No tengo hueso para ponerme implantes, ¿hay solución?
La pérdida de dientes, por diferentes motivos, es muy frecuente y reponerlos es posible. Los implantes osteointegrados es una de las soluciones más extendidas, pero para realizarla es necesario cumplir unos requisitos anatómicos
La pérdida de dientes es muy común. Se calcula que el 69% de los adultos de 35 a 44 años han perdido al menos un diente. A la edad de 74 años, una cuarta parte de la población pierde todos sus dientes.
Cuando se pierde un diente es esencial conseguir un reemplazo adecuado para mantener la funcionalidad, el resto de los dientes alineados, la forma de tu cara y evitar dificultades al comer o hablar.
En mi artículo sobre los implantes dentales frente a puentes explicaba las ventajas de ponernos un implante para reponer la pieza perdida, especialmente si tienes buena salud general, por ser la opción más duradera y exitosa a largo plazo.
Independientemente de las causas que hayan provocado la pérdida dental (caries, enfermedad periodontal, traumatismos…), el hueso comienza a reabsorberse en el maxilar o mandíbula, hasta llegar a atrofiarse, debido a que su funcionalidad era la de sustentar la raíz de la pieza que alojaba y la naturaleza sabia elimina los tejidos inservibles. El implante de titanio sustituye artificialmente la raíz del diente perdido, anclada al hueso y recubierta por la encía, frenando el proceso de retracción de la encía y consecuente reabsorción del hueso.
Si nos hemos abandonado, hemos dejado pasar tiempo desde la pérdida de una pieza, el problema aparece cuando el profesional nos dice que “no tenemos hueso”. Ese día, nos llevamos las manos a la cabeza por no haber actuado antes.
Las condiciones ideales
Si antes los pacientes con grandes limitaciones de hueso tenían que recurrir a prótesis removibles o tenían que recurrir a técnicas agresivas como la realización de injertos de hueso de cadera, hoy en día solucionamos este problema con técnicas mínimamente invasivas que nos permiten poner prótesis fijas. Es lo que denominamos la implantología avanzada.
Idealmente, nos gustaría tener 4-5 mm de anchura de hueso por 10 mm de altura para colocar los implantes con estabilidad
A partir de un diagnóstico preciso, basado en tomografías digitales de mínima exposición radiológica (TAC) e imágenes en 3D, estudiamos el caso para planificar la solución más adecuada.
Idealmente, nos gustaría tener 4-5 mm de anchura de hueso por 10 mm de altura para colocar los implantes con estabilidad, manteniendo una distancia de seguridad con las estructuras anatómicas vitales (seno maxilar, canal mandibular o piso nasal), pero no siempre contamos con esas proporciones.
Afortunadamente, contamos con técnicas que nos permiten colocar implantes en prácticamente todas las situaciones (pérdida de encía, hueso y diente), para dar lugar a dientes y sonrisas preciosas de aspecto totalmente realista, desde el aumento óseo (tanto en sentido horizontal como vertical, por medio de biomateriales y factores de crecimiento), la elevación de seno (añadiendo hueso debajo del seno en casos de pérdida ósea por falta de dientes posteriores superiores), hasta la ampliación de la cresta ósea (añadiendo material de injerto óseo cuando la mandíbula no es lo suficientemente ancha para soportar los implantes).
En casos complicados, solemos combinar diferentes procedimientos en el mismo caso para su resolución.
Opciones terapéuticas
Para recuperar el hueso perdido, recurrimos a la técnica del injerto de hueso, que se puede obtener de materiales biocompatibles, de hueso del propio paciente o de una combinación de los dos.
Lo más común para ganar altura y densidad de hueso en el maxilar superior es la elevación de seno maxilar. El seno maxilar es la cavidad situada a ambos lados de la nariz, debajo de los ojos, con la función de humidificar, calentar y filtrar el aire que respiramos. Al perder las piezas dentales y hueso en esa área, el seno aumenta su tamaño ocupando el espacio que ocupaba el hueso.
Si necesitamos recuperar la anchura ósea, recurriremos a la técnica de la expansión de cresta alveolar, que consiste en la realización de una fractura artificial para separar las corticales vestibular y palatina, creando un espacio que se ocupará por nuevo hueso ampliando así la anchura de la cresta. En casos extremos (menos de 3 mm de anchura), se debe realizar en dos fases poniendo en la primera un implante de 2,5 mm de diámetro para mantener el espacio y permitir la formación de hueso, sustituyéndolo al cabo de un tiempo por otro de mayor grosor.
En casos de atrofia severa del hueso maxilar superior, como alternativa a los injertos óseos y la elevación de seno, podemos poner implantes más largos que los convencionales en otros huesos circundantes, más firmes y sin riesgo de reabsorción, como la apófisis zigomática del hueso malar (el pómulo) con implantes zigomáticos o la apófisis pterigomaxilar del esfenoides (zona ósea posterior a la muela del juicio) con implantes pterigoideos.
Otra alternativa a la técnica de elevación de seno es recurrir a implantes cortos para recurrir a superficies óseas de mínimo espesor.
Podemos recurrir a técnicas complementarias como el plasma rico en plaquetas (PRP) extrayendo 15 mililitros de sangre del paciente que procesamos centrifugándola para conseguir moléculas que estimulan el crecimiento óseo, acortando el tiempo de regeneración y osteointegración de los implantes, reduciendo la inflamación y evitando infecciones.
En aras a reponer la máxima estética del caso, los implantes de titanio serán la base para soportar los pilares y coronas de zirconio, totalmente cerámico y de alta calidad, que permiten conseguir una translucidez de belleza insuperable, muy similar al diente natural. Puedes leer más en mi artículo Estética insuperable: implantes de titanio y coronas de zirconio.
Conclusión: aunque hoy en día existan soluciones para prácticamente todas las situaciones de pérdida de hueso para regenerarlo y poner implantes, te recomendamos que, ante una alerta, una caries, enfermedad de las encías, visites al especialista para revisar tu estado bucal y tratar de evitar en lo posible consecuencias mayores.
La pérdida de dientes es muy común. Se calcula que el 69% de los adultos de 35 a 44 años han perdido al menos un diente. A la edad de 74 años, una cuarta parte de la población pierde todos sus dientes.
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