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Todos los avances en la cirugía para la enfermedad de Parkinson
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Todos los avances en la cirugía para la enfermedad de Parkinson

Si bien es cierto que en los últimos años ha habido una gran mejora en el tratamiento médico, los fármacos no consiguen controlar de forma indefinida las manifestaciones clínicas de la enfermedad

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El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente por detrás del alzhéimer. Su característica principal es la pérdida de las neuronas cerebrales productoras de la dopamina, un neurotransmisor que controla la función motora del organismo. Hoy en día es una patología que no tiene curación y son pocos los métodos de los que disponemos para diagnosticarla de forma precoz.

Si bien es cierto que en los últimos años ha habido una gran mejora en el tratamiento médico, los fármacos no consiguen controlar de forma indefinida las manifestaciones clínicas de la enfermedad. De hecho, se estima que al menos un 50% de los pacientes tratados con medicación acabarán necesitando un tratamiento quirúrgico.

Tratamientos quirúrgicos

Existen diferentes tratamientos quirúrgicos, los más utilizados en la actualidad son la cirugía ablativa y la estimulación cerebral profunda.

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La cirugía ablativa consiste en producir una ablación o lesión controlada en una pequeña área seleccionada del cerebro. Puede realizarse por radiofrecuencia, por radiación ionizante o mediante ultrasonidos de alta intensidad (high frequency ultrasound). La lesión con ultrasonidos tiene la ventaja de que se puede realizar en la resonancia, casi de forma ambulatoria o con un solo día de ingreso. Por lo tanto, no se trata de una cirugía invasiva. Sus indicaciones principales son las del temblor esencial y también los casos de párkinson en la edad avanzada, que son los pacientes que presentan un riesgo quirúrgico. Los resultados son buenos y el único inconveniente es la posibilidad de recidiva de la sintomatología transcurridos unos años.

La cirugía de estimulación cerebral profunda es la que se realiza mayoritariamente. Consiste en la colocación de unos electrodos que estimulan en alta frecuencia una pequeña área del cerebro que se encuentra hiperactiva y causa los síntomas de la enfermedad. La estimulación inhibe la hiperactividad de esa área del cerebro y con ello mejora la sintomatología.

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Para lograrlo es necesario implantar los electrodos tras haber realizado una planificación muy exacta con un software de última generación. La colocación se comprueba dentro de quirófano con el TAC intraoperatorio. Los electrodos desde el cerebro y por debajo de la piel se conectan a un pequeño neuroestimulador parecido a un marcapasos cardiaco que se va ajustando siempre de manera no invasiva a través de la piel.

Los beneficios que obtenemos con estas cirugías son realmente importantes. Podemos conseguir frenar el movimiento, disminuir la rigidez y los temblores en el paciente. Además, nos permite reducir la medicación y, por tanto, frenar los efectos secundarios de la misma a largo plazo.

Los avances en cirugía unidos a la mejora de los tratamientos farmacológicos y la progresión de las pruebas diagnósticas nos permiten mirar al futuro de estos pacientes con esperanza.

El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente por detrás del alzhéimer. Su característica principal es la pérdida de las neuronas cerebrales productoras de la dopamina, un neurotransmisor que controla la función motora del organismo. Hoy en día es una patología que no tiene curación y son pocos los métodos de los que disponemos para diagnosticarla de forma precoz.

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