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De la tristeza a la depresión, la delgada línea roja entre emoción y enfermedad
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Las señales

De la tristeza a la depresión, la delgada línea roja entre emoción y enfermedad

Vivimos en la sociedad de la ausencia de malestar y manifestar ciertos sentimientos 'no está bien visto'. Dos expertos nos aclaran cómo diferenciar entre sentimiento y trastorno de salud mental para pedir ayuda a tiempo

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“Los chicos no lloran…..”. Y tampoco pueden estar tristes. A ellas les sucede un tanto de lo mismo. A pesar de que la tristeza es una emoción humana que se siente en determinadas circunstancias de la vida, parece que la sociedad actual la tiene vetada.

El Dr. Francisco Ferre Navarrete, jefe del Servicio de Psiquiatría de Adultos y codirector del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid), reconoce a El Confidencial: “Desafortunadamente, hemos pasado de la sociedad del bienestar a la sociedad de la ausencia del malestar. No soportamos estar abatidos, no hay tolerancia a las contrariedades o problemas de la vida, para todo se plantea la necesidad de apoyo externo; es decir, de psicólogo, por ejemplo. La tristeza no solo es normal sino que es universal, pero ahora a cualquier disgusto reactivo se le llama depresión”.

"Desafortunadamente, hemos pasado de la sociedad del bienestar a la sociedad de la ausencia del malestar", Dr. Ferre

Para este especialista, “la temática de este reportaje llega en un momento fundamental en el que es imprescindible distinguir la tristeza de la depresión, que aunque van de la mano son totalmente distintas. Hablamos de una emoción por un lado y de un trastorno de salud mental severo por otro”.

Foto: Foto: iStock.

Los españoles reconocen que no se encuentran bien. Así, más del 43% se siente emocionalmente mal o muy mal, un dato que se desprende del Estudio Internacional de Salud y Bienestar Mental que ha elaborado el Grupo AXA y que analiza la situación en nuestro país, Francia, Bélgica, Italia, Alemania, Reino Unido, Irlanda y Suiza.

Según los resultados de la macroencuesta, italianos y británicos están aún más desanimados que los españoles, con las mujeres de 45 a 54 años, de todos los países, como las menos felices. Además, para el 55% de los españoles, la salud mental nacional sufrirá las consecuencias de la pandemia de covid-19 a largo plazo, con la tasa más alta de los citados países. Actualmente un 58% de los españoles dice sentir estrés: el 40% depresión y el 16% ansiedad por encima de lo normal.

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Foto: Unsplash/@gadiellv.

La psicóloga clínica Anushik Harutyunyan, de OnelifeCenter, nos recuerda que “la tristeza es, junto con la alegría, la ira, el asco, la sorpresa y el miedo, una de las emociones básicas que tenemos los seres humanos. Consiste en un ánimo decaído y aflicción que tiene como función básica y necesaria aprender a procesar y gestionar pérdidas, desilusiones o fracasos”. Pero, como aclara ,“es una emoción que tendemos a enmascarar para evitar mostrarnos vulnerables al mundo y, sin embargo, necesitamos aprender a manejarla para ser eficaces en nuestro día a día. Además, nos ayuda a empatizar con las personas de nuestro alrededor y tener una buena interacción con los demás. Por ello es muy importante identificarla y vivirla cuando se nos presenta”.

"La tristeza es una emoción que tendemos a enmascarar para evitar mostrarnos vulnerables al mundo y, sin embargo, necesitamos aprender a manejarla para ser eficaces en nuestro día a día", Dra. Harutyunyan

Por muy ‘amable’ que sea la vida con todos nosotros, tiene su parte de vulnerabilidades. No importa quiénes somos, qué hacemos o a dónde pertenecemos, la exposición a situaciones desagradables siempre está ahí. Una relación que se estropeó, un contrato que no se llevó a cabo… Cada situación ingobernable nos afecta física y emocionalmente. El cerebro desarrolla respuestas emocionales temporales a tales situaciones, dejándonos desorientados y desconfiados. Estas son a menudo respuestas temporales que se desvanecen en el aire una vez que el cerebro aprende a hacer frente a los nuevos desafíos que se presentan.

Las herramientas

Pero si la condición persiste durante semanas sin signos de normalidad, entonces se identifica como depresión. Los sentimientos de tristeza y vacío están por todas partes a nuestro alrededor. Y todos hemos estado o estaremos allí al menos una vez en nuestra vida, sintiéndonos deprimidos debido a una relación fallida, una pérdida... Cada persona tiene “sus herramientas para afrontar sus emociones, no existe un listado de cosas que podemos hacer para no estar tristes. Al ser una emoción básica, es imprescindible que sepamos identificarla, sentirla y no enmascararla. A nivel cultural estamos acostumbrados a que ‘tenemos que estar contentos’ y, cada vez más, vemos en redes sociales imágenes de personas triunfadoras que se muestran alegres, lo cual nos hace sentir que debemos enmascarar nuestra tristeza para encajar en la sociedad”, recuerda la psicóloga Harutyunyan.

Pese a ello, se muestra optimista porque “afortunadamente, poco a poco se está dando voz a la salud mental y a la importancia de la educación emocional y, así, podemos ver a personas conocidas en redes sociales expresando emociones genuinas. Si estás triste y has sabido identificarlo, enhorabuena, busca los motivos, si los hay, siente la emoción, piensa en qué necesitas para hacerle frente, es probable que el apoyo de las personas de tu entorno sea suficiente. Pero si crees que requieres un nivel de ayuda más alto, no tengas miedo de pedirla”.

Foto: Qué es la depresión sonriente: causas y síntomas de este trastorno de salud mental. (iStock)

¿Cuándo solicitarla? Cuando este sentimiento de tristeza se vuelve constante y se acompaña de otros síntomas. Si pasas meses oscilando entre estar triste y estar deprimido, puede llegar un momento en el que no puedas manejar la situación o, simplemente, se produzca un nuevo evento estresante que desencadene un episodio depresivo.

En palabras del Dr. Ferre, la línea entre estar triste y estar clínicamente deprimido es demasiado delgada. “Tenemos que estar alerta si la persona afectada sufre anhedonia, es decir, incapacidad para experimentar placer, pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades; si se queja de dificultades cognitivas (como pérdida de memoria o concentración), o si se detectan cambios en los ritmos circadianos (están peor por las mañanas que por las tardes), además de la habitual tristeza y angustia, emociones que también se comparten con otros trastornos como los de ansiedad”.

Y aunque es cierto que coloquialmente cuando tenemos un estado de ánimo decaído decimos que ‘’estamos deprimidos’’, tener un trastorno depresivo va mucho más allá que el hecho de estar abatidos. "Por ejemplo, ante una pérdida o un fracaso podemos estar tristes durante varios meses sin que esto interfiera de forma notable en nuestra vida cotidiana. Cada persona necesita su tiempo para aceptar la situación y gestionar la tristeza. Sin embargo, si tras una cambio o una pérdida la persona tiene un ánimo depresivo muy fuerte que ha cambiado totalmente su forma de interactuar con los demás y ha interferido de forma notable en su rutina habitual, es el momento de buscar ayuda psicológica y/o psiquiátrica para determinar si se trata de algún tipo de trastorno depresivo u otros trastornos del estado de ánimo”. documenta la psicóloga de OnelifeCenter.

"La depresión se nota en la mirada abatida de quien la sufre y en la rigidez de su rostro. Así como en los gestos y en los movimientos", Dr. Ferre

Para el experto, la “tristeza de la vida y la desesperanza caracterizan la depresión mayor. Y hay que decir que el espejo de este sufrimiento está en su mirada y en el rostro. La primera está como ausente y en el caso del segundo se trata de una expresión facial rígida. También afecta a los gestos cuando se habla, están más lentos, así como en los movimientos en general”.

El rostro de la depresión

Añaden desde Psicólogos Málaga que el trastorno de salud mental al que hace referencia este artículo hace que “la persona se sienta desganada, triste, angustiada y con falta de entusiasmo por la vida que se mantiene en el tiempo. Experimenta una sensación de impotencia que la vive tan real que se convence a sí misma de que durará para siempre. Este estado emocional constante provoca tensión muscular en el rostro de la persona que marca en exceso los gestos de la cara transformando la expresión de forma que los ojos se muestran más hundidos, cejas más bajas, mandíbula tensa, etc”.

Cuando esta expresión se mantiene en el tiempo “perturba la salud emocional al disminuir la energía del individuo restringiendo su motilidad (movimientos naturales y espontáneos de la musculatura facial) y limitando su autoexpresión. Así mismo, provoca que la persona se encierre (me lo van a notar, qué van a pensar…) dificultando aún más las interacciones con el entorno. Por tanto, es necesario aliviar esta tensión crónica para que la persona pueda llegar a recuperar su viveza y bienestar emocional”.

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Foto: Unsplash/@kj2018.

Todo sin olvidar los síntomas físicos que puede experimentar y que están bien registrados por el Dr. Madhukar H. Trivedi, de la Universidad de Texas (EEUU), en un artículo de opinión. Según sus propias palabras: “Los síntomas físicos son comunes y, de hecho, los signos de presentación de la depresión son a menudo molestias y dolores vagos. Estos incluyen dolor articular crónico, en las extremidades o de espalda, problemas gastrointestinales, cansancio, trastornos del sueño, cambios en la actividad psicomotora y en el apetito”.

Foto: Foto: iStock.

Tanto es así, insiste, que “un alto porcentaje de pacientes con el trastorno de salud mental que busca tratamiento en un entorno de atención primaria informan solo de síntomas físicos, lo que puede hacer que la depresión sea muy difícil de diagnosticar. El dolor físico y la depresión tienen una conexión biológica más profunda que la simple causa y efecto; los neurotransmisores que influyen tanto en él como en el estado de ánimo son la serotonina y la norepinefrina".

El dolor físico y la depresión tienen una conexión biológica más profunda que la simple causa y efecto", Dr. Madhukar H. Trivedi

Es por ello que la desregulación de estos transmisores está relacionada tanto con la enfermedad como con el dolor. Los antidepresivos que inhiben la recaptación de serotonina y norepinefrina pueden usarse como tratamientos de primera línea en pacientes deprimidos que presentan síntomas físicos”.

Factores precipitantes

No existe un factor único que haga de interruptor de los trastornos depresivos: “Las personas tenemos una capacidad de resiliencia, que además entrenamos a lo largo de nuestras vidas, que nos hace superar situaciones muy complejas. Existen modelos explicativos biológicos, como la influencia de los factores genéticos; psicológicos, como la falta de interés en actividades agradables o pensamientos catastróficos hacia uno mismo, los demás y el futuro, y sociales, como la falta de refuerzo por parte de las personas relevantes para uno, además de otras teorías que entrelazan distintos factores. Por ello, debemos estudiar con determinación cada uno de los casos de forma multidisciplinar para concretar los factores precipitantes y mantenedores del trastorno”, explica la psicóloga.

En opinión del Dr. Ferre, una de las vías por las que se puede llegar a la depresión son los trastornos adaptativos. Los problemas en el trabajo, el cambio de colegio, una enfermedad, la muerte de un familiar cercano o cualquier cambio en la vida pueden provocar estrés. La mayoría de las veces, las personas se ajustan a esos cambios en pocos meses. Sin embargo, si tienes un trastorno de adaptación, continúas teniendo reacciones emocionales y conductuales que pueden contribuir a que te sientas ansioso o deprimido.

Foto: Foto: iStock. Opinión

El psiquiatra del Gregorio Marañón recuerda que los signos y síntomas dependen del tipo de trastorno de adaptación y pueden variar según la persona. Sufres más estrés del que normalmente se esperaría en respuesta a un suceso estresante, lo que provoca problemas significativos en tu vida.

Los trastornos de adaptación afectan a la forma en la que te sientes, así como a lo que piensas de ti mismo y del mundo; también pueden influir en tus acciones y tu conducta. Algunos ejemplos son:

  • Sentirte triste, desesperanzado o no disfrutar cosas que solías disfrutar.
  • Llorar con frecuencia.
  • Estar preocupado o sentirte ansioso, nervioso, tenso o estresado.
  • Trastornos del sueño.
  • Falta de apetito.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Sentirte abrumado.
  • Tener dificultades para desenvolverte en las actividades diarias.
  • Apartarte de tus fuentes de apoyo social.
  • Evitar asuntos importantes, como ir al trabajo o pagar cuentas.
  • Pensamientos o conductas suicidas.

Los síntomas aparecen dentro de los tres meses posteriores a un suceso estresante y no duran más de seis meses después de su finalización. Sin embargo, los trastornos de adaptación persistentes o crónicos pueden seguir durante más de seis meses, en especial, si lo que te produce estrés continúa, como el desempleo.

Personas anancásticas

Un perfil de persona que puede caer en la depresión son las que se denominan anancásticas. El Dr. Ferre nos da las claves. La personalidad anancástica se caracteriza principalmente por las exigencias de que todo salga como lo esperan y no aceptan tener otro resultado. Estos son los rasgos más típicos:

  • Son perfeccionistas y excesivamente metódicos. Sienten miedo de no tener éxito en su trabajo y de no satisfacer las exigencias de sus jefes. También suelen ser metódicos en la cotidianidad, en la apariencia física, la limpieza o en sus actividades diarias.
  • Excesivamente responsables: suelen ser muy cumplidores con sus labores a tal grado de realizarlas incluso cuando están enfermos.
  • Se obsesionan con las normas: las personas anancásticas se dejan llevar por las reglas a tal punto de adaptarse a ellas tanto que sienten ansiedad cuando salen de la rutina.
  • Tienen una mentalidad fatalista: no se consideran merecedores de que les pase algo bueno y solo predicen lo negativo.
  • Sienten miedo al fracaso y a la frustración.
  • No soportan las críticas: les dan mucha importancia a las opiniones y comentarios de los demás debido a su baja autoestima, que esconden en esta personalidad.

Cuando se es un niño

La tristeza y depresión no distinguen entre edades o sexo. Y, efectivamente, los menores también pueden padecerlo, pero sus síntomas son diferentes de los de los adultos: rabietas, agresividad, alegría exagerada, enuresis... Aunque ha sido hasta hace relativamente poco que la sociedad ha tomado conciencia de que los niños también se pueden deprimir.

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“Los niños van adquiriendo distintas formas de expresar sus emociones durante sus primeras etapas de vida. Cuando son recién nacidos, el llanto es prácticamente su única herramienta para expresar cualquier cosa, desde que tienen hambre hasta que están asustados. Conforme van creciendo, van adquiriendo nuevas formas de interacción con los adultos en las que nos dicen qué les ocurre. Por ello, es muy importante que desde pequeños les enseñemos a identificar y afrontar sus emociones, ya que ellos necesitan esta guía para poder distinguir el enfado de la tristeza, por ejemplo”, constata la psicóloga.

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Foto: Unsplash.

Una vez son capaces de identificar sus emociones, es muy habitual verles llorar porque están tristes y “nuestra reacción como adultos es la de frenar ese llanto y buscar todos los medios posibles para que vuelva a estar alegre. Con esto le estamos diciendo que su sentimiento de tristeza no es lícito y solo nos gusta cuando está contento. Por lo tanto, estamos rechazando esa emoción. Los niños al igual que los adultos necesitan explorar sus emociones y sentirse cómodos con ellas. Por ello, debemos validar y explorar con ellos cualquier emoción que sientan y acompañarles en el proceso de afrontamiento a las mismas”.

En el caso de ellos y ellas, “la tristeza es una emoción básica, por lo que no debemos asustarnos si nuestros hijos están tristes en algún momento, solo validar su emoción y acompañarles en el proceso de afrontamiento. Los trastornos depresivos en la infancia tienen algunas peculiaridades; existen también distintos diagnósticos para los niños dependiendo del tipo de síntomas y el curso de los mismos. Las peculiaridades mencionadas se centran en la forma en la que expresan los niños el malestar, pues suelen manifestar más irritación o enfado que tristeza o desánimo como los adultos. Por ello, aunque pueda estar presente, la tristeza no suele ser el síntoma principal de un trastorno depresivo en los niños”.

"En los menores hay que estar atento a signos como una irritabilidad constante, la falta de ganas de realizar actividades", Dr. Ferrer

Hay que estar atento, como documenta el Dr. Ferre, a signos como una irritabilidad constante, el fracaso en la ganancia de peso esperado, la falta de ganas de realizar actividades que antes eran agradables y/o un cambio general en la actitud del niño, poca comunicación, fracaso escolar, para sospechar que pueda tener algún tipo de trastorno. Si observamos esto durante un tiempo prolongado, es importante que no lo minimicemos y etiquetemos como ‘’son cosas de niños’’ y hagamos una consulta a especialistas de la salud mental.

En busca de soluciones

Dentro de la psicología existen distintas corrientes metodológicas donde se proponen intervenciones para los trastornos emocionales. “En el caso concreto de los trastornos depresivos, las terapias que han demostrado tener mayor eficacia han sido aquellas que integran técnicas conductuales como la activación conductual y programación de actividades agradables, técnicas cognitivas como el análisis de los pensamientos negativos y técnicas interpersonales como el entrenamiento en habilidades sociales. Generalmente, el tipo de intervención que se realice dependerá de la orientación del terapeuta y las características del paciente ajustándonos siempre a su demanda", documenta la psicóloga.

En muchas ocasiones también es necesario el uso de fármacos, por lo que no es extraña la derivación a psiquiatría de estos pacientes. Por ello, es importante destacar que tanto en los trastornos depresivos como en otros trastornos psiquiátricos, el trabajo conjunto entre psicología y psiquiatría suele ser clave para lograr el éxito en la intervención.

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Todo sin olvidar la atención a los síntomas físicos: “Muchos médicos consideran que los pacientes están en remisión cuando sus síntomas emocionales agudos han disminuido, pero los síntomas residuales, incluidos los físicos, son muy comunes y aumentan la probabilidad de recaída. Todos deben medirse para lograr la remisión completa. Los antidepresivos que inhiben la recaptación de serotonina y norepinefrina pueden usarse como tratamientos de primera línea en pacientes deprimidos que presentan síntomas físicos”, documenta el Dr. Madhukar H. Trivedi.

Y todos los expertos coinciden en la regla básica para recuperarse: pedir ayuda ante cualquier mínima sospecha de depresión.

“Los chicos no lloran…..”. Y tampoco pueden estar tristes. A ellas les sucede un tanto de lo mismo. A pesar de que la tristeza es una emoción humana que se siente en determinadas circunstancias de la vida, parece que la sociedad actual la tiene vetada.

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