Un estudio desmonta el famoso mito de los dos litros de agua al día
Las opciones para obtener la cantidad que tu cuerpo requiere son muy variadas. De hecho, solo un tercio de la hidratación humana proviene de la ingesta única de agua
Beber dos litros de agua al día es un mito. De hecho, lleva siéndolo desde hace casi ochenta años, que se dice pronto. Esta recomendación, que a veces podemos encontrar en páginas y a veces en boca de alguien, ya no se sostiene más: el vaso de esta costumbre infundida se ha desbordado gracias a un nuevo estudio y, aunque parece que no ha sido fácil, ya lo podemos decir con la certeza de la ciencia. Sí, es un mito.
Como explican desde el portal de Investigación y Ciencia, su origen se atribuye a "un malentendido de los medios de comunicación" sobre las declaraciones de la Junta del Consejo Nacional de Investigación de Alimentación y Nutrición de Estados Unidos en 1945. Por entonces, aquel organismo oficial del país norteamericano manifestó que "un aporte adecuado de agua para los adultos son 2,5 litros cada día en la mayoría de los casos. Un estándar normal para personas diversas sería un mililitro por cada caloría de alimento. La mayoría de esta cantidad está presente en las comidas".
Aquellas palabras llegaron a una audiencia que nacía como masa reflejada en la pantalla de la televisión. Así, dicho y hecho: cuando las declaraciones de algún que otro médico en algún que otro programa llegaron a las casas, la necesidad ya estaba clavada en la mente de muchos. Pero era errónea o, al menos, imprecisa. De ahí que el consejo de beber 2 litros de agua al día, en realidad, nunca tuvo ningún respaldo científico.
El equilibrio adecuado
Para entenderlo hay que comprender primero cómo funciona el cuerpo humano al respecto. Por lo tanto, empecemos por el principio: si bien es cierto que todas las personas necesitamos agua a diario, podemos obtenerla de fuentes muy variadas… Desde tu bebida habitual como el café o el té hasta un sinfín de alimentos sólidos que de manera natural la contienen.
En la actualidad, y con los datos en la mano, para mantener un equilibrio adecuado de agua, sales y minerales, las autoridades sanitarias recomiendan a los adultos beber un litro de líquido por cada mil kilocalorías consumidas. Si haces las cuentas, comprobarás que esta recomendación corresponde a unos dos litros para alguien que consuma dos mil calorías al día, así que, efectivamente, quizá por eso ha perdurado la costumbre con todos sus errores a la vista.
Sin embargo, la mayoría de nosotros nos mantenemos hidratados con lo que bebemos y también con lo que comemos: según un estudio de 2013 en el que participaron casi 16.000 estadounidenses adultos, solo un tercio de la hidratación humana proviene de la ingesta de agua sola. Vamos, que igual la exactitud es un poco orientativa.
Resultados en miles de personas
Un estudio realizado por un equipo internacional de científicos ha querido evidenciarlo. Para ello, sus autores, Yosuke Yamada, Xueying Zhang, Mary E. T. Henderson y otros compañeros, han cuantificado el volumen de intercambio de agua de 5.604 personas de entre 8 días de vida hasta 96 años y procedentes de 23 países. Todas ellas, además, tenían nivel socioeconómico, tamaño corporal, frecuencia de actividad física y porcentaje de grasa corporal muy diferente entre sí.
Que el agua se renueve constantemente en nuestro cuerpo mediante su ingesta, producción en el organismo, intercambio y eliminación guarda una estrecha relación con las necesidades de cada persona
Los participantes tuvieron que beber en torno a 100 mililitros de agua con un 5% de agua con deuterio, un isótopo estable del hidrógeno. La dilución de dicho isótopo en cada organismo permitió llevar a cabo una medición objetiva del proceso de renovación del agua y del agua corporal total en cada persona. Se trata de un método de rastreo conocido por el que se marca el agua, en este caso con (²H).
Que el agua se renueve constantemente en nuestro cuerpo mediante su ingesta, producción en el organismo (a partir del metabolismo), intercambio y eliminación guarda una estrecha relación con las necesidades de cada persona, y nunca son exactamente las mismas. Eso sí, por lo general, la renovación de agua en cualquier persona siempre va a ser mayor que las necesidades de este líquido, ya que un 15% de esta renovación es la que se da por el metabolismo, que libera agua, y el intercambio de este líquido a partir del aparato respiratorio o la piel.
Las claves de la necesidad
En este sentido, el experimento demostró lo que todos estamos pensando: que la velocidad en el intercambio de agua en cada uno era muy variable y dependía de múltiples características de las personas y el lugar de residencia. Según los resultados, el factor que más peso tuvo en el proceso de intercambio de agua fue el gasto energético. Por esta razón, los hombres de entre 20 y 35 años tenían un mayor intercambio de agua (de media, 4,2 litros de agua al día). En comparación, las mujeres de una edad similar tenían valores de 3,3 litros diarios.
Estos datos ya muestran que la recomendación de beber dos litros de agua al día no es adecuada para la gran mayoría de la población. Esta cantidad es en muchos casos excesiva, si se consideran las necesidades de las personas y que, normalmente, más de la mitad de la ingesta de agua se da a través de los alimentos. Así, si eres una persona sana, la recomendación general es clara: bebe agua cuando tengas sed.
Por si fuera poco, los autores del estudio encontraron que el proceso de renovación se aceleraba en los cuerpos de quienes residían en ambientes cálidos y húmedos, así como también en zonas de considerable altitud. Además, las personas que realizaban más actividad física, las embarazadas y las mujeres lactantes también tenían un mayor intercambio de agua. En cambio, a mayor edad, el proceso era menor. Por ejemplo, en los hombres y las mujeres de 90 años, este era de tan solo 2,5 litros al día. Cada uno de estos datos aparecen recogidos de manera visual en el portal de la National Library of Medicine de Estados Unidos.
Millones de personas siguen sin agua potable
A partir de estos hallazgos y de las conclusiones, los investigadores han creado una ecuación a modo de facilitar a toda la sociedad el conocimiento en torno al propio cuerpo, cómo funciona este y cómo hace funcionar todo aquello que ingiere, en este caso algo tan primordial como el agua. Que sea primordial, pues, no significa que la necesitemos en las mismas cantidades todos. Por tanto, predecir la renovación de agua diaria en el cuerpo humano de forma personalizada podría ser el primer paso para dejar atrás las nociones falseadas.
Para ello, puedes tener en cuenta que un chico de 20 años que no sea atleta (pero que tenga una actividad física promedio), con un peso aproximado de 70 kg, que viva al nivel del mar en un país desarrollado con una calidad media del aire y una temperatura media de 10 grados y una humedad relativa del 50%, tomaría y perdería alrededor de 3,2 litros de agua por día. Una mujer de la misma edad y nivel de actividad, que pese 60 kg y viva en el mismo lugar, consumiría 2,7 litros. Con ello como base, duplicar la energía que usa una persona aumentará su producción diaria de agua esperada en aproximadamente un litro. Y cincuenta kilogramos más de peso corporal añaden 0,7 litros al día. Además, un aumento del 50% en la humedad aumenta el consumo de agua en 0,3 litros.
Además, cabe recordar que, pese a depender de ella para sobrevivir, una de cada tres personas en el mundo (2.200 millones en total) todavía no tienen acceso a agua potable. El modelo económico que sirve a los países enriquecidos a través de la devastación de otros territorios, la crisis climática a la que en buena medida ha conducido dicho modelo, las sequías asociadas a esta y el crecimiento demográfico global pueden seguir empeorando aún más esta situación en el futuro si no se actúa de inmediato.
Yamada, Zhang, Henderson y el resto del equipo subrayan al respecto que cuantificar las necesidades de agua de las personas y los factores que influyen en ello es crítico para tomar decisiones de salud pública globales, tales como establecer suministros mínimos para todos de agua para beber y comida abundante (no olvidemos que en esta el agua también es protagonista).
Beber dos litros de agua al día es un mito. De hecho, lleva siéndolo desde hace casi ochenta años, que se dice pronto. Esta recomendación, que a veces podemos encontrar en páginas y a veces en boca de alguien, ya no se sostiene más: el vaso de esta costumbre infundida se ha desbordado gracias a un nuevo estudio y, aunque parece que no ha sido fácil, ya lo podemos decir con la certeza de la ciencia. Sí, es un mito.