniles. ¿Qué tiene que pasar para que alguien quiera desaparecer de esta vida y quitarse la vida, qué mecanismos psicológicos tienen que darse para que esto suceda?

Hay que distinguir de entrada entre causas, que son los hechos o el origen de una conducta y que son de naturaleza física, biológica; por ejemplo, una enfermedad física incurable o la ruina económica. Las causas se explican. Mientras que los motivos son factores predisponentes o desencadenantes de naturaleza psicológica; por ejemplo, un desengaño amoroso serio, una depresión con todo lo que eso lleva consigo o una humillación que ha tenido una gran resonancia social. Los motivos se comprenden. Dicho esto por poner unos ejemplos mínimos. En la vida real se mezclan causas y motivos formando un binomio complejo.

"Lo mejor para estar de pie en la vida es tener un proyecto con sus grandes ingredientes dentro: amor, trabajo, cultura y amistad"

El tema ha adquirido una verdadera importancia en los últimos años. Hemos cambiado más en diez o quince años que en un siglo. Todo va demasiado deprisa. Lo que antes valía, ahora pierde fuerza y se desdibuja. ¿Cómo podemos ordenar y clasificar los principales tipos de suicidio, se puede hacer un inventario que recoja todas o casi todas las posibilidades de producirse este, yendo a su origen? Voy a tratar de hacerlo. Hice mi tesis doctoral sobre este tema hace muchos años y publiqué un libro titulado 'Estudios sobre el suicidio' (Ed. Salvat. Barcelona, 1978; ha tenido después varias ediciones), en donde llevé a cabo un estudio estadístico de 213 intentos de suicidio no consumados, con el objetivo de demostrar el porqué de este comportamiento.

1. Intentos de suicidio procedentes de enfermedades psíquicas

Aquí vamos a establecer distintos apartados, pero yendo de las que son más a menos frecuentes:

  • En las depresiones. Hablo en plural porque son muchas sus modalidades. Pero me atrevería a dar la siguiente ley: alrededor del 90% de los intentos de suicidio proceden de una depresión. Hoy sabemos que en Occidente la segunda causa de baja laboral son las depresiones y los estados de ansiedad (o estrés). Son especialmente graves las fases depresivas dentro de las bipolares (aquellas que alternan episodios melancólicos con otros de euforia), ya que suelen tener una profundidad mayor y el paciente vive un estado de ánimo de enorme tristeza, en donde pierde el sentido de todo. Igualmente, son graves las que se dan dentro del marco de las depresiones monopolares (que solo cursan con fases depresivas recurrentes y que en muchos casos son de carácter estacional: sobre todo en primavera y otoño). Hoy podemos afirmar que la gran mayoría de las presiones endógenas se curan. Y que además, en las bipolares, contamos con fármacos estabilizadores del ánimo, que tienen una enorme eficacia. Por eso es importante detectar estas ideas y/o tendencias autolesivas, para prevenirlas. La tarea del psiquiatra y del psicólogo es aquí clave.
  • En los trastornos obsesivos. En tales casos, debemos mencionar que pueden ser muchos los contenidos obsesivos que se hospedan en la mente. Y hablamos de pensamientos intrusos, que se cuelan en ese escenario y producen un gran sufrimiento psicológico, porque una y otra vez asoman con sus dardos insistentes. Si el contenido es ese: ideas autodestructivas, es menester aclarar su procedencia: si son depresivos o puramente obsesivos o provienen de otros distritos. Este es el caso el piloto de Lufthansa, Andreas Lubitz, que probablemente tenía algo de esto aunque con más componentes clínicos.
placeholder Las causas pueden ser muy variadas. (iStock)
Las causas pueden ser muy variadas. (iStock)

  • En la ansiedad y en los ataques de pánico. Esta se define como una emoción negativa presidida por miedos y temores anticipatorios y que da lugar a un cotejo de síntomas físicos (taquicardia, sudoración, pellizco gástrico, dificultad respiratoria, temblores) y psicológicos (malos presagios, ideas negras, inquietud interior, desasosiego). Cuando aparece la crisis de ansiedad o de pánico, todo eso se vive de forma breve e intensa y emergen tres espectros amenazadores: el temor a la muerte, a la locura y a perder el control de uno mismo; en estas vivencias toma el mando el príncipe de las provocaciones negativas… Perder el gobierno de uno mismo y a menudo salta la idea del suicidio. Hoy el tratamiento farmacológico y psicológico nos ofrecen un buen pronóstico.
  • En los trastornos de la personalidad. Hoy se han multiplicado estos desajustes. El acordeón de manifestaciones podría quedar representado así: hipersensibilidad psicológica, tendencia a darle muchas vueltas en la cabeza a todo (tendencia a obsesionarse), inseguridad, bajo nivel de autoestima, estar atado a traumas del pasado no resueltos, inestabilidad de ánimo (grandes picos en el estado de ánimo, de hoy para mañana o de hoy para hoy), etc. En momentos estelares negativos pueden aparecer estas inclinaciones, que producen una alarma evidente y un temor a no poder dominar la situación…
  • En la esquizofrenia. Este es uno de los padecimientos más graves en psiquiatría, aunque hoy contamos con más medios terapéuticos para afrontarla. Aquí el sujeto se sale de la realidad. Los síntomas principales son alucinaciones auditivas (oír voces dentro de su cabeza sin que nadie las diga…y a veces estas voces invitan al suicidio), vivencias delirantes (pensar que le persiguen, que van contra él o que tiene la sensación de sentirse aludido), comportamientos gravemente desorganizados y un lenguaje incoherente.
placeholder El tratamiento psiquiátrico y psicológico es esencial. (iStock)
El tratamiento psiquiátrico y psicológico es esencial. (iStock)

  • En el denominado trastorno del control de los impulsos. Aquí se trata de episodios aislados de dificultad para dominarlos, momentos en los que se puede perder el gobierno de uno mismo y aparecen tendencias agresivas (hacia sí mismo o hacia los demás: auto o heteroagresivos) y que tienen un fondo inexplicable: a robar o a sustraer cosas (cleptomanía), a provocar incendios (piromanía), a jugar de forma enfermiza (juego patológico), a arrancarse el pelo (de las pestañas, o a tener conductas de riesgo que pueden acabar en un suicidio enmascarado (autocidio), lo que se vive casi como una necesidad o una inclinación inmediata (tricotilomanía). Son explosiones intermitentes que piden paso de forma insistente. Aquí entra, también, lo que se ha llamado clásicamente trastorno mental transitorio y que tiene mucha relación con la psiquiatría y el derecho penal.

2. Por acontecimientos negativos de la vida

La psiquiatría anglosajona habla de 'negatives life's events'. Pueden darse dos posibilidades. Por un lado, los macrotraumas: impactos de enorme importancia, que van desde la muerte de un ser querido en primer grado de forma inesperada y accidental, dramas servidos en bandeja y de una intensidad extraordinaria. Y, por otro lado, microtraumas: son hechos negativos de menos nivel, su importancia es menor, pero forman una constelación de ingredientes diversos, que al final tienen su importancia. Es el sumatorio.

En el primer caso, hablamos de trastornos por estrés postraumático y que pueden ser definidos de la siguiente manera: una persona ha sido expuesta a acontecimientos durísimos. En el segundo caso, hablamos de reacciones adaptativas y que son respuestas de tipo emocional o de conducta a un estrés claramente identificable y que puede ser de tipo depresivo, ansioso, paranoide, de un gran descontrol o mixto (una mezcla de todo lo anterior)… En donde el suicidio puede hacer su aparición.

placeholder La depresión conlleva un gran estigma social. (iStock)
La depresión conlleva un gran estigma social. (iStock)

Antes de terminar este artículo debo subrayar 5 posibles acciones frente a un intento de suicidio:

  1. Predicción: es necesario saber identificar el riesgo de suicidio. Allí se pueden observar factores físicos, psicológicos o sociales.
  2. Prevención general: son medidas de salud pública. Detectar personas de alto riesgo suicida: marginadas, solas, sin ningún tipo de recursos, sin raíces…
  3. Antevención: aquí entra lo que llamamos los psiquiatras el síndrome presuicida: soledad extraordinaria, profunda depresión, haberlo intentado ya en otras ocasiones, manifestaciones verbales claras de esa persona de que no quiere vivir. Es una prevención primaria. Es esencial la figura del psicólogo y del psiquiatra.
  4. Intervención: ya el sujeto ha intentado suicidarse. En el intento no consumado es importante poner todos los medios para que una vez que se ha salvado esa vida, se pueda seguir una terapia integral (farmacológica, psicológica, social y laboral). Aquí la relación médico-enfermo tiene una enorme resonancia. Todo esto no es fácil y requiere un equipo bien entrenado en estas emergencias tan serias. Prevención secundaria.
  5. Postvención: aquí lo que hay que hacer es calibrar la posibilidad de una repetición del intento autolesivo. Y después ensayar un tratamiento amplio en sus medidas con el fin de ayudar a esa persona a que sea capaz de volver a vivir, pero de otra manera.
Foto: Viaducto de Segovia, en Madrid. (iStock)

Lo mejor para estar de pie en la vida es tener un proyecto con sus grandes ingredientes dentro: amor, trabajo, cultura y amistad. Trabajar esas 4 dimensiones es la mejor prevención del suicidio. Apostar por una existencia llena.

La psiquiatría es la rama más humana de la medicina. La que explora y estudia la intimidad. Es ciencia y arte.

Toda filosofía nace a orillas de la muerte. El animal termina, el hombre muere. Decía Albert Camus que el problema fundamental es el del suicidio, el pensar si la vida merece o no la pena ser vivida. Un país como Francia sufre en los últimos años una epidemia de suicidios juveniles. ¿Qué tiene que pasar para que alguien quiera desaparecer de esta vida y quitarse la vida, qué mecanismos psicológicos tienen que darse para que esto suceda?

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