Menú
El gran problema que tiene la oncología y que los políticos no resuelven
  1. Bienestar
Petición de los médicos

El gran problema que tiene la oncología y que los políticos no resuelven

La ciencia avala la eficacia de los modernos antitumorales, pero sus potenciales beneficios se quedan en papel mojado si las trabas burocráticas impiden que lleguen a los pacientes. Los oncólogos apremian a los políticos a tomar medidas para agilizar

Foto: Sesión plenaria en el Congreso de los Diputados. (EFE/Emilio Naranjo)
Sesión plenaria en el Congreso de los Diputados. (EFE/Emilio Naranjo)

Atrás han quedado los tiempos en los que la palabra cáncer era sinónimo de pronóstico infausto -aunque realmente no fuera así para algunos tumores -, una perspectiva en la que pesaba mucho no acudir al médico hasta que la enfermedad estaba ya tan avanzada que las posibilidades de superarla se reducían al mínimo, pero también tener poca variedad de tratamientos y unas técnicas de diagnóstico poco sofisticadas.

El panorama ahora es muy diferente. El extraordinario progreso tecnológico de los últimos años ha llevado a desarrollar aparatos para el diagnóstico por imagen impensables hasta hace pocos años; las técnicas moleculares permiten descifrar todos los secretos de un tumor (también sus puntos débiles); los tratamientos son sofisticados y variados -la inmunoterapia es una auténtica revolución-, y su combinación permite atacar la enfermedad desde diferentes ángulos.

Casi a diario, la ciencia difunde nuevos hallazgos que alientan la quimera de poder acabar de una vez por todas con el cáncer (una ilusión que no pasa de ahí porque, en realidad, el cáncer son más de 200 enfermedades). El cambio en este campo ha sido de tal calibre que "los oncólogos tenemos que olvidar lo que hemos aprendido a lo largo de los años para abordar la enfermedad según los hallazgos más recientes", asegura el profesor Eduardo Díaz Rubio, presidente de la Academia Española de Medicina y un referente de la oncología patria.

Foto: Un paciente en la sala de quimioterapia. (iStock)

Sin embargo, todo ese extraordinario desarrollo está lastrado por la demora en el acceso a los fármacos innovadores contra el cáncer. Acelerar la incorporación de los nuevos medicamentos a la práctica clínica es una reivindicación ya clásica de los oncólogos, y así lo ha expuesto Díaz Rubio en diferentes ocasiones en el Senado y en Congreso.

Espiral de aprobaciones

"Sobre el acceso a los medicamentos innovadores hemos hablado en todos los foros, con las asociaciones de pacientes, con los oncólogos y, lo más importante, con las autoridades. Desde que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprueba un fármaco hasta que llega al enfermo en España pasan muchos meses, hasta 20 en algunos casos, un tiempo que no pueden esperar muchas personas con cáncer", ha destacado el presidente de la Academia durante la presentación del 25 Simposio Revisiones en Cáncer, una cita clásica que congrega a cientos de médicos de diferentes especialidades y en la que se exponen los avances del año en el abordaje de la enfermedad.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

"Desde que la EMA aprueba un fármaco hasta que los diferentes países también lo aprueban y, lo que es más importante, lo financian, transcurre demasiado tiempo", unas palabras que ilustran lo que ocurre en nuestro país, "pero no en otros estados comunitarios, como Alemania, porque lo han solucionado".

En España, el visto bueno por parte de la EMA no es más que el primer eslabón de una larga cadena de aprobaciones que tiene que superar el nuevo fármaco aspirante para incorporarse al arsenal terapéutico. "Después de esperar, en algunos casos hasta dos años, a que la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) lo apruebe, hay 17 autonomías y cada una toma una decisión distinta, y cada una de ellas, a su vez, hace una reaprobación del fármaco, unas lo financian y otras no, y luego, en cada hospital, el farmacéutico o el gerente dice este año no, para el que viene", describe Díaz Rubio. "Al final, el paciente es el perjudicado".

¿Devolver competencias al Ministerio de Sanidad?

Para el también patrono de honor de la Fundación ECO (para la Excelencia y Calidad de la Oncología), es hora de implementar un programa que ponga fin a la situación y "dada la variabilidad entre comunidades, pienso que estas cosas deberían estar centralizadas en el Ministerio de Sanidad a través del Consejo Interterritorial".

"Un fármaco puede ser aprobado y no financiado, pero lo peor que puede ocurrir es que ni se apruebe ni se financie"

¿Por qué los políticos no toman medidas? "Ese es el tema. Es algo perentorio; hace unas semanas yo lo he hablado, como presidente de la Academia de Medicina, en la mesa de sanidad del Congreso de los Diputados, también se ha hecho una ponencia en el Senado, se ha puesto encima de la mesa", ha asegurado el profesor. "Lo único que tienen que hacer los responsables es tomar medidas para evitar esta situación. Si otros países lo han conseguido, ¿por qué no se puede hacer en España?".

En el galimatías burocrático hay que saber distinguir aprobación de financiación: "Un fármaco puede ser aprobado y no ser financiado, pero lo peor es que ni se apruebe ni se financie".

Con todo, el oncólogo cree que está mejorando la coordinación entre las agencias reguladoras (la FDA estadounidense, la EMA europea y la AEMPS española) y que los plazos se están acortando. Pero "al final depende de cada una de las comunidades y de cada hospital dar entrada a un nuevo fármaco. La variabilidad está multiplicada en oncología".

El diagnóstico final deja poco margen para la duda: "El acceso a fármacos es, tal vez, el mayor reto actual en oncología".

Atrás han quedado los tiempos en los que la palabra cáncer era sinónimo de pronóstico infausto -aunque realmente no fuera así para algunos tumores -, una perspectiva en la que pesaba mucho no acudir al médico hasta que la enfermedad estaba ya tan avanzada que las posibilidades de superarla se reducían al mínimo, pero también tener poca variedad de tratamientos y unas técnicas de diagnóstico poco sofisticadas.

Salud
El redactor recomienda