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¿Por qué tenemos más resfriados en invierno? La respuesta la tiene tu nariz
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Cuando llega el frío...

¿Por qué tenemos más resfriados en invierno? La respuesta la tiene tu nariz

Un nuevo trabajo ha concluido que la respuesta inmunitaria innata de nuestra nariz se debilitaría a temperaturas más frías

Foto: Fuente: iStock.
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A estas alturas del año, raro es que alguien no se haya resfriado ya. Hasta ahora, sabemos más de este tipo de dolencias comunes durante el invierno, por lo que corre de boca en boca, quizás por eso de que ya nos hemos acostumbrado a ellas. Muchos de estos relatos populares sobre el constipado o la gripe tienen, eso sí, base científica, porque la ciencia ha conseguido avanzar en su investigación para apaciguar sus consecuencias.

Todos hemos pasado alguna vez un resfriado, pero no todo el mundo presenta la misma inmunidad. Llega el frío y el asunto parece casi automático: nos empieza molestando la garganta o los oídos, empezamos a notar una leve mucosidad que, de pronto, nos convierte en seres envueltos en pañuelos.

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Parece que nunca hay pregunta posible cuando esto pasa, aunque durante algunos días intentemos evitar toda respuesta… Nos hemos resfriado. Sin embargo, siempre queda una pendiente: ¿por qué ciertas infecciones respiratorias como la nasofaringitis o la gripe tienden a ser más frecuentes durante los periodos de frío?

El hábitat de los rinovirus

Un nuevo trabajo publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology ofrece ahora una imagen más clara de esta tendencia. Llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad del Noreste, en Boston (Estados Unidos), concluye que la respuesta inmunitaria innata de nuestra nariz se debilitaría a temperaturas más frías, abriendo una puerta para que ciertos patógenos infecten el resto del cuerpo. Para entenderlo vayamos por partes.

El resfriado y la gripe no son la misma cosa, aunque ambas son infecciones causadas por virus. La primera es provocada por el género Influenzavirus, mientras que el virus del resfriado es causado por un cóctel de patógenos, entre los cuales se encuentran los rinovirus (virus nasales, los más abundantes), el virus sincitial (VSR), el virus de la parainfluenza, algunos adenovirus y algunos coronavirus como el 229E NL63 (alfacoronavirus) y los OC43 y HKU1 (betacoronavirus).

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Los rinovirus habitan directamente en nuestra nariz, y cuentan con más de un centenar de serotipos o variedades. No se encuentran en las fosas nasales por casualidad, sino porque resulta que no les gusta cualquier temperatura. Concretamente, la temperatura óptima para que se sientan cómodos en nuestras fosas nasales se sitúa entre los 33 y 35 °C y esta, casualmente, corresponde con la que encontramos en esta parte de nuestro cuerpo, así como en las vías respiratorias superiores, justo el lugar donde atacan estos patógenos.

Un mecanismo de defensa

Una investigación publicada en 2015 por un equipo de inmunólogos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, ya encontró pruebas de que los virus del resfriado se reproducen mejor cuando baja la temperatura. Más tarde, en 2018, otra investigación destacaba el papel de las células ubicadas cerca de la parte frontal de la nariz en las infecciones bacterianas. Los investigadores habían descubierto que estas células pueden liberar sacos llenos de líquido (llamados vesículas extracelulares) en nuestra mucosidad. Se cree que estos sacos, que transportan proteínas antimicrobianas al resto de la nariz, ayudan a proteger otras células del daño cuando entran en contacto con bacterias.

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Siguiendo dichas referencias, los investigadores buscaban ahora ver si la nariz tenía un mecanismo de defensa similar contra los virus. Para ello, extrajeron células y muestras de tejido nasal de pacientes sometidos a cirugía y voluntarios sanos respondían a tres virus: un coronavirus (no covid) y dos rinovirus que causan el resfriado común.

Lo que encontraron, primeramente, es que cada virus desencadenó una respuesta de las células nasales utilizando una vía de señalización diferente a la usada contra las bacterias. En concreto, cuando se liberan, las vesículas extracelulares actuarían como señuelos, llevando receptores a los que se une el virus en lugar de células nasales. Cuantos más señuelos, más vesículas podrían eliminar los virus, limitando así la infección.

Un nuevo foco

No obstante, los investigadores determinaron también que las temperaturas más frías tenían el efecto de reducir esta respuesta inmune. La cantidad de vesículas secretadas por las células nasales disminuyó en casi un 42% tan pronto como la temperatura descendió por debajo de los 4 °C.

Aunque el siguiente paso es que estos resultados sean replicados por otros científicos, nos adelantan que la biología, y no solo el medioambiente, juega un papel importante en el contagio. Si bien cuando hace más frío nos quedamos más a menudo en ambientes cerrados, lo que favorece estas situaciones (dentro de dichos espacios las microgotas portadoras de virus no se evacúan bien, por lo que se acumulan), hay motivos para poner el foco en la capacidad misma de nuestro organismo para cohabitar el mundo con ellas.

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Hay que sumar a todo ello que la disminución del nivel de vitamina D ligada a una menor insolación, así como un bajo nivel de humedad en el aire (que reseca más la mucosa nasal y favorece el contagio) también pueden influir.

Mientras tanto, este nuevo trabajo podría conducir, precisamente, a mejorar la forma en que luchamos contra estas infecciones desde un foco que se estaba pasando por alto. Podríamos, por ejemplo, llegar a contar con aerosoles nasales capaces de aumentar o reforzar el suministro de vesículas extracelulares a la nariz durante el invierno.

A estas alturas del año, raro es que alguien no se haya resfriado ya. Hasta ahora, sabemos más de este tipo de dolencias comunes durante el invierno, por lo que corre de boca en boca, quizás por eso de que ya nos hemos acostumbrado a ellas. Muchos de estos relatos populares sobre el constipado o la gripe tienen, eso sí, base científica, porque la ciencia ha conseguido avanzar en su investigación para apaciguar sus consecuencias.

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