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Así es como la soledad pasa factura a tus células y empeora tu salud física
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Así es como la soledad pasa factura a tus células y empeora tu salud física

El sentimiento negativo de aislamiento social produce no solo un desgaste en la salud mental de la persona, sino también en ciertas partes del organismo, contribuyendo a la inflamación crónica

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

El sentimiento de soledad, por desgracia, es uno de los que más afectan al bienestar psicológico de la gente de nuestros días. Más teniendo en cuenta los confinamientos vividos tras la pandemia. Se ha hablado mucho sobre sus efectos en la salud mental de las sociedades, pero poco sobre las consecuencias que puede producir en el organismo, pues al tratarse de algo emocional, se pasa por alto que pueda afectar a la salud física.

Habría que diferenciar el hecho de "sentirse solo" de lo que es estar solo o no tener tantas conexiones sociales. Algunos de los factores objetivos que hacen que los sentimientos de soledad se acrecienten pueden ser cambios repentinos en la unidad familiar, un exceso de consumo de tecnología para paliar esa soledad o la falta de un apoyo externo.

"Nuestro sistema inmune responde a la soledad como lo haría ante la amenaza de un virus, es decir, produciendo más células y proteínas inflamatorias"

Y, a fin de cuentas, está demostrado que al contribuir a un empeoramiento del bienestar psicológico de las personas, la soledad puede producir unos mayores niveles de ansiedad o de estrés, así como enfermedades que van desde cardiopatías, pasando por algunos tipos de cáncer y hasta derrames cerebrales o demencia. Obviamente, no es la causa directa de estas afecciones, pero sí que contribuye a su desarrollo y peor pronóstico.

Mayor inflamación

"El peligro que supone la soledad percibida o crónica puede afectar a varios procesos de nuestro organismo, incluidos los que intervienen en el metabolismo o las respuestas neurológicas, endocrinas e inmunitarias de nuestro cuerpo", asevera Shilpa Ravella, periodista de Salon que se ha hecho eco de todos estos estudios. "De hecho, nuestro sistema inmune responde a la soledad como lo haría ante la amenaza de un virus mortal, es decir, produciendo más células y proteínas inflamatorias. Aunque la inflamación pueda ser una maniobra benévola del organismo destinada a combatir los gérmenes y a curar las heridas, el hecho de que se haga crónica se ha relacionado con infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, así como unos niveles elevados de colesterol en sangre".

Así, hay estudios que relacionan la soledad o el aislamiento social con niveles elevados de moléculas inflamatorias como la PCR, la IL-6, el TNF-a y la IL-1B. Por ejemplo, un estudio danés mostró cómo vivir solo durante muchos años o sufrir una cadena de rupturas sentimentales, incluidas las de la muerte de la pareja, estaban estrechamente relacionadas con el aumento de los niveles de PCR e IL-6 en hombres de mediana edad. También, otra investigación realizada en Estados Unidos asoció a la soledad con "inflamación sistémica".

A nivel celular, un estudio descubrió que aquellos que se perciben como solitarios o están socialmente aislados presentaban una disminución de sus líneas defensivas contra virus y bacterias. Los investigadores de un estudio de 2015 realizado en monos y humanos vieron cómo los más solitarios tenían mayores niveles de neorepinefrina, un neurotransmisor que se activa en respuestas de lucha o huida, lo que incitaba a la médula ósea a producir más monocitos, un tipo de leucocito que lucha contra los gérmenes invasores. Entonces, relacionaron que aquellos que sufren la soledad o están más aislados tienen una respuesta inmunitaria más baja.

Foto: Encarar de forma positiva los momentos de soledad nos permite vivir una vida más plena (Unsplash/Flo Karr)

"La soledad, como otras formas de estrés, aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas", asegura Ravella. "Puede afectar directamente a la capacidad de las células inmunitarias para combatir eficazmente los gérmenes. También sabemos que la inflamación crónica baja puede dificultar la respuesta inmune". Y, evidentemente, la inflamación crónica contribuye por su parte a "la fatiga, la pérdida de apetito o el retraimiento social".

Por otro lado, la soledad también puede producir malos hábitos. Desde dormir mal o no comer suficiente y no hacer ejercicio a recurrir al tabaco o al alcohol como forma de evasión. "Las personas solitarias también tienen más posibilidades de enfrentarse a otros factores de estrés, como la pobreza, o responder con furia y vehemencia", concluye la periodista. Lo peor de la soledad es que no hay una manera directa de ponerle freno. A fin de cuentas, es un sentimiento que forma parte de la vida privada del individuo y se dilata bastante en el tiempo: cuanto más solo está alguien, más se acostumbrará y buscará aislarse al no encontrar respuesta fuera. Por ello, es necesario que se aborde tanto a nivel individual como colectivo esta problemática. No solo para estar más sanos, sino para sentir más bienestar en nuestra vida.

El sentimiento de soledad, por desgracia, es uno de los que más afectan al bienestar psicológico de la gente de nuestros días. Más teniendo en cuenta los confinamientos vividos tras la pandemia. Se ha hablado mucho sobre sus efectos en la salud mental de las sociedades, pero poco sobre las consecuencias que puede producir en el organismo, pues al tratarse de algo emocional, se pasa por alto que pueda afectar a la salud física.

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