¿Qué es la DMAE? Por qué hablamos tan poco de la ceguera más común en mayores de 50 años
Se trata de la pérdida de visión más común entre aquellos que han pasado la barrera de los 50 años. El centro de nuestro campo visual desaparecerá. Es por esto que remediarla y detectarla es prioritario
Es el sentido en el que más confiamos. Muchos de nosotros nos preguntamos a menudo cómo sería la vida sin ver, y es una idea terrorífica. No podemos sino sentir una tremenda admiración por aquellos que han perdido (o nunca han tenido) el don de la vista y nos esforzamos (o, al menos, deberíamos hacerlo) por hacer todas las actividades posibles, cada día, más accesibles a las personas con pérdidas severas o totales de visión.
Una de las principales causas de pérdida de visión en España es la DMAE, siglas de degeneración macular asociada a la edad. Según datos de la Barcelona Macula Foundation, "la DMAE afecta a unas 700.000 personas en España (el 1,5 % de la población actual) y es de las patologías asociadas a la ceguera que más crecerán en los próximos años. Si se considera solo la población mayor de 50 años (población con mayor probabilidad de padecer DMAE), la prevalencia es del 5,3%. La DMAE representa en la actualidad la primera causa de ceguera en los países desarrollados".
Se calcula que el 13,59% de las personas blancas de más de 80 años de edad la padecen
Al mismo tiempo, se trata de una ceguera un tanto particular. Se debe al deterioro de una zona de nuestra retina llamada mácula lútea, una zona pigmentada de nuestra retina, justo en el fondo del ojo, donde la concentración de células fotosensibles es mayor. Es el área encargada de los detalles. Cada vez que leemos, le vemos a alguien la cara o miramos algo a propósito, con atención, es la mácula quien se está encargando de ese trabajo.
El problema es que esta zona de la retina es susceptible de sufrir daños (en realidad, todas lo son, pero esta es más vulnerable). Este riesgo aumenta exponencialmente con la edad, pues, según explican desde el National Eye Institute de EEUU, dependiente de los National Institutes of Health (NIH) del país norteamericano, la degeneración macular ocurre, por regla general, en individuos de edad avanzada. Desde la autoridad sanitaria de EEUU también describen cuáles son los principales factores de riesgo: "Tanto los factores genéticos como el consumo de tabaco juegan un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad".
De todos modos, disponemos de una lista más detallada de los factores de riesgo de esta enfermedad. Uno de los textos más completos al respecto es el realizado por los doctores Nikolaos Tzoumas y Dean Hallam y su equipo del Newcastle University Biosciences Institute. En él, los investigadores precisan que los factores de riesgo son principalmente los factores genéticos, la edad y el consumo de tabaco, pero no son los únicos:
- Edad. "Se trata del mayor indicador de DMAE, particularmente en las personas que tienen más de 50 años".
- Raza y etnia. Según datos proporcionados por los NIH, la prevalencia de la enfermedad es extraordinariamente superior en personas de raza blanca que en hispanos, negros o asiáticos. Se calcula que en el país norteamericano, el 13,59% de las personas blancas de más de 80 años de edad la padecen, mientras que esta cifra desciende hasta el 2,22% en el caso de las personas de raza negra; el 2,12%, en el caso de los de raza hispana, y el 2,13%, en el de los asiáticos.
- Tabaquismo. Las cifras actuales sugieren que el consumo de tabaco multiplica entre dos y tres veces el riesgo de padecer esta enfermedad, en comparación a alguien que nunca ha fumado. De hecho, un estudio científico de 2005 ya avisaba de que "existen claras evidencias de una correlación entre el consumo de tabaco y los daños en la retina y en la mácula".
- Hipertensión arterial. Diversos estudios han vinculado esta enfermedad al desarrollo de la DMAE. De todos modos, se trata de un dato curioso, pues el estudio especifíca que no son los valores altos de presión arterial sistólica o diastólica, sino una alta presión diferencial (la diferencia entre la sistólica y la diastólica) la que aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
- Ateroesclerosis. Un estudio realizado por investigadores de la Clínica Universidad de Navarra consiguió relacionar esta afección de los vasos sanguíneos con el desarrollo y progresión de la degeneración macular.
- Niveles altos de colesterol en sangre. Se ha descrito cómo este problema de salud, asociado también a la ateroesclerosis, puede aumentar sustancialmente el riesgo de DMAE
- Obesidad. Es especialmente peligrosa en el caso de los hombres, pues aumenta mucho el riesgo de problemas de la retina.
- Ingesta de grasas. Dos estudios clave dieron con la respuesta a la importancia que tiene una buena alimentación en la salud de nuestra mácula. El primero determinó que el consumo de grasas trans, saturadas y también los ácidos grasos omega-6 contribuían a la DMAE, mientras que el segundo estudio relacionó las grasas monosaturadas, en concreto los ácidos grasos omega-3, con una reducción del riesgo.
- Exposición a luz ultravioleta. Diversos estudios han descubierto posibles correlaciones entre la degeneración macular y la radiación ultravioleta de procedencia solar. De todos modos, ningún resultado es concluyente.
Los primeros síntomas de la enfermedad, que es esencial detectarlos precozmente para poder empezar a medicarnos para evitar su avance, son los siguientes:
- Pérdida de visión central. Una mancha, de tamaño variable, nos aparecerá en el centro de la imagen que estemos mirando.
- Visión distorsionada. También conocida como metamorfopsia. Se trata de un fenómeno visual que se caracteriza por percibir como onduladas líneas que son completamente rectas.
- Recuperación excesivamente lenta de la visión tras ser expuestos a luz brillante.
- Pérdida de la agudeza visual.
- Problemas para diferenciar colores, especialmente los oscuros de los oscuros y los claros de los claros.
Para su diagnóstico se realizan multitud de pruebas, entre las que destacan una oftalmoscopia o fotografía de fondo de ojo, como una retinografía, una electrorretinografía, test de agudeza visual y de percepción del color o una tomografía de coherencia óptica, popularmente conocida como TCO.
Para su tratamiento, deben considerarse determinadas variables. Uno de los mayores estudios sobre la visión jamás realizado, el estudio AREDS, confirmó que en casos de DMAE tempranos o intermedios, determinadas suplementaciones nutricionales podrían ser claves para retrasar el desarrollo de la enfermedad. El mix de suplementos establecido por el estudio AREDS consiste en 500 mg de vitamina C, 80 mg de zinc, 400 unidades equivalentes de vitamina E, 2 mg de cobre y 15 miligramos de betacaroteno. En el segundo estudio AREDS se rediseñó la lista, quitando el betacaroteno (pues puede ser peligroso para los fumadores, dado que ayuda a desencadenar cáncer de pulmón) y sustituyéndolo por 2 mg de zeaxantina, y añadiendo, además, 10 mg de luteína.
Con estos suplementos se determinó un efecto claramente positivo, aumentando la agudeza visual de los casos cazados en etapas tempranas o medias a los cinco años. Sin embargo, los autores del estudio aclaran que estos suplementos no ayudan a prevenir la aparición de la enfermedad ni tampoco a enlentecer su progresión en casos avanzados.
Más allá de la alimentación, el tratamiento dependerá directamente del tipo de DMAE que padezcamos. Existen dos tipos, la seca (o atrófica) y la húmeda (o exudativa). En el caso de la primera, la seca, no existe cura o tratamiento. En la actualidad se están realizando multitud de ensayos clínicos que en los años venideros podrían dar resultados.
En el caso de la húmeda, hay mejores noticias. Existen una serie de medicamentos antiangiogénicos aprobados que se administran en forma de inyecciones intraoculares periódicas y que han mostrado resultados muy positivos para los pacientes.
Estar atentos a la aparición de los primeros síntomas es fundamental, pues cuanto antes la detectemos, antes podremos optar a un tratamiento. De todos modos, una vida saludable con alimentos con altos valores nutricionales, así como la realización de ejercicio físico para evitar la obesidad, son también fundamentales para mantener la visión en perfecto estado durante más tiempo.
Es el sentido en el que más confiamos. Muchos de nosotros nos preguntamos a menudo cómo sería la vida sin ver, y es una idea terrorífica. No podemos sino sentir una tremenda admiración por aquellos que han perdido (o nunca han tenido) el don de la vista y nos esforzamos (o, al menos, deberíamos hacerlo) por hacer todas las actividades posibles, cada día, más accesibles a las personas con pérdidas severas o totales de visión.