Menú
Un estudio español, apoyado por Harvard, revela cómo es la siesta perfecta para la salud
  1. Bienestar
Publicado en 'Obesity'

Un estudio español, apoyado por Harvard, revela cómo es la siesta perfecta para la salud

Hay muchos mitos alrededor de esta costumbre y posturas encontradas entre defensores y detractores. Lo evidente es que afecta a nuestra salud. Un trabajo de la Universidad de Murcia explica cómo es la siesta que engorda y sube la tensión

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Esa cabezadita después de comer forma parte de nuestro patrimonio cultural, aunque es más una cosa del pasado que de ahora, porque cerca del 60% de los españoles no la duerme nunca y solo el 13% la hace todos los días.

Seguidores aparte, lo que está claro es que es algo que va más allá de una costumbre o de un derecho (por ejemplo, en China, escuelas y empresas obligan a dormir la siesta, y en Japón, bajo el nombre de inemuri adquiere un rango casi sagrado) como demuestra que la siesta -más concretamente su efecto en la salud- haya sido objeto de numerosos estudios científicos (los investigadores chinos son muy activos en este campo).

Foto: Foto: Unsplash/@adigold1.

La última palabra la han dicho investigadores de la Universidad de Murcia, a través del equipo de la catedrática de nutrición Marta Garaulet, y del Brigham and Women's Hospital, vinculado a la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, que han descubierto que las personas que duermen siestas de 30 minutos o más tienen índices de masa corporal más altos y son más propensos a tener síndrome metabólico -es decir, a desarrollar problemas cardiovasculares y diabetes- que quienes no. Y al revés: aquellos que duermen siestas cortas (menos de treinta minutos) no tienen riesgo de obesidad ni problemas metabólicos. Además, la predisposición a la hipertensión arterial es menor entre los que hacen siestas breves.

Factores que influyen

Para el estudio, que se ha publicado en la revista Obesity, los autores han analizado los datos de salud de más de 3.200 personas (sobre todo de la región de Murcia) incluidas en el ensayo Obesity, Nutrigenetics, Timing and Mediterranean (Ontime), y no solo han correlacionado la duración de las siestas con el estado de salud, sino que también han encontrado que dormir en el sillón o en el sofá es más saludable que hacerlo en la cama -”no porque en la cama se duerma más y mejor, sino porque se relaciona con más riesgo de hipertensión”, desvela Garaulet-. Además, entre los factores que influyen en que la siesta larga engorde, están acostarse tarde por la noche, comer tarde o mucho al mediodía o fumar.

placeholder Marta Garaulet, en el centro, con el grupo de investigación de la Universidad de Murcia. (Foto cedida)
Marta Garaulet, en el centro, con el grupo de investigación de la Universidad de Murcia. (Foto cedida)

La catedrática y primera firmante del artículo indica que “no todas las siestas son iguales. La duración del tiempo, la posición durante el sueño y otros factores específicos pueden afectar los resultados de salud de una siesta”, una afirmación con la que introduce la existencia de lo que se podría llamar genética de la siesta.

Genes de la siesta

Garaulet, que es profesora visitante en la División de Trastornos Circadianos y del Sueño en el Brigham and Women's Hospital, lleva años estudiando las repercusiones de las alteraciones del sueño en la salud metabólica, y este nuevo trabajo de Obesity se puede considerar una nueva rama de otro anterior, publicado en Nature Communications: “En aquel estudio demostramos, a partir de los datos del biobanco inglés de más de 450.000 personas, que existe una genética de siesta. Hay personas que nacen con propensión a dormir la siesta y otras que no”.

Hay descubiertos 127 genes que se asocian con la siesta, sobre todo con la frecuencia

Explica a El Confidencial que “en un estudio inicial con gemelas y mellizas vimos que la propensión inicial de dormir la siesta era muy alta en las gemelas, pero no en las mellizas, y esto viene a confirmar una relación genética que se asocia con la siesta. De hecho, descubrimos 127 genes que se asocian con la siesta, sobre todo con la frecuencia”.

En el trabajo de Nature Communications quedó de manifiesto que “las siestas estaban asociadas con un mayor riesgo de obesidad”. Por ello, el grupo de Garaulet se propuso determinar si esto sería cierto en un país donde las siestas están más arraigadas culturalmente, caso de España, así como también cómo se relaciona la duración de las siestas con la salud metabólica.

La novedad del trabajo

Así, en el estudio con población de Murcia, solo dormía la siesta de manera habitual un tercio de los individuos analizados, y en el 16% se trataba de siestas largas. Como en los británicos, se repitió que siestas más largas se asocian a índice de masa corporal más alto, mayor circunferencia abdominal -indicadora de riesgo cardiovascular-, tensión arterial sistólica (alta) elevada y cifras de glucosa en ayunas aumentadas. En definitiva: más riesgo cardiovascular.

Foto: Foto: iStock.

Los hallazgos están en la misma línea de los reportados por científicos chinos, pero también por los españoles del estudio Predimed Plus.

Sin embargo, los autores de este último trabajo aseguran que el suyo es el primero que analiza la duración de la siesta en el contexto de un estudio del estilo de vida (horario de comidas, fumar, etc).

También es novedoso el análisis de los niveles de cortisol y la duración de las siestas. Según la profesora, “el cortisol aumenta al levantarnos de la siesta, más si la siesta es larga“, y esto lleva a un desequilibro de esta hormona, de forma que “por la noche está alta y eso hace que se tenga menos sueño y aumente el estrés”.

La elevación del cortisol después de una siesta larga puede explicar por qué el 42% de las personas del estudio tenía hambre al despertar

Además, las comidas copiosas al mediodía aumentan el cortisol, y fumar impacta en la duración de la siesta y, de nuevo, en el cortisol. El resultado: “Este conjunto altera los ritmos circadianos, provoca cronodisrupción, obesidad y síndrome metabólico”.

Además, añade, “la respuesta elevada de cortisol después de una siesta larga también puede explicar por qué el 42% de las personas que hemos estudiado tenía hambre, y es porque el cortisol aumenta el apetito”.

Siesta por prescripción médica

A la vista de la evidencia científica que existe en torno a la duración de la siesta y la salud cardiovascular, parece lógico pensar que se pueda utilizar en la práctica médica. Marta Garaulet opina que “lo perfecto sería hacer un estudio genético a partir de la saliva de los genes de siesta y comprobar si una persona los tiene o no; pero, independientemente de esto, en gente con riesgo cardiovascular conviene explorar sus hábitos de siesta y hablar con ellos e insistirles en que se pongan un despertador a la media hora”.

placeholder En personas con riesgo cardiovascular hay que insistir en acortar la siesta a menos de 30 minutos. (iStock)
En personas con riesgo cardiovascular hay que insistir en acortar la siesta a menos de 30 minutos. (iStock)

Los nuevos hallazgos no ponen punto y final a este asunto. De hecho, el equipo de la Universidad de Murcia ya está pensando en darle una nueva vuelta y hacer un estudio mecanístico para saber qué está pasando. “Como hemos visto en los trabajos de mediación, la gente que fuma más, los que ingieren más en la comida del mediodía y los que se acuestan más tarde o hacen sus comidas (desayuno, comida y cena) más tarde tienen más riesgo de que les afecte la siesta larga. Entonces, podríamos analizar cómo una siesta corta mejora a este grupo”, avanza la investigadora, “o ver en tejido adiposo de personas que duermen siesta todos los días o que no lo hacen cómo cambian los ritmos circadianos de enzimas y genes relacionados con la obesidad”.

Muchas instituciones se están dando cuenta de los beneficios de las siestas cortas, principalmente para la productividad laboral

Y las implicaciones van más allá de la salud. El neurocientífico Frank Scheer, profesor de cronobiología médica en el Brigham Hospital y coautor del artículo, sostiene que “este estudio muestra la importancia de considerar la duración de la siesta y plantea la cuestión de si las siestas cortas pueden ofrecer beneficios únicos".

Muchas instituciones se están dando cuenta de los beneficios de las siestas cortas, principalmente para la productividad laboral, pero también cada vez más para la salud en general. "Si los estudios futuros corroboran aún más las ventajas de las siestas más cortas, creo que podría ser la fuerza impulsora para las duraciones óptimas de las siestas y un cambio cultural en el reconocimiento de los efectos a largo plazo en la salud y los aumentos de productividad que se pueden derivarse de esto".

Así pues, queda demostrado que la siesta tiene mucha ciencia. Y la fórmula de la siesta perfecta, reparadora y sana es: más corta de media hora y en el sillón o el sofá. Con eso, es suficiente para descansar y mantener la agilidad mental.

Esa cabezadita después de comer forma parte de nuestro patrimonio cultural, aunque es más una cosa del pasado que de ahora, porque cerca del 60% de los españoles no la duerme nunca y solo el 13% la hace todos los días.

Salud
El redactor recomienda