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Hipertensión y estrés, ¿dos caras de una misma moneda?
  1. Bienestar
EFECTOS INESPERADOS

Hipertensión y estrés, ¿dos caras de una misma moneda?

Que el exceso de sal sube la tensión no es algo nuevo. Ahora bien, que exista una posible relación entre este condimento y el estrés podría serlo. Así lo sugiere un estudio reciente

Foto: El consumo excesivo de sal está relacionado con la tensión arterial alta. (iStock)
El consumo excesivo de sal está relacionado con la tensión arterial alta. (iStock)

La moneda a la que hace referencia el título de este artículo sería la sal. Y es que la comunidad científica vuelve a alertar acerca del riesgo cardiovascular y renal al que nos exponemos debido al consumo excesivo y continuado de sal. Esta advertencia viene avalada por un estudio reciente realizado en ratones que sugiere que una dieta alta en este condimento se asocia con niveles más elevados de la hormona del estrés, lo cual, en exceso, es perjudicial para el organismo.

Las consecuencias para la salud que tiene llevar una dieta con alto contenido en sal no es algo que nos pille por sorpresa. De hecho, el mensaje que relaciona la sal y la hipertensión está bastante interiorizado en la población en general. No en vano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva años alertando de ello.

"La sal no deja de ser una droga, genera adicción y se necesita cada vez más dosis"

Las conclusiones del estudio publicado por la European Society Cardiology "vienen a reforzar la idea de que la sal activa mecanismos deletéreos en nuestro organismo, de los que muchas veces no vemos más que el final: la enfermedad cardiovascular", señala la doctora Carmen Rus Mansilla, especialista en Cardiología en el Hospital Alto Guadalquivir y miembro de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

¿Cómo se va de la sal al estrés?

Además de las patologías del corazón a las que hace referencia la experta, el estudio sugiere que otro posible desenlace podría ser el incremento del estrés. Ahora bien, si la relación entre la sal y la hipertensión, en principio, está fuera de toda duda, no es tan evidente el nuevo vínculo sugerido entre la sal y el estrés.

¿Qué vínculo se establece entre ambos? Según la experta, "una de las explicaciones de la activación del eje de la hormona del estrés podría ser que, por medio de reacciones complejas, la sal no deja de ser una droga, genera adicción y se necesita cada vez más dosis; otra es la retención de agua y otros electrolitos que provoca la sal en exceso".

placeholder Superar la recomendación diaria máxima de sal podría elevar el nivel de estrés. (iStock)
Superar la recomendación diaria máxima de sal podría elevar el nivel de estrés. (iStock)

Además, Rus remarca que "el estrés y la retención de agua con la sal son herramientas adaptativas que en la especie humana han servido evolutivamente para dar respuesta inmediata ante un peligro inminente, pero que, sostenidas en el tiempo, son perjudiciales".

Bajar el nivel de estrés, una entre muchas ventajas

La OMS sitúa el límite en cuanto al consumo de sal en 5 g diarios para un adulto. Sin embargo, hay instituciones como la American Heart Association que bajan el listón todavía un poco más. De hecho, bastante más, ya que recomienda no superar los 2,3 g al día en la población en general, y los 1,5 g en aquellas personas que padecen tensión arterial alta.

Foto: Reduce el riesgo de padecer hipertensión o un infarto sin renunciar a tomar sal (iStock)

Sabemos los riesgos a los que nos enfrentamos cuando nos movemos por encima de esos valores. La experta resume los más importantes: "La hipertensión es uno de los factores de riesgo cardiovascular más importante relacionado con el consumo de sal. Esta patología nos lleva enfermedades del corazón y las arterias: infarto de miocardio, ictus, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, etc. Los órganos que más se dañan en la hipertensión son el corazón, los riñones y el cerebro".

Una retahíla de efectos que no aparecen siempre en todas las personas, ni con la misma severidad, ya que "existen individuos más sensibles a la sal que otros, y en estos pacientes existe un fallo de los riñones en la función de eliminación de sodio y agua. En este caso, la sal es más dañina que en la población general".

No es necesario añadir sal a las comidas, ya que los alimentos ya la contienen de forma natural

Hasta aquí hemos visto los efectos (siempre dañinos) que tiene el exceso de sal, pero ¿cómo reacciona nuestro organismo si cumplimos con los consejos más estrictos y disminuimos la sal? Para la doctora Rus, todo son ventajas: "El organismo encontraría su equilibrio en el manejo de electrolitos (sodio, potasio, cloro), mejoraría el control del agua, aumentaría la cantidad de orina, que sería menos concentrada, y bajarían los niveles de tensión arterial". Y si tenemos en cuenta el estudio mencionado, "también mejoraría el comportamiento y los niveles de estrés".

Algo totalmente prescindible

Cuando consultamos cuál es el consumo de sal diario máximo recomendado por tal o cual institución, es conveniente tener en cuenta que esa cantidad se refiere a la que nuestro organismo requiere para su correcto funcionamiento. Ahora bien, el quid de la cuestión es que ese aporte podemos obtenerlo sin recurrir al salero, ya que "los alimentos ya contienen sal. De hecho, si no añadiéramos nada a las comidas, tendríamos suficiente", asegura la experta.

placeholder Reducir la sal en la dieta tiene numerosos beneficios para la salud. (iStock)
Reducir la sal en la dieta tiene numerosos beneficios para la salud. (iStock)

Ahora bien, que no sea necesario añadir sal en nuestros platos no significa que no sea una sustancia absolutamente imprescindible para la vida. Así lo argumenta Rus: "El sodio es uno de los principales electrolitos extracelulares. Las membranas celulares necesitan sodio y cloro para funcionar; el sistema eléctrico del corazón también lo precisa, ya que son iones y tienen carga eléctrica, y también las neuronas". Y continúa: "El sodio es una de las señales que hacen que los riñones eliminen más o menos orina, y también pone en marcha sistemas de regulación hormonal. Tiene unos niveles muy estrictos en sangre. Tiene que estar entre 136 y 145 mEq/L".

El peligro está en el consumo continuado

Un aperitivo que incluya unas tapas de encurtidos, jamón serrano y una tabla de quesos curados es, desde el punto de vista nutricional, una opción con un elevado aporte en sal, lo que lo convierte en algo no muy recomendable, especialmente si los comensales son personas hipertensas. Ahora bien, no se trata de eliminar completamente este tipo de alimentos de nuestra dieta, sino de que su frecuencia sea ocasional, ya que el riesgo reside en el consumo frecuente y continuo.

Foto: Foto: Unsplash.

"El organismo está diseñado para controlar los picos puntuales de consumo de sal, el problema es cuando se mantiene en el tiempo y fracasan los mecanismos compensadores. Con el estrés pasa lo mismo", aclara la doctora. De hecho, esta constancia, como factor a tener en cuenta, también se refleja en el artículo mencionado, ya que "la respuesta más llamativa se obtiene a partir de la primera semana, cuando comienza el aumento de la hormona del estrés", apostilla Rus.

Se gana mucho más de lo que se pierde

A las ventajas para la salud que tiene mantenernos en la horquilla de consumo inocuo de sal, la experta añade otra más que quizá se nos escapaba. Se trata de la posibilidad de volver a disfrutar de los sabores reales de los alimentos. Y es que, según la doctora Rus, "en esta sociedad nuestra en la que todo tiene tanto aditivo, no acabamos de apreciar bien los sabores auténticos de los alimentos".

Y añade: "Cuando se elimina la sal de la dieta, o se reduce, salen a relucir los sabores y matices verdaderos de los alimentos, no sabe todo igual. Ocurre igual que con los fumadores, que cuando dejan de fumar comienzan a experimentar de nuevo los olores. Mi recomendación es volver a los sabores tradicionales, los alimentos de temporada, alimentos crudos o con poca elaboración, y eliminar en la medida de lo posible los alimentos procesados, platos preparados, encurtidos y enlatados, que es lo que más sal incorpora (y otros aditivos que ni nombro). Nuestras papilas gustativas nos lo agradecerán".

La moneda a la que hace referencia el título de este artículo sería la sal. Y es que la comunidad científica vuelve a alertar acerca del riesgo cardiovascular y renal al que nos exponemos debido al consumo excesivo y continuado de sal. Esta advertencia viene avalada por un estudio reciente realizado en ratones que sugiere que una dieta alta en este condimento se asocia con niveles más elevados de la hormona del estrés, lo cual, en exceso, es perjudicial para el organismo.

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