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Dolor de mandíbula, ya sea un leve malestar o insoportable: a qué se debe y qué hacer
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Dolor de mandíbula, ya sea un leve malestar o insoportable: a qué se debe y qué hacer

Este tipo de padecimientos pueden ser continuos durante todo el día o solo producirse al realizar movimientos de mandíbula. El gran problema es que pueden volverse crónicos en algunos casos o durar varios meses

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Hay pacientes que presentan malestar, tensión o incluso dolor insoportable en la articulación de su mandíbula y sus músculos temporomandibulares. Algunas personas, además, presentan rigidez, palpitaciones, dolor (facial, de cabeza, de oído o de garganta), chasquidos dolorosos y movimientos limitados o limitación de apertura. Los dolores pueden ser continuos durante todo el día o solo al realizar movimientos de mandíbula y pueden volverse crónicos en algunos casos o durar varios meses. Estos trastornos se denominan trastornos de la ATM (articulación temporomandibular).

En España, tres millones de personas sufren de este tipo de desórdenes, siendo mayor el porcentaje de mujeres (70%), estas con sintomatología de mayor gravedad y mayor tendencia a la cronicidad, según el Consejo General de Dentistas.

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Esta articulación conecta a modo de bisagra la mandíbula con la parte lateral de la cabeza (hueso temporal del cráneo) y sus músculos controlan sus movimientos para permitir las funciones comunes de hablar, reír, masticar tragar o bostezar. Sus movimientos son complejos pues implican deslizamiento de un lado a otro, de arriba hacia abajo y de dentro hacia fuera y son bilaterales pues cualquiera de ellos implica a las dos articulaciones temporomandibulares. Está recubierta de un cartílago fibroso, muy resistente a las presiones de los movimientos, pero muy sensible al rozamiento, y tiene un disco que se interpone entre las dos superficies articulares y las protege del roce facilitando el movimiento, aunque en ocasiones es el principal responsable de que se produzcan alteraciones, cuando se desplaza erróneamente, provocando bloqueos articulares. Por último, la oclusión (encajar los dientes superiores con los inferiores) es el final del movimiento de cierre mandibular y protege la articulación.

Síntomas

Los síntomas del dolor neuropático orofacial se describen normalmente como un dolor punzante o ardiente similar a una descarga eléctrica que puede llegar a ser insoportable, afectando al paciente en sus hábitos cotidianos, pudiendo crear en algunos casos sensación de incredulidad o incomprensión en su entorno. Pueden ser uno o una combinación de los siguientes:

  • Dolor en la mandíbula (irradiando a la cabeza, al oído o la garganta). La conexión con la cabeza, oído o garganta es clara por su cercanía y la multitud de nervios comunes que comunican las sensaciones por las mismas vías.
  • Dificultad o dolor al masticar.
  • Dolor intenso en la cara, constante o a la palpación.
  • Bloqueo de la articulación, con dificultades o limitación para abrir y cerrar la boca.
  • Chasquidos o sensación chirriante al abrir la boca o al masticar.
  • Tendencia a apretar o rechinar los dientes (bruxismo).
  • Dolor bilateral o unilateral (en un solo lado de la cara), esta última en pacientes que tienen una masticación unilateral y descompensan los movimientos y fuerzas de ambas articulaciones, causando asimetría en las arcadas de ambos lados.
  • Secuelas como la ansiedad, estrés y depresión. Es clara la relación entre el dolor crónico y la depresión, pero no tan claro si aparece como consecuencia del dolor o es la causante. Los estudios recientes apuntan a que esta relación es bidireccional. Determinados rasgos de personalidad predisponen a sufrir sintomatología de estrés incrementado, afectando a la tensión e hiperactividad y numerosos estudios demuestran que las personas con dolor crónico muestran mayores niveles de distrés psicológico (sufrimiento emocional), ansiedad, sentimiento de catastrofización y tendencia a somatizar, lo que incide en su peor recuperación.

Causas

Científicamente no se ha podido demostrar su causa pues en muchos de los casos se manifiesta sin una razón obvia y puede deberse a una combinación de factores, como:

  • Rechinar o apretar los dientes (bruxismo) a largo plazo (crónico).
  • El estrés, depresión o ansiedad provocan contracturas musculares con hábitos bruxistas.
  • Una mala oclusión (forma de encajar los dientes superiores con los inferiores).
  • Daños en el disco articular (situado en el interior de la articulación) para amortiguar los movimientos evitando el roce, similar al menisco de las rodillas. El disco se puede erosionar o se puede mover fuera de la alineación adecuada (dislocación o desplazamiento). Puede estar provocado por una apertura bucal excesiva y sostenida en el tiempo.
  • Una lesión de la mandíbula por un golpe o impacto, con fractura (rotura), luxación (cuando el hueso se sale de su posición original) o esguince (desgarro de los ligamentos), dañando la articulación.
  • Artritis o inflamación de las articulaciones, suele ser una afección bilateral y simétrica, que produce la lesión o luxación del cartílago de las articulaciones. Como factor de riesgo se considera la artritis reumatoide o la artrosis.
  • La genética o desórdenes del desarrollo. En un extenso estudio, los investigadores identificaron varios genes que son más comunes en personas que tienen un dolor grave de mandíbula. En la actualidad, prueban si el tratamiento temprano puede ayudar a las personas con ciertos genes a reducir el riesgo de desarrollar un trastorno crónico.
  • Ciertas enfermedades del tejido conectivo.

Diagnóstico

El especialista explorará la cavidad oral, las articulaciones de tu mandíbula, tu musculatura facial y cervical, además de revisar el historial médico y dental, usando pruebas de imagen como radiografías, escáner o resonancias, incluso reconstruyendo el cráneo y mandíbula en 3D.

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La exploración y pruebas anteriores, así como los registros de la boca (abierta y cerrada), permitirán dirigir los planes de tratamiento con toda la información necesaria sobre el estado de las articulaciones, determinando si es articular o muscular, así como la severidad o grado de disfunción.

Tratamiento

Generalmente son síntomas pasajeros que desaparecen con poco o ningún tratamiento e incluso cuando persisten, la mayoría de los pacientes no requieren un tratamiento agresivo.

Existen diferentes tratamientos con los que, independientemente del indicado, el paciente notará mejorías para paliar el dolor, eliminándolo por completo o limitándolo para conseguir una mejor calidad de vida. En función de la severidad y sintomatología, se pueden combinar varios tratamientos.

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  • En los casos más leves, ningún tratamiento, salvo los cuidados más básicos, que son recomendables para todos los estados:

-Comer alimentos blandos. Idealmente, debes seguir una dieta semiblanda: pasta, verdura cocida, huevos, sopas y cremas.

-Evita abrir mucho la boca, en general, todas las maniobras que requieran tener la boca abierta mucho tiempo de manera forzada, como los bostezos grandes, controlando el bostezo con la mano o bien bajando la barbilla al pecho.

-Utilización de frío y calor:

Frío (aplicación de hielo en la zona dolorida) en lesiones recientes y agudizaciones de lesiones previas.

Calor húmedo (paños templados en la zona dolorida) en lesiones crónicas.

-Evita malos hábitos como:
Masticar chicle, morderte las uñas, mordisquearte el labio o la mejilla, morder bolígrafos u otros objetos...
Morder y partir los alimentos con los dientes (bocadillos, manzanas...). Es recomendable, partir los alimentos en trozos pequeños.
Masticar por un solo lado. Procura repartir las fuerzas de la masticación.
Rechinar o apretar los dientes. Para relajar la mandíbula, mantén los labios juntos y los dientes separados.
Masticar caramelos masticables, frutos secos, verduras crudas ni alimentos que requieran una masticación prolongada.
Sostener el teléfono con el hombro.
Mala postura corporal. Evita el sedentarismo y procura hacer ejercicio de forma regular, manteniendo la cabeza erguida en el centro del cuerpo, los hombros a la misma altura ligeramente hacia atrás, espalda derecha, rodillas en ligera flexión, brazos relajados, abdomen en ligera tensión y pies separados a la altura de los hombros. Durante el descanso, evita dormir boca abajo, haciéndolo de lado y sin apoyar la cara en las manos.
Falta de sueño. Procura dormir 7-8 horas, con calidad.

-Acude regularmente a revisiones por tu especialista.

-Mantén los hábitos de cuidado e higiene adecuados.

-"El procesamiento del dolor, el sueño, el pensamiento y el estado de ánimo comparten los mismos neurotransmisores en el cerebro", por lo que, al mejorar un aspecto como el sueño, también se mejora con respecto al dolor. Se ha demostrado que las personas que experimentan ciertos tipos de dolor se benefician con el ejercicio, la acupuntura, el masaje o el yoga.

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  • Férula de descarga nocturna (en casos de rechinamiento de dientes o bruxismo). Es un aparato de resina transparente que se coloca en una de las arcadas dentarias, para evitar el contacto de los dientes, obligando a una correcta posición mandibular. Permite aliviar la articulación y proteger los dientes de movimientos excéntricos y evitar su desgaste por el rozamiento.
  • Tratamiento oclusal (retoque de la forma de encajar los dientes superiores con los inferiores).
  • Medicación (antiinflamatorios y analgésicos), para aliviar la fase aguda.
  • Fisioterapia manual, normalmente con sesiones cada 3 o 4 días, combinado con medidas y ejercicios domiciliarios (bucales, faciales y linguales de estiramientos, movilidad y relajación) durante los días de reposo. En algunos casos, se derivará al área de cinesiterapia (rama de la fisioterapia consistente en la reeducación postural a través del movimiento). Recomendamos recurrir a un especialista con máster en fisioterapia de la ATM en dolor orofacial y disfunción craneomandibular.
  • Terapia cognitiva conductual, es un tipo de terapia psicológica, en la que mediante la ayuda de un psicoterapeuta se realizan sesiones que te ayuden a cambiar la forma en que piensas y sientes para que puedas regular mejor tus emociones y aprendas estrategias y técnicas que te permitan afrontar mejor las enfermedades que padeces y rebajar la tensión emocional.
  • Acupuntura: reduce la sensación de dolor al estimular directamente los nervios, liberando neurotransmisores y endorfinas (sustancias naturales que ayudan a disminuir y bloquear la percepción del dolor y el estrés por parte del cerebro). Colocar agujas de acupuntura directamente en el centro del músculo de la mandíbula provoca una contracción muscular que puede liberar la tensión acumulada.
  • Toxina botulínica (bótox), aplicado a los músculos masticatorios para reducir su contractilidad, la fuerza que se realiza durante la masticación y los hábitos bruxistas. Este tratamiento se realiza cada cierto tiempo para renovar el efecto.
  • Aplicación intraarticular de PRP (plasma rico en plaquetas), que contiene elementos para regenerar el cartílago en casos de degeneración del mismo, en estudios in vitro e in vivo con resultados prometedores, con reducción del dolor en un 80% y aumento de la apertura.
  • Cirugía (en los casos más graves). Es importante conocer los riesgos que esta implica, antes de someterse a esta intervención. Para algunas personas, puede empeorar la situación y no se puede volver a la situación anterior.

Hay pacientes que presentan malestar, tensión o incluso dolor insoportable en la articulación de su mandíbula y sus músculos temporomandibulares. Algunas personas, además, presentan rigidez, palpitaciones, dolor (facial, de cabeza, de oído o de garganta), chasquidos dolorosos y movimientos limitados o limitación de apertura. Los dolores pueden ser continuos durante todo el día o solo al realizar movimientos de mandíbula y pueden volverse crónicos en algunos casos o durar varios meses. Estos trastornos se denominan trastornos de la ATM (articulación temporomandibular).

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