Así se descubre si eres víctima de una adicción comportamental y lo desconoces
Al sexo, al juego o a internet. Estas son las grandes dependencias de conducta que preocupan a los expertos por su aumento tras la pandemia, aunque hay más. Dos afectados relatan su 'infierno' y un experto nos cuenta cómo identificarlas y abordarlas
El ‘barco’ en el que han navegado María Cristina y Pedro a lo largo de muchos años es diferente, pero el de ambos iba siempre a la deriva. A ella le hundió poco a poco la ludopatía, a él la dependencia del sexo. Ambos se conocen como adicciones comportamentales, aquellas en las que no media una sustancia, pero causan los mismos estragos que el alcohol o la cocaína. En los años 70 y 80, el concepto de adicción hacía referencia a la dependencia física o psíquica a una sustancia.
Ahora, las adicciones son a sustancias psicoactivas o drogas, las llamadas “viejas adicciones” y también se incluyen las comportamentales, las conocidas como “nuevas adicciones”. Y parece que han venido para quedarse, si no se les pone freno porque han aumentado de forma preocupante desde la llegada de la pandemia, como documentan los estudios, entre ellos un trabajo español publicado en European Neuropsychopharmacology.
Y este aumento se intuía, al menos desde hospitales como el Gregorio Marañón de Madrid, que ya cuenta con una unidad específica de prevención, detección y tratamiento de las mismas: Adcom. Relata Ricardo Hodann, psicólogo clínico de esta unidad, a El Confidencial que desde su apertura "esperábamos tener una demanda alta del servicio, pero esta ha sido incluso mayor de lo que se tenía previsto. Se inauguró en julio de este año, pero se vino gestando desde 2017 a 2010. El problema es que la pandemia la frenó. De hecho, se puede decir que somos pioneros a nivel nacional e internacional en ponerla en marcha. Una de sus novedades es que el paciente puede venir sin tener que pasar por su médico de cabecera, tan solo entrando en una página de autocitas que hemos habilitado para ello. Y pueden solicitarla todos aquellos a partir de 12 años que crean que están en riesgo o ya tengan la adicción".
Recalca también que, efectivamente, se ha producido un aumento de casos debido a la pandemia. El motivo, según el experto, "es que con ella se ha incrementando la exposición a factores de riesgo en sectores de la población que ya eran vulnerables. Entre ellos encontramos el aislamiento social, la disminución de la variedad en las actividades de ocio y el consiguiente aumento en el tiempo dedicado al uso de las nuevas tecnologías, por poner algunos ejemplos".
"La unidad Adcom del Gregorio Marañón para tratar las adicciones comportamentales es pionera a nivel nacional y se puede decir que internacional", Ricardo Hodann
Como sabemos, son dependencias no químicas. Es decir, suponen 'engancharse' a una conducta. Las más conocidas son: ludopatía, adicción a las compras, al sexo o a las nuevas tecnologías (internet, redes sociales, videojuegos, móviles, etc), y fueron incluidas como novedad en el DSM-V, el Manual de diagnóstico y estadística de trastornos mentales (EEUU), en mayo 2013. Como señala el experto del Gregorio Marañón, "nosotros atendemos 5 de este tipo de adicciones: al sexo, a las compras, a los videojuegos, al juego y a las redes sociales. Ya han pasado por la unidad, a través de autocitas, 300 pacientes".
Pero tal, y como recuerda ITA [red integrada por recursos especializados en el tratamiento de los trastornos alimentarios (TCA), los de conducta (TC), trastornos de personalidad (TP), trastornos del neurodesarrollo (TDA-TDAH-autismo-asperger-SAF), las adicciones y la psiquiatría general (UPG)], “lo que la mayoría desconoce es que cualquier conducta normal o placentera puede ser susceptible de desarrollar una adicción o un trastorno adictivo”. Es decir, cualquier comportamiento que provoque placer, como lavarse los dientes, el deporte, comer, correr, la cirugía estética, tomar rayos UVA, el trabajo, los tatuajes, etc”.
El estímulo de arriesgar
Hacía tiempo que María Cristina (72 años) guardaba en silencio su adicción al juego, al menos abiertamente. Incluso cuando ella ya lleva 17 años sin jugar y sin apostar ni un céntimo. De hecho, ni siquiera de mentira, cuando sus nietos la invitan a jugar en un entorno doméstico. En su caso, tiene claro que la adicción al juego -todas en general- te acompaña toda la vida y hay que mantenerla a raya, tener claros los límites, para evitar la tentación.
En ese sentido, toda apuesta, todo estímulo a arriesgar, por inocente que sea, puede provocar en una persona con ludopatía un subidón. Como cuando un alcohólico pasa junto a un bar o una persona que consume cocaína está en una fiesta y ve que sus acompañantes se turnan para ‘desfilar’ por el servicio. En esos casos, los riesgos de recaída se potencian. Y la ludopatía es una con altos índices de afectados que intentan mantenerse en abstinencia.
“En mi vida yo no había conocido lo que era el juego en serio. No sabía ni entendía lo que era, nunca había ido a un casino. En 1998 estaba una tarde con dos amigas y una de ellas nos dice: ‘¿Qué les parece si dentro de un rato nos vamos al casino?”. Yo le respondí: ‘No, no, no, nunca había entrado a un casino’. Y ella insistió: “Vamos, vamos, que es muy divertido, vamos a estar un rato solo’. Al final nos convenció”, comenta en su testimonio proporcionado por Adictalia (la Red Nacional de Apoyo y Soluciones para Adicciones) a El Confidencial.
"Empecé a ir sola, de vez en cuando, y cada vez se me hizo más necesario acudir; así lo sentía, como una necesidad. Al mismo tiempo sentía como un gusto, un placer… Pero era algo muy enfermizo", María Cristina
“¡Cuando entré, me quedé deslumbrada realmente! Me impactó el ambiente, las luces…. Ella jugaba a la ruleta y la acompañamos. ¡Me encantó! Estuvimos un rato y gané 90 euros. Salimos de ahí y fuimos a tomar algo, y me sentía muy contenta con ese dinero. Era un viernes, recuerdo. A los dos días, nos propone de nuevo a las mismas amigas acudir. Y yo, encantada".
Pero no le fue suficiente. "Empecé a ir sola, de vez en cuando, y cada vez se me hizo más necesario acudir; así lo sentía, como una necesidad. Al mismo tiempo, sentía como un gusto, un placer… Pero era algo muy enfermizo. Porque yo no me daba cuenta, porque luego me encontraba muy mal”, adelanta.
La vida en lujuria
La ‘cárcel’ de Pedro, como decíamos antes, es otra. “Soy casado, con 2 hijos y tengo 59 años. La vida en lujuria te destroza, yo no podía evitar frecuentar la prostitución. Por más que quisiera, caía una y otra vez. Mi familia se enteró, lo que supuso la ruptura de mi matrimonio y el distanciamiento de mis hijos. Día a día experimentaba menos placer, pero recaía. He pasado por varios tratamientos y por más de tres ingresos”.
De acuerdo con el informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones sobre adicciones comportamentales 2021, Juego con dinero, uso de videojuegos y uso compulsivo de internet en las encuestas de drogas y otras adicciones en España EDADES y ESTUDES, “un 64,2% de la población de 15 a 64 años ha jugado con dinero en el último año (presencial, online o ambos), mientras que un 94,5% ha usado internet con fines lúdicos. En 2021, un 20,1% de los estudiantes de 14 a 18 años ha jugado con dinero en el último año (presencial, online o ambos) y un 85,1% ha jugado a videojuegos”.
Este estudio, que tiene como objetivo principal contribuir a conocer la situación actual sobre este trastorno en concreto y el análisis de los resultados de las encuestas EDADES y ESTUDES a partir de 2014, confirma que el juego con dinero, el uso de internet y los videojuegos son actividades ampliamente extendidas en nuestra sociedad.
Por ejemplo, con relación al juego online, en 2020 el 6,7% de la población de 15 a 64 años había jugado durante el último año (3,5% en 2018). Como en ediciones anteriores, el porcentaje que lo hace es mayor en los hombres (9,1%) que en las mujeres (4,2%), y es más frecuente entre las personas más jóvenes, descendiendo su prevalencia a medida que aumenta la edad.
Y el juego que predomina entre los varones son las apuestas deportivas (58,8%), mientras que entre ellas lo hacen los juegos tipo loterías, incluidas primitivas o bonoloto (45,5%). En la población de estudiantes de 14 a 18 años, la prevalencia de jugar dinero online ha descendido (9,4% en 2021 frente a 10,3% en 2019), Y para estos últimos, los preferidos siguen siendo los videojuegos, las apuestas deportivas y los deportes electrónicos, tanto en chicos como en chicas. Respecto a la cantidad mayor de dinero gastada en un solo día en los últimos 12 meses, el 2,8% indica que ha sido menos de 6 euros, y el 1,4%, más de 30 euros.
De la misma manera que, en juego online, la mayor cantidad de dinero gastada en un solo día se sitúa en el rango de 6 a 30 euros, las diferencias por sexo en el presencial son mucho menores y, al contrario de lo que ocurre con el juego virtual, su prevalencia aumenta notablemente con la edad.
Alertan los expertos también de un aumento de las personas enganchadas al sexo sobre todo tras el confinamiento de 2020, que afecta a todos los ámbitos de su vida y que es la más tabú, la que más vergüenza causa. Según Psicodex (Servicio de Psiquiatría, Psicología y Medicina Psicosomática del Hospital Universitario Dexeus), “se calcula que en la población general existe de un 4% a 6% afectados, aunque estas estimaciones deben ser acogidas con prudencia, con una proporción de 5 a 1 hombre/mujer”.
Internet ha cambiado la historia de la sexoadicción
Y agrega que internet ha cambio la historia de esta adicción. “Sí, en cuanto que los utilizan como elementos que forman parte de su repertorio adictivo. En ocasiones, pueden mantenerse solamente en este estadio (internet sexual, pornografía por otros medios), pero en general se expanden hacia otras conductas, cada vez más mecánicas, más breves y con mayor manipulación del cuerpo de la otra persona, a modo de objeto, sin obligaciones ni responsabilidades. De ahí, en parte, provienen los cambios y la tendencia al anonimato, aunque también los adictos más impulsivos pueden ser acosadores en su propio medio social o laboral, a pesar de los riesgos que esto conlleva. Son esclavos de su adicción”.
"En nuestra unidad hemos detectado un aumento de los casos de adicción al sexo en adultos. Un 30% de las consultas fueron por ese motivo, mientras que un 25% por juego patológico, un 24% por videojuegos, el 23% a las compras y un 20% a redes sociales. En menores, el 65% consultó por videojuegos y el 35% por redes sociales", informa Ricardo Hodann.
El perfil
Documenta un estudio publicado en International Journal of Preventive Medicine que, aunque se sabe que los signos físicos que causa la dependencia de las drogas están ausentes , “uno de los precursores de la adicción conductual es la presencia de psicopatologías como la depresión, la dependencia o abstinencia de sustancias, la ansiedad social y la falta de apoyo social”.
Y, como refleja un ensayo, estas dependencias se ceban en personas cansadas, deprimidas, solitarias y, por lo general, suelen 'juntarse' a afectados de otras dependencias. Pero en la adicción no hay ni blancos ni negros. El denominador común es el malestar interior. Viven atrapadas en una compleja red de pensamientos y emociones, y creen hallar en la adicción un alivio para el aislamiento y la soledad emocional, una posibilidad de evadir por un tiempo ciertos sentimientos y dolores muy profundos. Y su vida se vuelve ingobernable.
"Efectivamente, existen tanto los problemas sociales (llevarse mal con los padres, amigos o profesores, o progenitores que no ponen límite) como los emocionales como base de ellas. Son personas con baja motivación, impulsividad, falta de autocontrol y en las que lo interno juega un papel fundamental", apostilla Ricardo Hodann.
Desde un punto de vista neurobiológico, las adicciones conductuales que solo afectan indirectamente los sistemas de neurotransmisores del cerebro pueden servir como reforzadores comparables a las sustancias farmacológicas que los influyen directamente (por ejemplo, el sistema dopaminérgico). De hecho, los hallazgos respaldan la suposición de mecanismos comunes que subyacen al desarrollo y mantenimiento de la adicción tanto conductual como la relacionada con sustancias. En definitiva, que inducen efectos de recompensa específicos a través de procesos bioquímicos en el cuerpo, que también tienen un potencial adictivo.
Banderas rojas
Las señales de alerta que deben observar padres, familiares o especialistas son, según Verywellmind:
- Pasar la mayor parte de su tiempo participando en el comportamiento, pensando o haciendo arreglos para participar en el mismo, o recuperándose de los efectos.
- Volverse dependiente de la conducta como una forma de hacer frente a las emociones y "sentirse normal".
- Continuar a pesar del daño físico y/o mental.
- Tener problemas para reducir a pesar de querer parar.
- Descuidar el trabajo, la escuela o la familia para participar en el comportamiento con más frecuencia.
- Experimentar síntomas de abstinencia (por ejemplo, depresión o irritabilidad) al tratar de abandonarlo.
- Minimizar u ocultar el alcance del problema.
Pedir ayuda ha salvado a María Cristina, como a otros pacientes, porque existen tratamientos como los medicamentos, la terapia de conducta cognitiva o grupos de autoayuda. "El problema es que, como son muy nuevas, no existe conciencia de ellas. Por ejemplo, un joven que pasa 8 horas con videojuegos cree que es lo normal. Nosotros realizamos un tratamiento multidisciplinar con psicología clínica, psiquiatría, enfermería de salud mental y trabajo social. Se realiza una evaluación pormenorizada del paciente, las motivaciones, la familia o el colegio. Lo primero es ver los factores que le empujan a la adicción y darles estrategias para el autocontrol", recuerda el psicólogo clínico
Cuenta María Cristina que su adicción la llevó a “no gastar dinero en nada y guardaba todo para el juego. Soy docente y, en ese momento, trabajaba en un colegio. El casino tenía el cajero automático junto a la puerta. Así que yo salía y extraía. He llegado a jugarme mi sueldo entero y a endeudarme con otras personas, a vender cosas que me habían regalado mis padres”.
"Fue una etapa terrible, tan dañina que hubo un momento que pensé en que tenía que terminar con mi vida", María Cristina
"Ahora, mirando hacia atrás y tras más de dos décadas poniendo el pie en los casinos", reconoce que "fue una etapa terrible, tan dañina que hubo un momento que pensé en que tenía que terminar con mi vida porque no tenía otra solución. No podía decirle a mi familia, a mi marido, que me estaba jugando todo. No podía porque sentía que a él también le afectaría mucho y le podía suceder algo grave a su salud. Entonces me guardaba la angustia".
A Pedro le está costando más salir a flote. Admite que "puedo estar en abstinencia periodos cortos de tiempo, pero cuando me da el bajón o tengo estrés vuelvo a las andadas. Sé que tengo que poner de mi parte, pero me está costando. Sigo necesitando ayuda y tendré que tirar de ella siempre".
El ‘barco’ en el que han navegado María Cristina y Pedro a lo largo de muchos años es diferente, pero el de ambos iba siempre a la deriva. A ella le hundió poco a poco la ludopatía, a él la dependencia del sexo. Ambos se conocen como adicciones comportamentales, aquellas en las que no media una sustancia, pero causan los mismos estragos que el alcohol o la cocaína. En los años 70 y 80, el concepto de adicción hacía referencia a la dependencia física o psíquica a una sustancia.