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"Se puede vivir plenamente aunque te falte un sentido"
  1. Bienestar
Entrevista a Marta Bustos

"Se puede vivir plenamente aunque te falte un sentido"

Con 24 años, Marta sufrió un accidente haciendo jabones caseros y se quedó ciega. Pese a que los médicos no tenían esperanzas de que recuperara la visión, tras 13 operaciones han conseguido que vuelva a ver por el ojo derecho

Foto: Marta Bustos. (Cedida)
Marta Bustos. (Cedida)

El día que cambió su vida para siempre, Marta tenía 24 años. Era junio de 2020 y por aquel entonces vivía en Seattle con su pareja. Era otra jornada pandémica, pero aparentemente normal. El covid mantenía la obligación de estar en casa y Marta —como muchas otras mañanas— se disponía a hacer jabones caseros. Ya estaba con la segunda tanda, había repetido el proceso en múltiples ocasiones y se sabía la receta de memoria: agua, aceite y sosa. De pronto, y sin esperarlo, la mezcla le estalló en la cara. En ese momento, consecuencia del insoportable dolor que la invadió, Marta ya sabía que la situación era grave y su cabeza se preparó para lo peor. El resultado: una ceguera total, que, según los médicos, era irreversible.

PREGUNTA. ¿Qué sentiste en el momento del accidente?

RESPUESTA. Es difícil describirte racionalmente lo que pensé en aquel momento, porque te va la cabeza a mil y eres incapaz de asumir nada. Pero ya solo con las sensaciones que experimenté pensé que era muy grave porque sentí muchísimo dolor. Entonces, de alguna manera, asimilé que me quedaría ciega de por vida casi en el momento.

"De alguna manera, asimilé que me quedaría ciega de por vida casi en el momento"

P. ¿Cómo viviste el proceso estando en Estados Unidos, lejos de tu familia?

R. Pues mira, por un lado, muy duro no poder apoyarme en ellos. Pero por otro, y que conste que yo me llevo muy bien con mi familia, lo prefería así porque yo no quería hacerles sufrir, me sentía culpable por ello. Tuve que llevar el duelo un poco en soledad, acompañada de mi pareja, durante las primeras semanas y me fue bien para ir asumiéndolo todo. Fue duro, aunque en parte agradezco que así fuera.

P. ¿Cuándo regresaste a España y dónde empezaste el tratamiento?

R. Mi madre pudo venir a visitarme a los dos meses del accidente y a los tres nos volvimos a España. En ese momento me reencontré con el resto de mi familia, con mis amigos y con mi barrio de toda la vida. Al principio me estuvieron tratando en la Clínica Barraquer de Barcelona y ahora estoy en Oftalvist Barcelona porque todos estos tratamientos la Seguridad Social no los cubre.

placeholder Foto: Cedida.
Foto: Cedida.

P. ¿En algún momento un doctor te dijo que no recuperarías la vista?

R. Sí, en Estados Unidos. El médico que nos atendió me dijo que del ojo derecho jamás volvería a ver (que es del que he recuperado la vista) porque en ese momento es el que estaba en peores condiciones y que intentarían recuperar algún porcentaje pequeño de visión del ojo izquierdo.

P. ¿Cómo se afronta un diagnóstico así?

R. Bueno (ríe), es que simplemente no le escuché. No me dio la gana creérmelo. Probablemente estaría en fase de negación, pero yo soy bastante resolutiva y me parecía inverosímil que en 2020 no hubiera ninguna solución para mí. Yo decía: "No puede ser, han hecho trasplantes de corazón y de cara, la ciencia está avanzando", y hubo algo dentro de mí que me impulsó a buscar más. Confiaba en que hubiera más salidas y gracias a Dios que lo hice, porque las había.

P. Y ahora mismo, como me has comentado, has recuperado la visión del ojo derecho. ¿Cuál es el pronóstico que te han dado para el ojo izquierdo?

R. Esto es difícil de saber, los médicos no se suelen mojar mucho. Hay tantos factores que ellos no pueden controlar que no pueden saberlo con exactitud. Pese a eso, el pronóstico es bueno, porque en principio lo que es el nervio óptico y la retina, que es como el motor del ojo, son dos partes que tengo en muy buen estado. Pero... ¿saldrá el sol mañana? Igual viene el apocalipsis, ¿no? Hay un buen pronóstico, lo que pasa es que la operación que me espera es con células madre y un trasplante de córnea que tiene un alto porcentaje de rechazo, por lo que no se puede asegurar. Yo confío mucho en los médicos, en mi cuerpo y en que saldrá todo bien.

Foto: Un paciente con los genes editados durante una revisión en Massachusetts Eye and Ear (Mass Eye and Ear)

P. ¿Vivir una situación así te hace ver la vida con otra perspectiva?

R. Por supuesto. El accidente y todo lo que ha conllevado ha movido los cimientos de mi vida. Con todo lo que me ha pasado he pasado a trabajar un poco en redes, hacer charlas y ahora escribir un libro... No me lo hubiera podido imaginar. Mi vida antes era muy normal, muy tranquila. Aunque el accidente ha sido lo más duro que me ha pasado en la vida, y lo cambiaría si pudiera, también me ha traído cosas muy buenas. Ahora mismo, para que algo sea un problema en mi vida tiene que ser una situación muy complicada. Nos preocupamos por el trabajo y cosas cotidianas de la vida que realmente son situaciones a resolver con una solución bastante práctica. Si tienes salud, ya lo tienes casi todo hecho.

P. ¿Qué cosas buenas te han traído las redes sociales?

R. El poder de ayudar a tanta gente en redes sin ni siquiera yo saberlo. Yo no veía, escuchaba los me gusta y los comentarios que me dejaba la gente a través del asistente de móvil que me los leía. Cuando recuperé la vista y vi la cantidad de mensajes que tenía en redes no me lo creía; al final, las redes son un canal para transmitir un mensaje. Pero, por otra parte, es bastante raro sentirse tan expuesta. En comparación con gente famosa, yo no soy nadie, pero es verdad que cada vez que salgo a la calle, alguien me para o alguien me reconoce o sabe quién soy. Incluso, a veces, he pillado a la gente haciéndome fotos. Tienes que estar siempre mentalmente muy preparada y muy fuerte para estar expuesta, aunque yo siempre pienso que mis seguidores son gente que está de mi lado y que me han ayudado mucho. Me lo tomo como una oportunidad de conocer a las personas que en su momento me ayudaron.

"Por muy dura que sea la vida, no hay que centrarse en lo negativo"

P. ¿Cuál es el mensaje que quieres transmitir a tus seguidores?

R. Que la vida es una pasada y que las cosas buenas también tienen su parte mala, no existe una cosa sin la otra. Por muy dura que sea la vida, no hay que centrarse en lo negativo, en quejarnos. Hay un abanico de cosas tan buenas, que es más grande que el de las malas. No intento romantizar que la vida es perfecta o que siempre puedes, porque muchas veces no se puede, pero intento vivir de una manera más positiva.

P. ¿Y cómo te surgió la oportunidad de escribir un libro?

R. Yo quería escribir para desahogarme. Antes del accidente ya escribía, es algo que siempre me ha gustado. A raíz de lo que me pasó, empecé a apuntar algunas situaciones surrealistas que me pasaban porque no quería olvidarlas y pensé: "Estoy viviendo en una peli, esto da para escribir un libro".

P. Por último, si tuvieras que darle un consejo a alguien que está pasando una mala situación de salud, ¿cuál sería?

R. Bueno, le diría que hay muchas maneras de vivir que no son las que nos han contado, y me refiero a vivir plenamente. Hay mil formas de ser feliz aunque te falte un sentido, una extremidad, aunque necesites de medicinas diarias. No hay que resignarse, somos más poderosos de lo que nos hacen creer a veces. Hay que buscar más de una solución y hay maneras de conseguir lidiar con el dolor. Siempre hay que seguir intentándolo.

El día que cambió su vida para siempre, Marta tenía 24 años. Era junio de 2020 y por aquel entonces vivía en Seattle con su pareja. Era otra jornada pandémica, pero aparentemente normal. El covid mantenía la obligación de estar en casa y Marta —como muchas otras mañanas— se disponía a hacer jabones caseros. Ya estaba con la segunda tanda, había repetido el proceso en múltiples ocasiones y se sabía la receta de memoria: agua, aceite y sosa. De pronto, y sin esperarlo, la mezcla le estalló en la cara. En ese momento, consecuencia del insoportable dolor que la invadió, Marta ya sabía que la situación era grave y su cabeza se preparó para lo peor. El resultado: una ceguera total, que, según los médicos, era irreversible.

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