La medicina aún no puede ofrecerle a Jorge Javier Vázquez el enorme pene que busca
El alargamiento de pene es una obsesión del hombre (masculino, no genérico) desde el amanecer de los tiempos. Pero, a pesar de los progresos médicos, la naturaleza es tozuda
Jorge Javier Vázquez es uno de los rostros más conocidos de la televisión en España, tiene una nómina y un patrimonio notables, pero ni todo el dinero del mundo podría ayudarle a hacer con su pene mucho más de lo que ya ha hecho. Médicamente hablando. El otro día, el presentador de Sálvame anunció en su programa que se había sometido a una intervención para engrosar su pene.
"Me han inyectado ácido hialurónico en el glande", reveló en prime time el presentador badalonés, de 52 años. Adujo que el aspecto de su miembro se había resentido con la edad y las inyecciones habían logrado devolverle un aspecto "precioso, como muy juvenil".
Esta inesperada revelación vino a causa del lanzamiento de su autobiografía
No es la primera ni la última persona que se presenta ante un cirujano plástico con ese mismo anhelo. Desde hace siglos, la historia de la medicina —y, más aún, de la medicina alternativa— está llena de páginas con intentos de lograr el anhelo de muchos hombres: un pene más grande.
Pero, aunque el progreso médico ha lanzado muchos guiños a la humanidad, la naturaleza es tozuda.
Un órgano complejo y rodeado de mitos
Es sintomático que haya tanto interés por mejorar el aspecto estético de una parte del cuerpo que pasa el 99,9% del tiempo oculta. Será por esos breves segundos durante los cuales es capaz de acaparar toda la atención, antes de (con o sin suerte) volver a ocultarse.
"El pene siempre ha sido, desde la antigüedad, un símbolo de virilidad, de fortaleza, y siempre se ha relacionado con la grandeza del hombre", explica a El Confidencial el doctor Javier Romero-Otero, jefe del Departamento de Urología de HM Hospitales y director médico de la clínica urológica ROC. Aunque puede encontrarse documentación que relaciona el tamaño del pene con el vigor desde los frescos de Pompeya, la carrera espacial por agrandarlo dio sus primeros pasos en los años 80.
Romero-Otero es el primer autor de un metaanálisis que ha revisado los estudios sobre intervenciones de mejora o alargamiento de pene, concluyendo que la calidad de los mismos es muy baja. "Esto dificulta ofrecer recomendaciones basadas en evidencias científicas sobre la eficacia o seguridad de las intervenciones que se realizan para incrementar el tamaño del pene, ya sea por indicación estética o terapéutica".
Casi todo lo que se comercializa para alargar el pene, desde píldoras o pomadas hasta bombas de succión, es una estafa
Casi todo lo que se comercializa para alargar el pene, desde píldoras o pomadas hasta bombas de succión, es una estafa. De cara a un alargamiento, el gran problema del pene es que no es un músculo, sino un tejido esponjoso que, una vez lleno de sangre, da lugar a la erección. Es, por tanto, muy difícil alterar el tamaño, que suele permanecer estable desde el fin de la adolescencia.
En consecuencia, aunque algunos suplementos podrían ayudar a incrementar este flujo de sangre, lo único que lograrían es que el pene pasara de flácido a enhiesto más rápido. Otros suplementos que prometen un mayor tamaño, basados en aminoácidos como la L-arginina, no tienen ninguna evidencia científica. Si alguien quiere ver su pene más grande, tiene que consultar a un profesional.
No está de más que ese primer médico sea, en lugar de un urólogo, un psicólogo. Un estudio reciente abordaba precisamente qué motiva a un hombre con un pene estándar a buscar un tratamiento para agrandarlo. "Muchas fuerzas sociales han aumentado la percepción entre los hombres de que el tamaño de su pene es inadecuado", concluían los autores, médicos en el hospital universitario de Nueva Orleans. "Esto aumenta la ansiedad y puede conducir a trastornos psicológicos como el trastorno dismórfico del pene y el síndrome del pene pequeño". Y muy importante: "Los hombres que se someten a una mejora del pene a menudo no están satisfechos con los resultados y pueden desarrollar complicaciones".
Romero-Otero es de la misma opinión. "Vivimos un auge de la cirugía estética general, no hay más que ir andando por la calle para ver la cantidad de clínicas nuevas que están apareciendo en nuestro entorno; no solo de cirugía, sino de todo tipo de tratamientos estéticos", señala. "Esto tiene que ver con la demanda que existe y la presión de los medios de comunicación y de las redes sociales".
Por un lado, el fenómeno estético, que hace años se circunscribía solo a la mujer, hace tiempo que es igualitario. En cuanto al pene, el cirujano cree que hay otro factor clave que explica el gran aumento en los tratamientos: "La pornografía está muy extendida y la gente está empezando a asumir como reales tratamientos, estéticas y conductas que no son naturales". Confirma, una vez más, que "la mayoría de los pacientes que vienen a nuestra consulta preguntando por su pene lo tienen dentro de lo que la comunidad científica calificaría de normalidad, tanto de forma como de tamaño o estética; sin embargo, muchos de ellos desean tener un pene más grande y con mejor apariencia, incluso en estado de flacidez".
El alargamiento: qué funciona y qué no
Saber qué funciona y qué no en el mundo de la cirugía plástica genital masculina es muy complicado. En primer lugar, por la enorme variedad de pacientes: desde un presentador televisivo con un pene normal, pero muchos complejos —lo más habitual, de hecho, las patologías de trastorno dismórfico o síndrome del pene pequeño nada tienen que ver con el tamaño, sus causas son 100% psicológicas— hasta pacientes con micropene (menor a 7,5 centímetros en erección) o con el pene oculto, escondido por la grasa de la pared abdominal, el escroto o incluso el prepucio. Estos últimos casos sí que requieren de una intervención quirúrgica.
La cirugía más habitual consiste en la liberación del ligamento suspensorio. La sección de este músculo situado justo encima del pubis permite extraer una parte del pene que normalmente va dentro del abdomen. Otras intervenciones incluyen una liposucción de la grasa suprapública o una cirugía reductora de la piel del prepucio para que el pene no luzca tan enterrado en la piel redundante. El tamaño del miembro tras estos tratamientos quirúrgicos es el mismo, pero visualmente aparenta tener uno o dos centímetros más. Salvo en el caso de micropenes congénitos, los cirujanos no recomiendan aspirar a sacar más de tres centímetros extra, ya que "se traslada demasiada piel con vello al pene y este comienza a presentar un aspecto de joroba", según indica aquí el doctor Juan Monreal, expresidente de la Asociación Española de Cirugía Plástica y especialista en este tipo de intervenciones.
A partir de aquí, el tamaño puede incrementarse un poco más utilizando métodos no quirúrgicos. El más habitual le sonará a aquellos lectores que en los años 90 sintonizaran la teletienda de madrugada. Se trata de un artilugio llamado Jes Extender que promete, precisamente, incrementar las dimensiones del pene. Este alargador consiste en unas pesas cilíndricas de distintos tamaños con las que el interesado debe cargar un suspensorio que es necesario llevar durante al menos 10 horas al día durante cuatro meses. Con esto podrían lograrse entre uno y cuatro centímetros más, de acuerdo con Monreal. La combinación de ambas técnicas es, hasta la fecha, el tratamiento más efectivo.
Muchos profesionales han optado en los últimos años por hablar de "mejora del pene" (en inglés, penis enhacement) en lugar de "alargamiento", palabra que ha quedado a las puertas de sus consultas por resultar a veces capciosa: normalmente, el estiramiento es más visual que otra cosa, y sus efectos no siempre son perdurables. Es el caso de las inyecciones. Inicialmente, se hacían con grasa autóloga, tejido adiposo extraído del propio paciente e insertado en el pene para aumentar su circunferencia, pero esta técnica ha ido perdiendo fuelle rápidamente al resultar problemática en ocasiones, siendo sustituida por las inyecciones de ácido hialurónico o los implantes de matriz dérmica acelular, una técnica de regeneración de tejidos muy lograda, pero más compleja y que a veces suele producir rechazo.
Para tranquilidad de Jorge Javier Vázquez y todos aquellos que se hayan sometido a un relleno de hialurónico, una revisión sistemática de métodos no quirúrgicos para el aumento de pene lo describen como una intervención segura, eficiente y con un alto porcentaje de satisfacción. Pero, además, parece tener una ventaja añadida: su efectividad contra la eyaculación precoz.
"Hay una corriente de pacientes que se están inyectando ácido hialurónico en el glande no solo para tenerlo más turgente y lustroso, sino también con intención de aguantar más teniendo relaciones sexuales, tener una eyaculación más retardada y poder tener relaciones de mayor duración", confirma el doctor Romero-Otero. "Cuando se ponen esas inyecciones, disminuye la sensibilidad y eso se relaciona con un retardo en la eyaculación". Aunque esto no tenga tanto que ver con la elongación del miembro, también está influido por las mismas causas: estándares de sexualidad influenciados por el porno y otras formas de cultura popular.
Más allá del pene: estética testicular
Además del hialurónico, el bótox ha llegado también con fuerza a las consultas de cirugía plástica masculina, pero no solo para embellecer el glande, sino los testículos.
"Una de las mayores demandas estéticas que estamos viendo es realizarse la escrotoplastia", confirma el director médico de la Clínica ROC. Consiste en una reducción de la piel para que la bolsa escrotal no cuelgue y quede ceñida a los testículos, "para que nos entendamos, que no tengan los cánones que tendría el David de Miguel Ángel".
Para mejorar el aspecto de sus testículos, otros pacientes están recurriendo al bótox. "Se está inyectando también en el escroto para que quede menos rugoso, más liso y visualmente más joven y firme".
En resumen, lo más diferencial y único que proporciona un cierto alargamiento, aunque sea estético, es la cirugía, y se recomienda solamente a aquellos casos graves de pene enterrado o micropene, que dificultan incluso mantener relaciones sexuales con normalidad. Además, tiene sus contrapartidas: la ganancia puede llegar a revertirse si no se usan métodos elongatorios y el miembro puede perder parte de su capacidad de erguirse.
Para el resto de hombres, acomplejados o ambiciosos, con un pene estándar, lo más recurrente es aumentar el grosor del pene con un implante dérmico o con infiltraciones de hialurónico, que es necesario repetir cada uno o dos años.
Tras varios siglos de búsqueda, esto es todo lo que la técnica puede ofrecerle actualmente a los hombres con problemas o complejos por el tamaño o la forma de su pene. ¡Para que luego digan que la medicina es androcéntrica!
Jorge Javier Vázquez es uno de los rostros más conocidos de la televisión en España, tiene una nómina y un patrimonio notables, pero ni todo el dinero del mundo podría ayudarle a hacer con su pene mucho más de lo que ya ha hecho. Médicamente hablando. El otro día, el presentador de Sálvame anunció en su programa que se había sometido a una intervención para engrosar su pene.