La contaminación, vinculada a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular

El 99% de los seres humanos respiramos aire que excede los límites de contaminación, explicaba recientemente un informe de la OMS. Casi todos vivimos en zonas con niveles de contaminación inaceptables, algo que pone nuestra salud en riesgo a largo plazo. Si bien el dióxido de nitrógeno es el principal responsable del problema, también las partículas, que son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando consecuencias cardiovasculares, cerebrovasculares y respiratorias.

Contaminación del aire ambiental

Ahora, una nueva investigación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Sun Yat-sen en Guangzhou (China) amplía cómo la contaminación del aire podría afectar a nuestra salud, aumentando el riesgo de accidente cerebrovascular y muerte.

El estudio se centró en los efectos en la salud de los gránulos PM 2,5 (partículas en suspensión). Este material particulado fino (PM) es dañino para la salud humana y tiene un diámetro de menos de 2,5 micrones, unas 30 veces más pequeño que un cabello humano. Está presente en la atmósfera de nuestras ciudades en forma sólida o líquida (polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen, entre otras). 2,5 es la fracción respirable más pequeña.

"Se necesita más investigación, pero es posible que la disminución de la exposición a altos niveles de contaminación del aire pueda desempeñar un papel importante"

Cualquier proceso que involucre la quema de madera, petróleo, gasolina o carbón puede contribuir, incluidas las centrales eléctricas, a que estas partículas viajen por el aire. Si bien provienen principalmente de vehículos que queman combustibles fósiles, como automóviles, camiones, autobuses, trenes tradicionales, motos de nieve y equipos de construcción, eventos naturales como incendios forestales y volcanes también tienen su parte de culpa en su distribución a largas distancias.

Un papel crucial en la salud

El equipo de investigadores analizó los datos de la base de datos del biobanco de Reino Unido de más de 310.000 personas sin antecedentes de accidente cerebrovascular o enfermedad cardiaca. Los participantes recibieron un seguimiento durante un promedio de 12 años mientras se observaba la exposición a la contaminación del aire según el lugar donde vivían al comienzo de la investigación. Los expertos se basaron en el monitoreo de la contaminación del aire realizado por investigadores separados entre enero de 2010 y 2011 dentro de los 100 metros cuadrados de las casas de los participantes.

Los integrantes del estudio tenían entre 40 y 69 años al inicio del estudio y no presentaban antecedentes de accidente cerebrovascular o miniaccidente cerebrovascular ni cáncer.

Durante el período de estudio, casi 6.000 personas sufrieron finalmente un accidente cerebrovascular, 2.985 de ellas desarrollaron enfermedades cardiovasculares y un total de 1.020 personas murieron en ese promedio de 12 años de seguimiento por cualquier causa. Los participantes que contaban con exposición a altos niveles de contaminación del aire tenían significativamente más probabilidades de sufrir un primer accidente cerebrovascular, enfermedad cardiovascular posterior a este o muerte que aquellos que vivían en lugares con menor concentración de contaminación en el aire de sus ciudades o pueblos.

Las cifras

Después de tener en cuenta otros factores que pueden influir en el riesgo de accidente cerebrovascular, como el nivel de condición física del sujeto, los investigadores encontraron que cada 5 microgramos por metro cúbico (µg/m3) que aumentaba en partículas finas (PM 2,5) a las que los participantes estuvieron expuestas a lo largo de un año fue asociado con un aumento del 24 por ciento en el riesgo de un accidente cerebrovascular.

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Los datos muestran que las personas que sufrieron accidentes cerebrovasculares durante el estudio tuvieron una exposición promedio de 10,03 µg/m3 de PM 2,5. Para las personas que no sufrieron un accidente cerebrovascular, la exposición fue de 9,97 µg/m3.

“Se necesita más investigación, pero es posible que la disminución de la exposición a altos niveles de contaminación del aire pueda desempeñar un papel en la reducción de la progresión del accidente cerebrovascular”, explica Hualiang Lin, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Sun Yat-sen en su estudio publicado en la revista 'Neurology'. “Las personas pueden reducir su exposición permaneciendo en el interior los días de mucha contaminación, reduciendo el ejercicio al aire libre, usando máscaras para filtrar las partículas y utilizando purificadores de aire”, añade.