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Farmacéutico contra las farmacias: una denuncia del negocio de la salud desde dentro
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Farmacéutico contra las farmacias: una denuncia del negocio de la salud desde dentro

Charlamos con Felipe de la Fuente sobre los productos que se venden en boticas que no tienen base científica. Y analizamos por qué se dispensan artículos sin beneficio médico demostrado en establecimientos sanitarios

Foto:  Felipe de la Fuente. (Sinequanon)
Felipe de la Fuente. (Sinequanon)

“Estábamos trabajando en una oficina de farmacia cuando entró en el establecimiento una mujer que era comercial de un laboratorio que distribuía diversos productos para las más variopintas patologías: colágeno marino, coenzima Q10, omega-7, valeriana... en cajitas muy monas y con eslóganes de lo más atractivos. El caso es que vino no solo a presentarnos su amplio catálogo, sino también a formarnos e instruirnos sobre las bondades y los efectos de los productos que ofrecía y que, a la postre, encontrarían su hueco en una farmacia de barrio de Valencia.

Pues bien, después de escuchar las diferentes explicaciones sin plantearle muchas dudas, una vez metidos en una charla distendida en la misma farmacia, le preguntamos si de verdad se creía lo que estaba contando sobre algunos de los productos que nos había presentado. Nos respondió que su padre, que resultó ser profesor de bioquímica en la universidad, 'la tenía frita', pues dichos productos eran como una patada en la entrepierna a lo más básico de la bioquímica, la fisiología o cualquier disciplina científica aplicada a las ciencias de la salud, pero que ella, claro, se ganaba la vida vendiéndolos y la farmacia obtenía beneficios económicos comercializándolos”.

Con estos dos párrafos arranca el primer capítulo de De venta en farmacias. Una denuncia del negocio de la salud desde dentro (Sinequanon, 2023). Los hermanos Felipe y Raúl de la Fuente desgranan en este libro los entresijos de un sistema farmacéutico “más enfocado a la economía que al bienestar de los consumidores”. El primero, farmacéutico, y el segundo, dietista-nutricionista, han realizado para este ensayo una investigación rigurosa y empática con la que quieren abrir los ojos a una situación “que necesita urgentemente un cambio”.

placeholder 'De venta en farmacias'.
'De venta en farmacias'.

Charlamos con Felipe de la Fuente sobre los tratamientos vendidos en botica que tienen más base marketiniana que científica: “Bastantes productos de los que se venden en farmacia no tienen base científica o no han demostrado en ensayos clínicos hacer lo que dicen hacer”. Del mismo modo, analizamos por qué establecimientos sanitarios como estos venden productos que no están avalados por investigaciones rigurosas, vistiéndolos de una apariencia médica.

El colágeno y la L-carnitina

Cualquier botica que se precie tiene un espacio reservado a la decena de productos de colágeno que se venden con la idea de que puede ayudar con patologías como la artrosis, la artritis o, simplemente, el paso del tiempo. Pero lo cierto es queno ha demostrado en ensayos clínicos tener efecto en dolores articulares”, explica De la Fuente.

Con la L-carnitina pasa algo parecido, “sobre todo cuando se utiliza como quemagrasas. Sí que es verdad que hay una patología con un medicamento concreto para la que está indicada, pero no es un quemagrasas”.

¿Vitaminas? “Un pis más caro”

El 70% de la población española toma suplementos vitamínicos con la idea de que ayuda a mejorar su salud, pero en general ¿realmente funcionan?

Foto: Foto: iStock.

“En población general no hay déficit de vitaminas. Salvo en casos concretos como la vitamina B12 en personas veganas, el ácido fólico en embarazadas… no suele haber déficit. La inmensa mayoría de vitaminas se obtienen en una dieta normal y equilibrada. Entonces, el hecho de comprarte suplementos vitamínicos lo único que va a hacer es que tengas un pis un poco más caro, porque vas a eliminar la mayoría”, apunta el farmacéutico.

“De hecho, no vas a estar más cansado porque tengas déficit de vitaminas, aunque muchos suplementos lleven la coletilla energy para decirte que te van a quitar el cansancio”, añade.

placeholder Raúl y Felipe de la Fuente. (EFE)
Raúl y Felipe de la Fuente. (EFE)

Mención aparte merecen la vitamina D, cuyo déficit en España es un gran misterio a pesar de todas las horas de sol que tenemos. Eso sí, en caso de que un paciente necesite tomarla debe ser “bajo prescripción facultativa, porque la vitamina D es liposoluble, se acumula, entonces si se llega a tomar en exceso puede producir toxicidad”.

En cuanto a la permisividad de la venta de complementos alimenticios, a pesar de que no esté demostrada la eficacia de la mayoría, el farmacéutico denuncia que hay una legislación “bastante laxa” que permite que se promocionen de una manera engañosa.

¿Sirven las cremas de farmacia? ¿Y si compro en el súper?

Dejando aparte la rama de la dermofarmacia –que sí que sirve para tratar diferentes patologías–, las cremas hidratantes y los protectores solares, “la inmensa mayoría de las cremas antiage que se venden en farmacia y cada año tienen un componente nuevo que te ayuda a curar el ADN de la piel… es bastante aventurado decir que hacen lo que dicen hacer”. “La cosmética es la cirugía de los pobres”, bromea al tiempo que añade: “E incluso a veces de los no tan pobres, porque hay cremas que valen mucho dinero”.

Foto: Foto: iStock. Opinión
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Y a la hora de elegir el lugar donde comprar cremas como las hidratantes, mucha gente escoge la farmacia bajo la percepción de que va a ser mejor que la marca blanca del supermercado. Sobre esta creencia, De la Fuente explica que no tiene por qué ser mejor la de botica, ni la más cara, en realidad solo “depende de los ingredientes que lleve la crema”.

“Hay algunos tipos de productos que por la exclusividad o porque parecen mejores, cuanto más caros más demanda tienen. Y esto pasa con la cosmética. Alguien dirá que una crema es maravillosa por costar 100-150 euros y puede que no sea mejor que una de 20”, ejemplifica.

Por qué las farmacias venden productos sin base científica

El boticario apunta a varios motivos por los que es posible que en un establecimiento sanitario, como es una farmacia, se vendan tratamientos sin base científica. Por un lado, y en menor medida, “todos queremos creer en algo”, por lo que estamos dispuestos a pensar que una crema retrasará nuestro envejecimiento. Y, por otro, a esto ayuda “por supuesto, el lado mercantilista de la salud. Al final se crean necesidades o falsos remedios para necesidades creadas que no han demostrado tener efecto”, agrega.

placeholder Foto: EFE/Marta Pérez.
Foto: EFE/Marta Pérez.

Pero qué pasa en el negocio boticario para que tengan que vender tantos productos sin base científica. El sanitario descarta que sea porque no saquen suficiente beneficio de la venta de medicamentos: “En muchas farmacias gran parte de su facturación depende de la dispensación de medicamentos”. “La cuestión es que cualquier empresa privada, legítimamente, tiene la razón de ser de obtener cuanto más beneficio, mejor. Entonces amplían, vestido de salud, otro tipo de mercados”, desgrana.

Preguntamos al farmacéutico por el riesgo de que se vendan en establecimientos sanitarios productos que no han demostrado su beneficio para la salud y que la propia botica los viste con apariencia científica: “Al final estás en un establecimiento sanitario donde hay profesionales sanitarios con una bata puesta que parece que lo que dicen va a misa. Tampoco estoy diciendo que la gente deje de confiar en la farmacia, ni mucho menos, hay profesionales maravillosos. Pero sí es cierto que a todo lo que engloba ese tipo de ventas le da un halo de seguridad de ‘esto que está aquí va a servir para algo, no me lo van a dar así porque sí”.

Y ante estos productos de dudosa base científica en un establecimiento sanitario, cabe cuestionarse por qué los colegios de farmacéuticos no hacen nada al respecto. “Nosotros hemos visto que quienes forman las juntas directivas de los colegios provinciales en su inmensa mayoría, el 95%, son empresarios del sector de oficina de farmacia, entonces ¿cómo van a hacer algo?”, contesta el coautor del libro.

“Estábamos trabajando en una oficina de farmacia cuando entró en el establecimiento una mujer que era comercial de un laboratorio que distribuía diversos productos para las más variopintas patologías: colágeno marino, coenzima Q10, omega-7, valeriana... en cajitas muy monas y con eslóganes de lo más atractivos. El caso es que vino no solo a presentarnos su amplio catálogo, sino también a formarnos e instruirnos sobre las bondades y los efectos de los productos que ofrecía y que, a la postre, encontrarían su hueco en una farmacia de barrio de Valencia.

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