Pregorexia, el temor de las mujeres embarazadas a aumentar de peso
Existe un periodo en la vida de las mujeres en que el incremento de peso es natural y necesario, y ese es el embarazo. Sin embargo, algunas gestantes rechazan ese cambio
Ganar peso durante el embarazo es parte del proceso de gestación por el que pasan todas las madres. Estar por encima o por debajo de la media de ese incremento es vivido, en ocasiones, con un intenso rechazo. Esta reacción adversa conduce a la aparición de sensaciones muy duras como la angustia y la ansiedad, lo cual no favorece en nada al desarrollo normal del embarazo, pudiendo afectar tanto a la salud del bebé como a la de la madre. De hecho, tal y como apunta Carolina Santos, psicóloga en el centro Ita ABB Sevilla, especialistas en salud mental y trastornos alimentarios, los efectos podrían llegar "en la madre, a anemia, hipertensión, desnutrición, arritmias, entre otras. Y en el feto, parto prematuro, bajo peso al nacer y aumento de las alteraciones neurológicas".
Control excesivo del peso
La situación descrita responde a los síntomas que hay detrás de un trastorno de la alimentación muy concreto que se circunscribe a un colectivo perfectamente definido, las mujeres embarazadas. En cuanto a su prevalencia, lo cierto es que "no disponemos de datos concluyentes, pero se estima que entre un 3% y un 7% podrían presentar esta sintomatología durante el embarazo", apunta la experta.
Entre un 3% y un 7% de las mujeres embarazadas podrían padecer pregorexia
Esta patología, a la que hace referencia Santos, recibe el nombre de pregorexia, un término resultado de la fusión del vocablo inglés pregancy y anorexia, y que "consiste en el deseo de controlar el aumento de peso durante el embarazo a través del control de la alimentación (reducción de las cantidades en las ingestas, restricción calórica y de nutrientes) junto con ejercicio físico excesivo. A su vez, quien lo padece puede presentar atracones y purgas", describe Santos, quien advierte que "estas conductas pueden dar como resultado consecuencias para el bebé, como, por ejemplo, parto prematuro, bajo peso al nacer y abortos espontáneos, generando efectos en el vínculo entre el bebé y la madre y alteraciones en el neurodesarrollo del hijo que espera".
Vemos que la sintomatología de la pregorexia nos recuerda mucho a la descrita por la anorexia. Y es que ambos trastornos guardan numerosas similitudes entre sí, tanto en lo que se refiere a los síntomas como respecto al perfil de las personas que los padecen. Ahora bien, también es posible señalar ciertas singularidades que hacen que sus diagnósticos sean diferentes. Tanto es así que, tal y como apunta la experta, "actualmente la pregorexia no aparece recogida en los manuales diagnósticos, tal y como sí sucede con la anorexia. De modo que la primera se refiere a padecer un trastorno alimentario durante el embarazo".
Al margen de si es o no considerado un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), la pregorexia se presenta como "una necesidad compulsiva de controlar la ganancia de peso durante el embarazo, ya que quien lo sufre no controla alguna necesidad interna", aclara Santos.
La "trampa" del peso correcto
Según la psicóloga, el quid de la cuestión está en este asunto, en la creencia de que existe un único peso correcto. Y es que, para Santos, precisamente en este punto es donde comienza el enredo: "Tenemos mucha información sobre cuál es el peso que debe aumentar una mujer embarazada, pero se nos olvida leer la letra pequeña. Cada caso debe ser individualizado, ya que depende de diferentes variables, como el número de bebés que esté gestando, el peso previo de la paciente al inicio del embarazo, estilo de vida, etc". Y continúa: "Si solo miramos un número y un IMC (índice de masa corporal), estaremos cometiendo un error. Por ello, es importante ir siempre acompañado de un profesional de la salud, que transmita información clara, sin la exigencia de encasillar en un número concreto sin conocer la situación previa del paciente".
No existe un peso ideal durante el embarazo, ya que su idoneidad depende de numerosos factores
Además, Santos considera que "sería adecuado evaluar brevemente el miedo de la mujer a subir de peso, preguntar por cómo está viviendo los cambios corporales y de apetito, si ha habido en el pasado o presente problemas con la relación comida-cuerpo. Con este breve screening se le puede sugerir estrategias de afrontamiento que ayuden en el proceso", sugiere.
De la preocupación a la obsesión
Ya desde las primeras semanas de embarazo se pueden apreciar ciertas señales que advierten de la presencia de pregorexia. La experta destaca cuatro de ellas:
- Deseo de controlar el aumento de peso durante el embarazo a través de la alimentación y realizar una actividad física excesiva, perdiendo la perspectiva de que se trata de un momento vital especial, un proceso de embarazo.
- Necesidad compulsiva de controlar la ganancia de peso, ante la sensación de no controlar algo a nivel interno.
- Llevar a cabo atracones y/o purgas.
- Evitar situaciones sociales donde se encuentra presente la comida por temor a ser juzgadas y por la ansiedad que les provoca la situación.
Sin entrar en la intensidad o la frecuencia con que se puedan producir estas situaciones, cuando se detectan, la experta aconseja pedir ayuda: "Lo ideal es acudir a un equipo multidisciplinar que incluya un psicólogo especialista en trastornos alimentarios y psicología perinatal (área de la psicología que comprende desde el momento que aparece el deseo gestacional hasta la crianza del bebé), un nutricionista especializado en TCA y, en caso de ser necesario, un psiquiatra".
Información, el paso previo a la curación
La clave para un tratamiento que aspire al éxito reside en darle un enfoque centrado en proporcionar toda la información posible y en un doble abordaje, desde la psicología y la nutrición. "Estos pacientes requieren de acompañamiento en terapia psicológica individual y grupal, así como nutricional con el objetivo de sentirse entendidos, que puedan comprender lo que les está sucediendo, con información clara que contribuya a reducir el malestar emocional que están sintiendo", asevera Santos. "Es importante -continúa- que el terapeuta colabore a que las mujeres afectadas puedan entender el motivo por el cual han comenzado a regularse a través de las comidas, su historia de vida en relación con su cuerpo, traumas y vínculos a lo largo de su trayectoria vital".
Además, "es clave que el entorno del paciente transmita calma, que ayude a colaborar con el tratamiento y que evite que la hora de las comidas sea motivo de conflicto, ya que ese será el momento ideal para mostrarles su apoyo y tratar de que no se culpabilicen".
Ganar peso durante el embarazo es parte del proceso de gestación por el que pasan todas las madres. Estar por encima o por debajo de la media de ese incremento es vivido, en ocasiones, con un intenso rechazo. Esta reacción adversa conduce a la aparición de sensaciones muy duras como la angustia y la ansiedad, lo cual no favorece en nada al desarrollo normal del embarazo, pudiendo afectar tanto a la salud del bebé como a la de la madre. De hecho, tal y como apunta Carolina Santos, psicóloga en el centro Ita ABB Sevilla, especialistas en salud mental y trastornos alimentarios, los efectos podrían llegar "en la madre, a anemia, hipertensión, desnutrición, arritmias, entre otras. Y en el feto, parto prematuro, bajo peso al nacer y aumento de las alteraciones neurológicas".