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Así cambia tu estómago cuando te enfadas o pasas miedo
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INFORME EN BIORXIV

Así cambia tu estómago cuando te enfadas o pasas miedo

Parece que el ácido estomacal tiene una relación bastante estrecha y secreta con las emociones. Descubre un reciente estudio

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“La noche era densa y oscura. La luna estaba oculta detrás de nubes pesadas, y la única fuente de luz provenía de las tenues estrellas en el cielo. En un pequeño pueblo abandonado en medio de un bosque espeso, algo se movía en la oscuridad. No era algo que pudiera ser identificado claramente, solo se percibía una sombra deslizándose silenciosamente entre los árboles”. Con estas palabras, tu corazón comienza a latir rápido. El pánico comienza a despertar en tu interior y te cuesta pensar con claridad. Esto sucede porque en el fondo de tu organismo nace una sensación de malestar que informa de que algo terrible va a suceder.

¿Te ha pasado más de una vez que notas que tu estómago ruge cuando tienes miedo, por ejemplo? Pues, según un equipo de científicos de la Universidad Sapienza de Roma (Italia), esto sucede porque las emociones intensas como el miedo, el horror, el asco, la ira y la conmoción tienen el poder de cambiar el pH del estómago. Según los expertos, que presentan un trabajo sobre la fisiología de las emociones del cuerpo profundo, las señales gastrointestinales (GI) comparten una extraña conexión con las emociones que siente una persona.

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Emociones intensas

Para su estudio, los investigadores pidieron a 31 hombres con una edad promedio de 24 años que se tragaran un compuesto en forma de pastilla para monitorizar la acidez estomacal. La píldora era un dispositivo alimentado por batería que contenía sensores para monitorear la actividad intestinal desde el interior. Así, mientras los participantes vieron vídeos de 9 segundos de duración, se medía la acidez de su estómago gracias a un sensor que calcula el valor de pH, temperatura y presión en los intestinos. A medida que la pastilla inteligente se movía por el tracto gastrointestinal, los sujetos contemplaron clips de vídeos que podían despertar disgusto, miedo o felicidad.

Tras la visualización de cada uno de los vídeos, los voluntarios completaron un cuestionario. Indicaron cuán intensas fueron las emociones que habían sentido durante el vídeo, y esto lo compararon con los resultados obtenidos con el seguimiento de la píldora inteligente que abandonó el cuerpo de forma natural. Cuando los participantes vieron vídeos repugnantes o aterradores, el pH de su estómago resultó ser más alto que cuando vieron vídeos neutrales. Los voluntarios que afirmaban sentirse más felices tenían un estómago menos ácido, según los datos.

placeholder Emociones como el asco y el miedo se relacionan con un pH estomacal más ácido. (Pexels)
Emociones como el asco y el miedo se relacionan con un pH estomacal más ácido. (Pexels)

Nuestro estómago se prepara para lo peor

“Nuestros hallazgos sobre el vínculo entre la acidez del pH del estómago y las emociones percibidas (asco, miedo y felicidad) están en línea con los informes anecdóticos descritos por Beaumont en 1833”, señalan los autores del estudio, haciendo referencia a William Beaumont, cirujano del ejército de EEUU, también conocido como el padre de la fisiología gástrica, que anotó descubrimientos similares hace ya 190 años.

Este hallazgo refuerza los modelos que sugieren que la red gástrica juega un papel importante en las respuestas emocionales de nuestro cuerpo. No es algo mental, los registros de la actividad eléctrica en la pared muscular del intestino también reflejan nuestras experiencias de repulsión. Así, sentir asco en la boca del estómago no es raro y da más información de la reacción entre el intestino y la respuesta del cerebro a ciertas situaciones de lo que parece.

"Cuando experimentamos repugnancia o miedo, la acidez estomacal es mayor"

Por si esto fuera poco, los científicos encontraron que la frecuencia respiratoria aumentaba cuando los sujetos se sentían tristes. Los autores finalmente concluyeron que las emociones fuertes están asociadas con un aumento de las sensaciones gastrointestinales.

“En conclusión, creemos que los presentes hallazgos tienen el potencial de abrir nuevas vías para estudiar las influencias inexploradas de la neurobiología del sistema gastrointestinal en los procesos emocionales típicos y atípicos”, añaden los expertos.

Una de las limitaciones del estudio es que el experimento, aún pendiente de revisión por pares, está reducido a un pequeño grupo de voluntarios masculinos, por lo que no puede interpretarse de manera demasiado amplia. Se necesitarían más investigaciones con una muestra mayor y más diversa para ver si se pueden replicar los resultados.

“La noche era densa y oscura. La luna estaba oculta detrás de nubes pesadas, y la única fuente de luz provenía de las tenues estrellas en el cielo. En un pequeño pueblo abandonado en medio de un bosque espeso, algo se movía en la oscuridad. No era algo que pudiera ser identificado claramente, solo se percibía una sombra deslizándose silenciosamente entre los árboles”. Con estas palabras, tu corazón comienza a latir rápido. El pánico comienza a despertar en tu interior y te cuesta pensar con claridad. Esto sucede porque en el fondo de tu organismo nace una sensación de malestar que informa de que algo terrible va a suceder.

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