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Guía breve del síndrome de las piernas inquietas: origen, síntomas y tratamiento de una patología complicada
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DIFÍCIL DE CONTROLAR

Guía breve del síndrome de las piernas inquietas: origen, síntomas y tratamiento de una patología complicada

En ocasiones, sus síntomas afectan tanto a la calidad de vida de las personas que lo sufren que pueden desencadenar crisis nerviosas, ansiedad e incluso depresión

Foto: El síndrome de piernas inquietas se caracteriza por la necesidad imperiosa de mover las piernas. (iStock)
El síndrome de piernas inquietas se caracteriza por la necesidad imperiosa de mover las piernas. (iStock)

No se trata de una enfermedad mortal, pero eso no es suficiente razón para restarle importancia al síndrome de las piernas inquietas (SPI), una patología que afecta a dos millones de personas en nuestro país, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Un dato que, a pesar de que ya es preocupante por sí solo, aún lo es más si tenemos en cuenta el hecho de que, según el mismo organismo, se estima que probablemente hasta un 90% de los afectados esté sin diagnosticar.

Relación del SPI con la diabetes y la depresión

Aunque no hay una relación causa-efecto, lo cierto es que existe cierta evidencia de que el SPI podría asociarse a un aumento de riesgo de diabetes, hipertensión, obesidad, síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares. "Estas asociaciones -sostiene la doctora Elena Urrestarazu, especialista de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra- son similares a las observadas en la privación crónica de sueño, consecuencia muy frecuente de las alteraciones del sueño en el SPI, por lo que no se puede descartar que sea el nexo de unión".

Se estima que dos millones de personas padecen el síndrome de las piernas inquietas

Pero ahí no queda la cosa. Además de los efectos sobre la salud física, se ha comprobado que el SPI puede favorecer la aparición de trastornos como la depresión. Y es que "su impacto en la calidad de vida es muy alto", afirma la experta. De hecho, asevera que "la prevalencia de ansiedad y depresión en las personas que sufren SPI es muy alta. Por ejemplo, el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad generalizada es más de 3 veces mayor que en la población general, y el riesgo de depresión es más de 2,5 veces mayor". Y añade: "También presentan un aumento de pensamientos suicidas, si bien todas las consecuencias sobre la salud mental son proporcionales a la gravedad del cuadro".

placeholder El síndrome de piernas inquietas puede afectar mucho a la calidad de vida del que lo sufre. (iStock)
El síndrome de piernas inquietas puede afectar mucho a la calidad de vida del que lo sufre. (iStock)

Además, según varios estudios publicados, "este impacto del SPI sobre la salud mental puede ser igual e incluso mayor que el de otras enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, la insuficiencia cardiaca o la EPOC", apostilla.

Las mujeres son más proclives, pero no son las únicas

Como ya apuntábamos, el infradiagnóstico es uno de los aspectos que más complican el tratamiento de la enfermedad. Esa es la realidad de una enfermedad que, sin ser grave, tiene un alto impacto en la calidad de vida y en la salud de los afectados. "La mayoría de los casos son leves, pero un 20% son formas graves", apunta la doctora. Además, "los casos primarios son más frecuentes en mujeres y la prevalencia aumenta según avanza la edad. El embarazo es otro momento de la vida en el que pueden aparecer los síntomas", puntualiza la experta. Estos, tal y como resume Urrestarazu, serían "una sensación anormal en las piernas que genera una necesidad imperiosa de moverlas. Empeora en reposo y se alivia, al menos parcialmente, con el movimiento. Una característica fundamental es que aparece o empeora en las últimas horas de la tarde y por noche, es decir, tiene un ritmo circadiano". Además, "aunque hablamos de las piernas, en algunas ocasiones -puntualiza-, sobre todo en casos avanzados, este síndrome puede afectar también a brazos y tronco".

Foto: Foto: Freepik.

Para evitar o reducir las probabilidades de que aflore, "es importante mantener una buena higiene del sueño, con horarios regulares y tiempo suficiente en cama, practicando ejercicio al menos seis horas antes de acostarse y llevando una dieta sana", prescribe la doctora. Y advierte que "el tabaco y el alcohol pueden desencadenar o empeorar los síntomas de piernas inquietas en personas predispuestas, por lo que hay que evitarlos".

Ni los genes ni el ambiente por sí solos explican su origen

Poco se puede hacer para prevenir una patología de la que no se conocen sus causas. La ciencia no tiene, a día de hoy, una respuesta clara y definitiva que zanje cuestiones como cuál es la causa del síndrome de las piernas inquietas. Ahora bien, la investigación avanza y, poco a poco, va aportando estudios y conclusiones sobre los que cimentar posibles teorías. En este sentido, "parece que, en muchos casos, el origen podría estar en una alteración del metabolismo del hierro, especialmente a nivel del cerebro", señala la doctora, quien añade que "cada vez hay más estudios científicos que sugieren un origen complejo, multifactorial, con factores tanto genéticos como no genéticos que contribuyen a la susceptibilidad. La presencia de antecedentes familiares es muy alta y la probabilidad de heredar el SPI dentro de una familia suele ser del 50-60%".

El riesgo de sufrir depresión aumenta 2,5 veces entre las personas con síndrome de piernas inquietas

En este escenario etiológico, en el que todavía queda un largo camino por recorrer, no se ha podido establecer una vinculación entre factores ambientales y la enfermedad, "pero sí se conocen enfermedades en las que la prevalencia es más alta, como la ferropenia -incluso sin anemia-, las polineuropatías o la insuficiencia renal", remarca.

Periodos incapacitantes y otros sin síntomas

El desarrollo de esta enfermedad no presenta una progresión lineal ni constante. De hecho, se alternan épocas intensas con otras más ligeras y llevaderas. Durante un tiempo, los síntomas pueden agudizarse tanto que resulten invalidantes y después pasar a ser más leves, e incluso se puede estar asintomático.

placeholder Si los síntomas afectan a la vida diaria, hay que acudir al médico. (iStock)
Si los síntomas afectan a la vida diaria, hay que acudir al médico. (iStock)

La experta aconseja que "cuando esos síntomas afecten a nuestra vida diaria, deberíamos acudir al médico. Solo un especialista puede hacer un buen diagnóstico, ya que hay otras enfermedades con manifestaciones similares".

Control de lo síntomas leves, moderados y graves

Dado que es una enfermedad crónica, el principal objetivo es que el SPI altere lo menos posible la cotidianeidad de los afectados. Para ello, la especialista apunta algunos consejos como:

  • Una buena higiene de sueño.
  • La práctica de ejercicio moderado.
  • Masajes.
  • Realizar estiramientos.
  • Remojar los pies en agua templada o fría
Foto: El síndrome de piernas inquietas está vinculado con las migrañas

Estas recomendaciones están indicadas para los casos más leves. Si se tratara de pacientes con un cuadro moderado o grave, sería el momento de valorar los tratamientos farmacológicos. "Existen distintas posibilidades como ciertos antiepilépticos, agonistas dopaminérgicos e incluso opiáceos, aunque, en muchos casos, la primera opción es la administración de hierro que, en pacientes graves, puede ser vía intravenosa", detalla Urrestarazu, quien insiste en la importancia de que sea un especialista el que establezca el diagnóstico e indique el tratamiento más apropiado para cada caso ya que "mal indicado o en dosis inapropiadas puede llegar a empeorar el cuadro".

No se trata de una enfermedad mortal, pero eso no es suficiente razón para restarle importancia al síndrome de las piernas inquietas (SPI), una patología que afecta a dos millones de personas en nuestro país, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Un dato que, a pesar de que ya es preocupante por sí solo, aún lo es más si tenemos en cuenta el hecho de que, según el mismo organismo, se estima que probablemente hasta un 90% de los afectados esté sin diagnosticar.

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