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El síndrome de Afrodita: un efecto colateral del miedo del hombre al compromiso
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El síndrome de Afrodita: un efecto colateral del miedo del hombre al compromiso

Hay mujeres con un gran desarrollo personal que sienten que han fracasado si no tienen a un hombre a su lado, algo que cada vez es más habitual dada la inmadurez imperante en los varones y su miedo al compromiso

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Esta diosa de la mitología griega representa el amor en todo su esplendor, fuerza y capacidad para llenar la vida del ser humano. Simboliza la belleza mediante la cual los seres humanos se sienten atraídos y se entregan al amor sin restricciones. Su origen es oriental. En un momento dado y con ocasión de una boda en la que fueron invitados al banquete todos los dioses, excepto la diosa de la discordia, esta, en venganza, arrojó una manzana sobre la mesa, con la siguiente inscripción: "Para la más hermosa". De inmediato aparecieron Atenea, que le ofreció a Zeus hacerlo invencible en la batalla; Hera, quien le dijo que él sería el rey del universo, y Afrodita, que sería su esposa.

He tomado esta figura mitológica para llamar la atención de algo que está sucediendo desde hace ya un cierto tiempo en Occidente: muchas mujeres piensan que, para ser felices, para tener una vida realmente plena, para sentirse realizadas, es fundamental encontrar una persona a la que entregarle todo su afectividad y formar una pareja. El problema viene a continuación: he descrito el síndrome de Simón, que se da casi exclusivamente en el hombre y que responde a las siglas de soltero, inmaduro en lo sentimental, materialista, obsesionado con el trabajo y con ganar dinero y narcisista. Y debajo se camufla, bajo esta conducta pentagonal, el pánico al compromiso.

Foto: Foto: iStock. Opinión

Una mujer quiere encontrar un hombre que cubra sus expectativas y que la llene desde el punto de vista afectivo y que finalmente puede tener con él un proyecto de vida en común. Pero ese miedo a comprometerse, que cada vez se ha ido colando más en nuestra sociedad, hace que sean legión los hombres que solo quieren salir con una chica para pasar el rato o divertirse, sin plantearse ninguna otra cuestión de más nivel. Es natural que la mujer aspire a eso. Es así como debe ser. Pero en esta sociedad liviana, light, ligera... cada vez es más difícil que eso se lleve a cabo, por el terror, el pánico del hombre en torno a los treinta y tantos años de dar el paso de vincularse de verdad a una mujer.

Expectativas

Así las cosas, veo cada vez más mujeres de treinta años en adelante, solteras, buenas profesionales, atractivas, con ideales positivos, que se sienten frustradas al darse cuenta de lo difícil que es encontrar un hombre, porque estos están agazapados siendo solteros que no quieren dejar de serlo y que no se plantean ni por asomo la posibilidad de buscar a una mujer y tener una relación seria con ella, que tenga un cierto futuro...

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¿Qué es lo que sugiero? Que esa mujer, viendo cómo están las cosas y siendo realista, plantee su vida al margen de la posibilidad de encontrar un hombre... Si apareciera, pues adelante, pero como hoy en nuestros días se ha producido este vaciamiento de hombres que quieran realmente amar a otra persona con todas sus consecuencias, lo que yo recomiendo es poner en segundo o tercer plano el tema de buscar y encontrar una pareja y se centren en sí mismas: estudios, formación, amistades, cultura, espiritualidad, aficiones, crecimiento personal... Y dejar de lado esa otra aspiración. Es una pena tener que hablar así, pero son los tiempos que corren, es un signo de nuestros días.

La felicidad tiene mucho que ver con no equivocarse en las expectativas. No pedirle a la vida lo que no nos puede dar

La felicidad tiene mucho que ver con no equivocarse en las expectativas. No pedirle a la vida lo que no nos puede dar. No aspirar a algo que es tan difícil..., que se puede dar y de hecho se da, pero de forma escasa. Es quitar del proyecto de vida la aspiración a un amor personal. No se trata de decir que no al amor, nada de eso, al contrario, en ese programa de vida el amor debe tener un papel central, que se cuela por los entresijos de la existencia, pero que pone entre paréntesis ese, vamos a llamarle, amor personal, que se ha tornado una aspiración tan difícil de alcanzar. Sé que es duro o resulta fuerte lo que estoy diciendo, pero veo que, tal y como se desarrollan los acontecimientos, este es el camino menos malo. Tengo muchas personas del sexo femenino a mi alrededor, de mucha categoría y que están en la misma situación.

Síndrome de Afrodita

Entonces, ¿cómo definir el síndrome de Afrodita? Consiste en un conjunto de síntomas que son los siguientes, y que se refieren solo a la mujer, puesto que es la que lo padece:

  1. Pensar que para ser feliz es fundamental encontrar a un hombre. Que ese es el objetivo de entrada y que ese tiene que ser el primer punto de mira.
  2. Que una mujer se realiza cuando tiene un hombre al lado. Esa es una condición sine qua non. Si eso no se da, falla la base.
  3. Sentirse fracasada por quedarse soltera, por no haber conseguido tener un hombre al lado con el que formar una pareja y construir una familia.
  4. El quedar marcada vitalmente si los tres presupuestos anteriores se dan. Ver que es imposible ser feliz porque no ha dado con alguien a quien entregarle su amor.

Veo en mi consulta, hace unos meses, a una mujer de 39 años, arquitecto, físicamente atractiva, que viene arrastrando un fondo depresivo desde hace unos seis o siete años, porque ha tenido tres relaciones afectivas que la han dejado tocada. Me la recomienda su madre, que es médico y vieja conocida mía, y que insiste en que la ayude, que está sufriendo mucho y que desde hace mucho tiempo no levanta cabeza. Viene el primer día acompañando a su hija, para que yo vea el interés que tiene por ella.

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Hablo con ella despacio y en dos sesiones largas me cuenta su vida en general y su trayectoria afectiva en particular. Tres relaciones en los últimos siete años, las dos últimas con dos simones de libro, con los que pensó que llegaría a casarse, pero que finalmente el pánico al compromiso pudo más y la dejaron a ella. Su relato está repleto de sufrimiento, desencanto, en donde la relación se toma y se deja muchas veces y que al final, por matices unas veces y otras por cuestiones de fondo o razonadas sinrazones, aquello acabó rompiéndose.

Recobrar el equilibrio

Se añade a este estado de ánimo depresivo secundario a los hechos descritos, ansiedad e insomnio. Se le aplica una medicación ligera para neutralizar ese estado ánimo y pronto entramos en materia con la psicoterapia: que es un tratamiento de conducta que intenta cerrar las heridas del pasado, reconciliarse con ella misma y recuperar gradualmente su autoestima. Al cabo de un par de meses me dice esta persona: "Dr. Rojas, estoy mucho mejor, me siento más tranquila y estoy recobrando un cierto equilibrio psicológico".

La paternidad no existe en el hombre como concepto biológico. Hombres que no son padres no lo echan de menos, ni les preocupa

Más tarde, me llama su madre por teléfono y me dice: "Estoy sorprendida de lo bien que está mi hija, cada vez más centrada en su trabajo y, sobre todo, esa idea que tú le has transmitido: quítate de la cabeza esa idea inadecuada de que para ser feliz es fundamental encontrar una pareja y tener una familia, que eso en el pasado era así, era lo normal, pero no hoy por la situación psicológica que están viviendo tantos hombres, inmersos en un individualismo atroz y un miedo cerval al compromiso. ¡Qué acierto en señalarle ese camino!".

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Queda una cuestión importante que la hemos tratado con ella. El tema de la maternidad, como un hecho biológico que realmente completa a la mujer y redondea su persona. Eso es una limitación grave, que a ella le duele, pero lo va aceptando. Se está planteando de cara al futuro adoptar a un hijo, "en quien yo volcaría buena parte de la ternura que llevo dentro", me dice literalmente. Poco tengo yo que agregar a eso.

La paternidad no existe en el hombre como concepto biológico. Hombres que no son padres no lo echan de menos, ni les preocupa lo más mínimo. Ese es otro dato para añadir a este cuadro clínico curioso, notable, algo extraño, pero que está ahí y puede ser dibujado con estos perfiles que he ido esbozando.

Solo el hombre que tiene madurez afectiva es capaz de comprometerse. La madurez de los sentimientos significa también la necesidad de salir de uno mismo y querer encontrarse con otra persona para compartir la vida, con todo lo que ello significa. Y eso implica generosidad y derribar al individualismo atrincherado.

Esta diosa de la mitología griega representa el amor en todo su esplendor, fuerza y capacidad para llenar la vida del ser humano. Simboliza la belleza mediante la cual los seres humanos se sienten atraídos y se entregan al amor sin restricciones. Su origen es oriental. En un momento dado y con ocasión de una boda en la que fueron invitados al banquete todos los dioses, excepto la diosa de la discordia, esta, en venganza, arrojó una manzana sobre la mesa, con la siguiente inscripción: "Para la más hermosa". De inmediato aparecieron Atenea, que le ofreció a Zeus hacerlo invencible en la batalla; Hera, quien le dijo que él sería el rey del universo, y Afrodita, que sería su esposa.

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