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Por cada grado que sube la temperatura, el riesgo de infarto aumenta un 30%
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Por cada grado que sube la temperatura, el riesgo de infarto aumenta un 30%

Un nuevo estudio realizado con más de 3.000 infartados entre 2012 y 2019 ha mostrado que en los meses más cálidos, cada vez que el termómetro sube, nuestra salud cardiovascular se ve más y más amenazada

Foto: Infartos y calor, una mala combinación. (iStock)
Infartos y calor, una mala combinación. (iStock)

Lo más probable es que, cuando llegue el día, nuestra muerte se deba a un problema de nuestro sistema circulatorio, ya sea por un infarto, un ictus o un cáncer... Eso, al menos, es lo que dicen las estadísticas publicadas por el propio Ministerio de Sanidad. En 2019 (el último año con estadísticas 100% fiables, dado que 2020 estuvo marcado por el covid-19 y su mortalidad asociada, que ya no es la que era), en España, el 26% de las defunciones (un total de 108.867 muertes) se debieron al cáncer, mientras que un 27,2% fueron causadas por problemas vasculares (enfermedades del corazón, cerebrovasculares, enfermedad hipertensiva...).

Es por esto que, desde hace ya décadas, no se ha parado de avisar a la población de la importancia de mantener una buena salud en nuestro corazón. Una de las mayores amenazas reconocidas, por ejemplo, son los niveles elevados en sangre de colesterol, que los médicos se toman muy en serio y controlan muy de cerca. Del mismo modo, los avisos continuos sobre los peligros del consumo de tabaco (causa de ateroesclerosis y otras enfermedades cardiovasculares, así como de cáncer) caen también en este saco de riesgos reconocidos para la salud pública.

"Los adultos de edad más avanzada son susceptibles de accidentes cardiovasculares después de haber sido expuestos al calor"

Pero no todo está en nuestra mano. Muchos factores de riesgo, como se especifica por ejemplo en el más que reconocido Framingham Heart Study (que, aunque se inició en 1948, todavía sigue en marcha), son la alta presión arterial, los niveles elevados de colesterol, la diabetes, la obesidad y el sobrepeso, el tabaquismo, la inactividad física, el sexo (los hombres son más propensos a sufrir este tipo de eventos vasculares), el estrés o factores genéticos hereditarios.

Pero ahí no acaba todo, también existen factores lejos de nuestro control que aumentan el riesgo que tenemos de sufrir enfermedades cardiovasculares. Así se acaba de describir en un nuevo estudio publicado por investigadores de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés), la Sociedad de Cardiología del Pacífico Asiático y la Federación de Cardiología Asiática: el calor es un serio factor de riesgo.

placeholder Los adultos de edad avanzada son más susceptibles. (iStock)
Los adultos de edad avanzada son más susceptibles. (iStock)

Como explica el autor principal del estudio, el doctor Ryohei Fujimoto, de la Universidad de Okayama, en Japón, "el cambio climático y el calentamiento global son problemas mayúsculos a nivel mundial, sobre todo si tenemos en cuenta que los infartos son la principal causa de muerte en el mundo". Y continúa: "Nuestro estudio muestra que los adultos de edad más avanzada pueden ser más susceptibles de estos accidentes cardiovasculares después de haber sido expuestos a unas temperaturas más elevadas. Es por esto que medidas preventivas, como un mejor aislamiento térmico de los hogares o incluso el acceso al aire acondicionado, deberían ser prioridades de salud pública diseñadas para proteger a la gente de estas enfermedades que tan en riesgo ponen la vida".

Para realizar el estudio eran necesarios varios datos realmente difíciles de conseguir. El primero era una población amplia que hubiera sufrido accidentes cardiovasculares (y el consiguiente acceso a sus datos médicos). El segundo se trataba de un registro preciso de las temperaturas en las zonas donde esos eventos hubieran tenido lugar, lo que no se da, ni mucho menos, en todas las partes del mundo.

Foto: Foto: iStock.

Lo que hizo el equipo del doctor Fujimoto fue centrarse en los ingresos hospitalarios en Okayama entre 2012 y 2019. En total, durante este periodo hubo un total de 3.367 ingresos en los servicios de urgencias por accidentes cardiovasculares. Al mismo tiempo, se registraron con precisión las características del clima en las zonas donde estos eventos tuvieron lugar; en concreto, la temperatura ambiental, la humedad relativa, la presión atmosférica y la concentración de micropartículas en el aire.

Desarrollando nuevos modelos matemáticos para el estudio de posibles correlaciones, los investigadores descubrieron que, por cada grado centígrado que la temperatura aumentaba, existía un riesgo un 35% mayor de que los pacientes necesitasen atención médica urgente por accidentes cardiovasculares. Después de obtener estos datos, los científicos se propusieron determinar qué tipo de enfermedad concreta se veía más afectada por el cambio de temperaturas. Los resultados son claros: por cada grado, el riesgo de infarto hemorrágico aumenta un 24%; de infarto isquémico, un 36%, y de accidente isquémico transitorio (pequeños ictus), un 56%.

placeholder El riesgo de accidente cerebrovascular también aumenta. (iStock)
El riesgo de accidente cerebrovascular también aumenta. (iStock)

Como apostilla el autor del estudio, "nuestro trabajo muestra que los adultos de edad avanzada deberían tratar de mantenerse fríos a toda costa durante los momentos de más calor, por ejemplo en espacios públicos refrigerados, si dentro de sus casas no es una opción viable. De hecho, los sistemas de salud pública podrían ayudar a proporcionar y adaptar estos espacios para que la población que más riesgo tiene pueda escapar de las altas temperaturas durante los meses de más calor".

No es el primer aviso

El estudio del doctor Fujimoto es el primero que tiene en cuenta datos amplios y precisos de un gran grupo de estudio, lo que aumenta mucho la fiabilidad de los datos obtenidos, pero no es el primer trabajo científico que trata de estudiar la relación entre las altas temperaturas, el cambio climático y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

En junio de este mismo año se publicó un metaanálisis encabezado por el profesor Peng Bi, de la Universidad de Adelaida, en Australia, y firmado por una decena de investigadores de alto nivel que analizaba todos los estudios realizados hasta la fecha que ahondaban en la correlación entre las temperaturas ambientales y la prevalencia de accidentes vasculares (tanto cardiacos como cerebrales).

Foto: Podemos intentar proteger el corazón a través de la dieta. (iStock)

Los resultados eran claros: "Este estudio fortalece la evidencia de que existe un importante aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares debido al aumento de las temperaturas y a la exposición de las personas de edad avanzada a ellas en diferentes zonas climáticas alrededor del globo. Esto, sumado a un claro envejecimiento de la población en muchos países desarrollados, puede llevarnos a un escenario con una menor supervivencia de los pacientes asociada al cambio climático".

A nivel individual (y prácticamente colectivo) no está en nuestras manos solucionar el 'clima', mucho menos de la noche a la mañana, por lo que las únicas opciones que nos quedan son 'sálvese quien pueda'. Dicho de otro modo: debemos mantener nuestra salud cardiovascular en la mejor forma posible para que estos eventos climáticos no sean la 'gota que colme el vaso' y, al mismo tiempo, en los meses de más calor, debemos protegernos como es debido.

Lo más probable es que, cuando llegue el día, nuestra muerte se deba a un problema de nuestro sistema circulatorio, ya sea por un infarto, un ictus o un cáncer... Eso, al menos, es lo que dicen las estadísticas publicadas por el propio Ministerio de Sanidad. En 2019 (el último año con estadísticas 100% fiables, dado que 2020 estuvo marcado por el covid-19 y su mortalidad asociada, que ya no es la que era), en España, el 26% de las defunciones (un total de 108.867 muertes) se debieron al cáncer, mientras que un 27,2% fueron causadas por problemas vasculares (enfermedades del corazón, cerebrovasculares, enfermedad hipertensiva...).

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