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Cómo evitar la muerte más estúpida: las claves para actuar ante un atragantamiento
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'Qué me pasa, doctor'

Cómo evitar la muerte más estúpida: las claves para actuar ante un atragantamiento

Morir por la asfixia provocada por la obstrucción de un trozo de comida en la garganta es dramático y, a la vez, absurdo. Saber cómo actuar en esos casos es vital

Foto: Foto: iStock.
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La muerte más estúpida es la asfixia inducida por atragantamiento. Recuerdo un día de turno en la ambulancia que nos avisaron porque a un paisano se le había atascado la comida en la vía respiratoria. Según su esposa, que fue quien llamó a emergencias, “se le había ido para otro lado”, que dicen los profanos, como si fueran muchas y no una las posibilidades anatómicas de atascamiento. Cuando llegamos descubrimos con pavor que la víctima había intentado engullir el filete entero. Vamos, que no era un atragantamiento con un trozo de carne, sino que ni lo había masticado siquiera.

Según colegimos después, el ínclito había venido tarde y alegre de tomar unos vinos y la mujer le había dejado la cena hecha. Ella oyó ruido en la cocina y cuando fue a ver lo encontró azul y doblado sobre sí mismo. Intentó auxiliarle, pero no acertó o no supo, así que cuando llegamos con la ambulancia no pudimos, sino confirmar su fallecimiento. ¡Qué estupidez!, murmuramos todos durante el camino de vuelta.

Cualquiera puede y debe hacer la maniobra de Heimlich, porque esperar a recibir atención especializada puede tardar y las consecuencias serán irreversibles

En casos de atragantamiento es crucial la actuación de quienes lo presencian. Hay un procedimiento de emergencia que adopta el nombre del médico que lo describió. Se trata de la maniobra de Heimlich, y puede (y debe) hacerla cualquier testigo presencial. Tengan en cuenta que la ayuda especializada puede tardar y los segundos son horas en cuestiones de asfixia, ya que el oxígeno no llega al cerebro y se produce un daño cerebral irreversible.

La técnica

Para hacer la maniobra nos situamos por detrás del sujeto atragantado y le rodeamos con los brazos hasta juntar ambas manos a la altura del epigastrio, que es la conocida coloquialmente como “boca del estómago”. Luego realizaremos compresiones fuertes y acompasadas para provocar un aumento de la presión dentro del tórax, y favoreceremos de este modo que el alimento impactado en la laringe sea expulsado.

¿Y si estoy solo y me he atragantado? En ese caso está indicado dejarse caer encima del borde superior de una silla buscando un impacto en la boca del estómago. Requiere destreza y valor, pero cuando te estás ahogando cualquier maniobra es mejor que nada.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

En ningún caso debemos introducir los dedos en la boca de aquel que se ha atragantado porque podríamos empujar más adentro aquello que está produciendo oclusión (ya sea alimento u objeto), y empeoraríamos la situación, ya de por sí crítica.

Aviso a navegantes: en bocas ajenas no se mete nada que el sujeto (consciente o no) no haya autorizado. Cansado estoy de ver en retransmisiones deportivas profanaciones de bocas de futbolistas que han perdido el conocimiento, con la peregrina motivación “de evitar que se trague la lengua”, como justifican los implicados y reafirman los periódicos en titulares sensacionalistas. Pues no, señores, la lengua es un músculo que está fijo al suelo de la boca y nadie se lo puede tragar. Sí que puede obstruir parcialmente la vía respiratoria alta (en ese caso se escucha un ostentoso ronquido), pero en ningún caso la maniobra a realizar es la introducción de los dedos.

La salvadora traqueostomía

Volviendo al paisano del filete. ¿Y si la maniobra de Heimlich no resulta? Pues hay que hacer una traqueostomía de emergencia (apertura de una boca artificial u ostomía en la membrana crico-tiroidea). Es un procedimiento que requiere de material y entrenamiento quirúrgico, por lo que solo será realizada por personal especializado. Se ha documentado algún caso en el que determinado cirujano de paisano ha realizado una traqueostomía en un restaurante a otro comensal atragantado, cortando piel y membrana con un cuchillo y luego metiendo en el agujero un bolígrafo Bic a modo de cánula, después (claro) de haberle quitado la carga interior. Pero esto es anecdótico, así que no lo intenten en sus casas. Mejor llamar al 112 y hacer Heimlich.

Foto: Prueba de sistema de emergencias. (EFE/Enric Fontcubert)

La traqueostomía reglada (no la de emergencia) es un procedimiento habitual en pacientes con necesidad de ventilación mecánica prolongada. Es frecuente su uso en las unidades de cuidados intensivos para aquellos que llevan ya mucho tiempo con un tubo endotraqueal (en la pandemia fueron hechas más que churros vende el puesto de la puerta del hospital). A diferencia del anterior, que entra por la boca y atraviesa las cuerdas vocales, este se coloca en la tráquea a través de un agujero quirúrgico.

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Foto: iStock.

¿Qué ventajas tiene? El paciente puede ser desconectado poco a poco y se permite la limpieza de tráquea y bronquios más pulcra, circunstancia que va en favor de la pronta recuperación. ¿Se puede hablar con una traqueostomía? No, puesto que el aire no atraviesa las cuerdas vocales. Como sufro de cinefilia, siempre recuerdo una secuencia del final de la película de Clint Eastwood titulada The Million Dolar Baby, cuando Hilary Swank está conectada al respirador automático a través de una traqueostomía y consigue hablar como si nada. Esa escena es imposible y no es más que otro ejemplo de cómo el cine vapulea las cuestiones médicas sin ningún tipo de rigor o prurito profesional.

Sin secuelas

En fin, si alguna vez se cruzan con el procedimiento porque algún familiar lo requiere, tengan en cuenta que suena peor de lo que realmente es, y que a la larga no deja secuelas, tan solo una cicatriz. Hace años, una expresidenta regional sufrió un accidente en la arteria principal de la ciudad y acabó con una traqueostomía en cuidados intensivos que le salvó el pellejo. Cuestionada por el episodio, declaró que “ver la cicatriz por la mañana le recordaba que estaba viva”.

George Washington murió por no practicarle una traqueostomía haciendo válida la sentencia: un médico cura, dos dudan, tres muerte segura

Hablando de políticos, peor suerte tuvo George Washington (el que sale en el billete de un dólar) cuando el 12 de diciembre de 1799 comenzó a sentir una grave dificultad respiratoria por una inflamación en la garganta. Lejos de mejorar con las medidas habituales de la época (sangrías y melaza, vinagre y mantequilla en la zona afecta), a las once de la noche estaba casi agónico. De los tres médicos que lo atendían, solo el más joven estaba convencido de que el problema de Washington no se encontraba en la garganta, sino en la laringe, así que sugirió realizar una traqueostomía. Sus colegas la rechazaron porque les parecía radical y cruenta, a pesar de que el joven galeno afirmaba que ya se realizaba en Europa de manera regular.

¿Resultado? El primer presidente de los EEUU falleció después de 16 horas de agonía, haciendo válida esa máxima popular que asevera que “un médico cura, dos dudan, y tres... muerte segura”.

Si alguna vez necesitan una traqueostomía, que no sea por atragantamiento. Mastiquen mucho y bien para evitar la muerte más estúpida.

Que se mejoren.

La muerte más estúpida es la asfixia inducida por atragantamiento. Recuerdo un día de turno en la ambulancia que nos avisaron porque a un paisano se le había atascado la comida en la vía respiratoria. Según su esposa, que fue quien llamó a emergencias, “se le había ido para otro lado”, que dicen los profanos, como si fueran muchas y no una las posibilidades anatómicas de atascamiento. Cuando llegamos descubrimos con pavor que la víctima había intentado engullir el filete entero. Vamos, que no era un atragantamiento con un trozo de carne, sino que ni lo había masticado siquiera.

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