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¿Por qué creemos en mierdas? De los 'aliens' a Ricky Martin, el perro y la mermelada
  1. Bienestar
Entrevista a Ramón Nogueras

¿Por qué creemos en mierdas? De los 'aliens' a Ricky Martin, el perro y la mermelada

El psicólogo analiza en su último libro el poder que tiene nuestra mente para engañarnos a nosotros mismos, todo lo que nos lleva a creer en el tarot, marcianos, viajes astrales, bulos de WhatsApp y un sinfín de absurdos

Foto: Ilustración elaborada por IA/EC Diseño.
Ilustración elaborada por IA/EC Diseño.

Nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido más acceso a información que ahora. Nunca antes nuestro conocimiento sobre el mundo en el que vivimos y su funcionamiento ha sido comparable al que hoy atesoramos. Y, sin embargo, ¿cómo es posible que creamos firmemente en bulos y supersticiones? ¿Por qué damos por buenas y difundimos historias y noticias que nunca han ocurrido? ¿Qué explica que, a pesar de las evidencias, no estemos dispuestos a cambiar de opinión o a modificarla siquiera?

El psicólogo Ramón Nogueras trata de dar respuesta a estas y otras preguntas en su libro Por qué creemos en mierdas: Cómo nos engañamos a nosotros mismos (Kailas).

placeholder 'Por qué creemos en mierdas'.
'Por qué creemos en mierdas'.

PREGUNTA. Se acaban de cumplir 24 años de uno de los grandes bulos de España: Ricky Martin, el perro y la mermelada. Aunque esto realmente nunca pasó, a día de hoy hay gente que piensa que sucedió, incluso algunos confirman haberlo visto en televisión. ¿Cómo puede ser que haya gente que crea haber visto algo que nunca ocurrió?

RESPUESTA. Para empezar, la memoria es bastante modificable. Si tú escuchas muchas veces una historia, puede ser que modifiques tu recuerdo para insertarte en esa historia. Además, cuando hay muchísima presión social porque mucha gente dice que lo ha visto, puedes acabar convenciéndote de que tú también lo has visto.

La memoria no es una grabadora, la memoria está condicionada por lo que nosotros queremos creer. En este caso, podemos querer creerlo porque es una cosa tan sorprendente, tan llamativa y tan divertida que mucha gente quería que fuese verdad y alguno modificó sus recuerdos.

La memoria se alimenta de lo que nosotros nos contamos a nosotros mismos. Por lo tanto, cada vez que intentamos recordar algo, nos abrimos a modificar ese recuerdo.

Foto: Concha Velasco, desmintiendo los supuestos hechos. (Atresmedia)

P. “Me duele la rodilla, eso es que va a llover”. Esta frase tan repetida de punta a punta de España es un claro ejemplo de la creencia del vínculo del dolor artrítico y el clima. Sin embargo, en los 90 demostraron que tal relación no existía. ¿Cómo es posible que se asocie un dolor físico a una situación climática, si no tienen relación?

R. Porque somos muy buenos encontrando relaciones entre eventos y sucesos que no tienen por qué tenerla. A lo mejor una persona observa que en algunas ocasiones le han dolido las articulaciones y ha llovido, y traza esa relación. Entonces ya empieza a buscar eventos que confirman este punto de vista: estará más atento a las veces que llueva a ver si realmente tiene un dolor articular; pero tenderá a no prestar tanta atención y a olvidar las veces que le ha dolido sin que lloviese y las que lloviese y no le haya dolido.

A esto lo llamamos sesgo de confirmación. Se trata de la tendencia que tenemos a buscar la información que confirma nuestro punto de vista y opera también, como hemos dicho, modificando los recuerdos.

La evidencia experimental muestra estadísticamente que la gente no puede predecir la lluvia con las articulaciones, pero la forma en la que nosotros recordamos y percibimos las cosas hace que nos convenzamos de que eso es así porque es lo que queremos creer.

"La evidencia muestra que la gente no puede predecir la lluvia con las articulaciones"

P. Hablemos de los viajes astrales, ¿cómo es posible entrar en tal situación de trance como para considerar tener una experiencia extracorpórea?

R. Los viajes astrales se dan cuando hay una estimulación que es ambigua, difusa, que puede significar una cosa u otra. De hecho, tiene un mecanismo de funcionamiento similar a las ilusiones ópticas: no es que el estímulo tenga esa apariencia, sino que es un invento de la corteza visual de tu cerebro para darle un sentido a lo que está viendo.

La persona que está en unas condiciones alteradas, ya sea por el consumo de drogas, fatiga o cualquier otra cosa, puede tener una estimulación sensorial difícil de interpretar y la forma que tiene su cerebro de darle sentido es decir: “Ah, me he salido de mi cuerpo y estoy volando por ahí”.

Un estudio que presento en el libro de Susan Blackmore confirma esta teoría. La investigación fue capaz de provocar estas experiencias extracorporales poniendo a la gente en situaciones de privación sensorial.

Muchas veces la gente acaba generando sus propios estímulos sensoriales porque, bueno, nosotros siempre estamos buscando continuamente estimulación.

placeholder Ramón Nogueras. (Cedida)
Ramón Nogueras. (Cedida)

P. Si te repiten mucho la misma gilipollez, ¿es posible que te la acabes creyendo?

R. Aquí lo que juega es la familiaridad, las personas tendemos a preferir aquellas cosas que nos son más familiares. Cuando una historia se repite mucho, nos familiarizamos más con ella y entonces tendemos a desarrollar una preferencia por esa información y, por tanto, le damos más verosimilitud. Por ejemplo, eso explica que a estas alturas haya estadounidenses que se creen que Obama no nació en Estados Unidos, lo cual no es posible porque no puedes ser presidente de los Estados Unidos si no has nacido allí. Pero se repitió tanto que al final ese mero efecto de familiaridad para algunas personas ha hecho que esa noticia la crean verdadera.

Del mismo modo, esta estrategia que se repite mucho en redes de “la información que el Gobierno no quiere que sepas” o “esto no lo verás en los medios” es un intento de hacer esa información más deseable apelando al principio de escasez: tendemos a valorar más aquello que parece que es escaso o que va a desaparecer. Esto también se aplica a la información, y cuando se presenta en estos términos, pues intuitivamente tendemos a valorar más y a darle más verosimilitud a la información. Es una estrategia manipulativa.

P. Dijo George Orwell que “somos capaces de creer cosas que sabemos que son falsas y luego, cuando finalmente demuestran que nos equivocamos, de retorcer sin pudor los hechos para mostrar que teníamos razón”. ¿Por qué creemos cosas aunque realmente sepamos que son mentira?

R. Primero porque nuestras creencias y nuestras opiniones se convierten en parte de nuestra identidad. Por tanto, cambiar esas creencias o reconocer que esas creencias eran equivocadas es un ataque a nuestra identidad. Si yo creo cosas malas, soy una mala persona y, lógicamente, nadie quiere ser una mala persona.

En segundo lugar, como ya hemos comentado, a base de repetirnos la misma historia acabamos convencidos de su verosimilitud.

Yo estoy convencido, y la evidencia disponible parece apuntar en esa dirección, de que la mayoría de la gente que vende remedios mágicos, medicinas que se llaman alternativas... creen honestamente que lo suyo funciona.

La pregunta es cómo llegamos a acabar dando por cierto cosas que en un principio no teníamos segura su veracidad o que sabíamos que eran falsas.

Esto se puede ver en los procesos de radicalización, en la ultraderecha, en los islamistas… A medida que tú vas actuando, defendiendo las consignas del grupo, tienes cada vez una presión mayor interna por mantener y defender más todavía esas consignas. Porque, claro, nosotros tenemos un impulso muy fuerte de ser consistentes con nuestras creencias y nuestras conductas previas. Por tanto, cuanto más defiendes algo, más difícil resulta cambiar de opinión, simplemente porque sería un choque o incoherencia con lo que tú has sido. Un ejemplo simpático y cotidiano son los exfumadores, que son la gente más pesada que hay en todo el mundo con el tema de no fumar, porque como fumar ha sido una cosa que han hecho durante un tiempo y han tenido que cambiarlo, lo que hacen es exagerar esa coherencia con su nueva posición diciendo: “Yo antes fumaba, ahora no fumo. Y además te voy a demostrar cómo realmente he superado lo equivocado que estaba”.

"Los exfumadores son la gente más pesada que hay en todo el mundo con el tema de no fumar"

P. Más allá de los asuntos que sepamos que son mentira, hay otros que con usar un mínimo de raciocinio se puede saber que son falsos. A pesar de ello, a tu tía Paqui le va a llegar a WhatsApp una supuesta noticia en la que diga “[inserta nombre de político que te caiga mal] está desollando niños en la plaza Mayor de Madrid” y lo va a compartir indignada. ¿Por qué nos creemos hasta lo que evidentemente es mentira?

R. En primer lugar, entra el efecto de familiaridad. Estos bulos llegan por múltiples canales y, por tanto, entra la repetición sucesiva de la misma idea, que hace que cuaje.

En segundo lugar, a menudo se aprovecha precisamente que estos bulos vienen de fuentes de relativa confianza. Nosotros solemos confiar más en informaciones que vienen de gente que son de nuestra tribu, por así decir, porque quien te comparte esa información no es un desconocido en internet. Es tu padre, tu madre, tu hermano, tu amigo, tu compañero de trabajo o lo que sea.

Y en tercer lugar, muchas veces estos bulos están formulados de una forma que alimenta tus sesgos. Si tú estás en contra de determinado político, estás dispuesto a creerte cualquier mierda asquerosa que digan de ese político, porque ya lo tienes catalogado como una persona horrible. Entonces ese titular superemocional y diseñado para que tú respondas emocionalmente precisamente juega con eso, para que tú lo compartas instantáneamente sin parar y no pensar: “Pero vamos a ver, ¿cómo va a estar matando niños?, ¿esto qué sentido tiene?”. La idea de estos clickbait y todos los bulos es precisamente apelar a la emoción e impedir en lo posible que te pares a reflexionar. Porque muchas veces si te paras a reflexionar un poco o lees el cuerpo del artículo y te das cuenta de que dice lo contrario del titular, la mayoría de bulos son fáciles de despejar. Pero se juega precisamente con diseñar el bulo y el titular de tal forma que no dé lugar a esa reflexión.

"Si estás contra un político, estás dispuesto a creerte cualquier mierda asquerosa que digan de él porque ya lo tienes catalogado como horrible"

P. ¿Internet es el gran caldo de cultivo para que nos traguemos más mentiras, incluso cuando estas nos chirrían de entrada?

R. Es importante distinguir una cosa: no somos más crédulos ahora que antes. Internet no te hace más crédulo ni más susceptible. Lo que sí hace es dar velocidad y alcance a los bulos. Un bulo que antes se difundía al ritmo de las personas que se lo iban contando la una a la otra puede ahora llegar mucho más lejos y mucho más rápido, pues evidentemente con cientos de miles de seguidores difundiendo los bulos, lo que tienen es mucho más alcance. Si antes se soltaba un bulo, por ejemplo en la prensa escrita, tenía una difusión relativamente lenta. Pero ahora que hay WhatsApp y redes sociales, algunos buleros famosos como Alvise, Javier Negre o toda esta gente de medios ultra que viven del bulo, con ciento de miles de seguidores compartiendo sus bulos, consiguen que tenga más recorrido.

Pero no somos per se más crédulos, simplemente es más eficiente la difusión de bulos, pero la gente es igual de crédula que antes. Por ejemplo, cuando se han hecho investigaciones acerca de información de cultura política, la gente no está peor informada que hace unas décadas, tampoco está mejor.

placeholder Ramón Nogueras. (Cedida)
Ramón Nogueras. (Cedida)

P. Teniendo en cuenta la gran presencia de bulos, ¿sirve para algo el fact-checking?

R. Puede servir, pero siempre desde una perspectiva realista. En primer lugar, el bulo se va a difundir siempre más rápido que la refutación.

En segundo lugar, la mejor forma de confirmar es usar una técnica del investigador George Lakoff que llama “el sándwich de la verdad”. Lo importante es desmentir el bulo sin repetir el bulo, ni agitándolo, por lo que hablábamos antes de la repetición. Si tú usas las mismas palabras y los mismos términos que ha usado el bulero, lo que estás haciendo es reforzar esas palabras con familiaridad. Después, lo mejor es dar primero la información verdadera, intercalar las falsedades, desmintiéndolas sin usar las mismas palabras y luego volver a repetir la información verdadera, para que así, por repetición, también la información verdadera tenga más probabilidades de quedarse. Eso sería lo mejor.

El fact-checking es útil y de hecho empieza a haber iniciativas muy interesantes de formación, sobre todo en población adolescente y universitaria. Y se está viendo que dar una formación a los chavales para detectar y comprender cómo se formulan los bulos y las fake news tiene algún efecto a la hora de reconocerlos, así que no todo está perdido. Pero siempre tenemos que ser realistas, los bulos están hechos para gustar, como la comida basura, por lo que van a ser más apetecibles que el desmentido.

Foto: "Eres una persona extrovertida, aunque a veces te gusta estar solo" (iStock)

P. Hablemos del horóscopo, médiums, brujos, espiritistas… ¿Cómo es posible que la gente crea que una “predicción” tan generalista realmente pueda cumplirse?

R. Aquí entra en juego el efecto Forer o Barnum, que básicamente viene a decir que cuando recibes un mensaje ambiguo, lo que haces es que te quedas con la parte del mensaje que se ajusta más a ti y no el resto.

El experimento que hizo el psicólogo Bertram Forer consistió en pasarle a una clase de estudiantes un supuesto test de personalidad y después darles un documento a cada uno con la interpretación de su texto. La gracia está en que todos recibieron exactamente la misma interpretación, compuesta de frases ambiguas y contradictorias. Del estilo “aunque te gusta estar con la gente, a veces necesitas tiempo para ti mismo”, “eres una persona muy decidida y no te cuesta elegir una cosa, pero a veces necesitas reflexionar”. Pues cuatro de cada cinco estudiantes dijeron que era una definición perfecta de ellos, a pesar de que todos habían recibido exactamente el mismo resultado, por lo cual era imposible que les describiera bien a todos. En realidad, la definición no decía absolutamente nada.

Los horóscopos, el tarot y estas cosas funcionan con esto y con una técnica llamada lectura en frío. Muchas veces la persuasión se hace en persona y lo que hace el magufo de turno es la técnica de lectura en frio: van ajustando sus predicciones en base a tus respuestas, de forma que empieza con unas afirmaciones muy vagas y exploratorias, y sin darte cuenta le vas guiando para que vaya afinando.

De hecho, sabemos que cada vez que se ha puesto a prueba la capacidad de predecir, el resultado siempre ha sido desastroso. Aquí no hay nada nuevo bajo el sol.

También entra en juego la familiaridad. Muchas de estas cosas llevan muchísimo tiempo con nosotros, algunas son milenarias, ancestrales… y tienen esa ventaja de que aquello que es antiguo nos parece más fiable, porque si algo ha estado mucho tiempo es acertado.

"Los tarotistas van ajustando sus predicciones a las respuestas que vas dando"

P. Uno de los epígrafes del libro directamente se titula “Los marcianos me petaron el ano”. ¿Qué lleva a la gente a creer en las abducciones y en experimentos de este tipo?

R. Pues es muy parecido a lo de los viajes astrales. Muchas veces son experiencias confusas que se pueden dar cuando se está cansado. Por ejemplo, el escritor Michael Shermer cuenta que tuvo una experiencia similar a una abducción mientras estaba haciendo una ultramaratón en bicicleta, cuando estaba al borde del agotamiento.

Hay una relación entre las primeras experiencias de este tipo y que la gente esté muy cansada. Cuando tú estás en el estado semialucinatorio puedes dar sentido a las estimulaciones raras que estás recibiendo; por ejemplo, unas luces que no terminas de tener muy claro qué son te pueden parecer un platillo volante. Sobre todo si estás recibiendo de los medios y la cultura popular un montón de mensajes acerca de eso.

También hay una parte de presión social, de gente subiéndose al carro de aquello que consideran que va a ser popular o que les va a llevar a que les hagan caso. En la parte de refuerzo social, el tío que se supone que tiene todos los secretos del cosmos no se queda callado, se monta su grupo para que la gente le diga que es estupendo, que todos los que creen en ello son muy sabios, que el resto del mundo está dormido…

"El pensamiento conspiranoico también tiene un refuerzo social"

P. ¿Por qué hay gente a la que le gusta creer en conspiraciones?

R. En primer lugar, porque el pensamiento conspiranoico ayuda a reducir la incertidumbre. Vivimos en un mundo complejo en el que pasan muchas cosas en las que no tenemos ningún control, así que necesitamos explicarnos por qué pasan este tipo de cosas.

Además, hay un sesgo que básicamente consiste en que tendemos a pensar que si hay un suceso muy grande, como por ejemplo la pandemia, pues la explicación tiene que ser muy grande. Y, claro, muchas veces las explicaciones reales de la ciencia, como por ejemplo “un virus ha mutado aleatoriamente y ha saltado de murciélago a la especie humana”, pues nos parecen insuficientes.

Además, el pensamiento conspiranoico también tiene un refuerzo social. Perteneces a un grupo en el que te crees que eres élite y te ríes del resto que consideras que son unos pringados, no como tú, que eres un iluminado que ha visto la verdad.

Es una mezcla de calmar la ansiedad de las cosas que no entendemos, el refuerzo social que supone pertenecer a un grupo y la superioridad respecto a la gente que no comparte tus ideas.

Nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido más acceso a información que ahora. Nunca antes nuestro conocimiento sobre el mundo en el que vivimos y su funcionamiento ha sido comparable al que hoy atesoramos. Y, sin embargo, ¿cómo es posible que creamos firmemente en bulos y supersticiones? ¿Por qué damos por buenas y difundimos historias y noticias que nunca han ocurrido? ¿Qué explica que, a pesar de las evidencias, no estemos dispuestos a cambiar de opinión o a modificarla siquiera?

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