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Fracturas por estrés: cuando tus huesos se rompen y no te has caído
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SIN CAUSA APARENTE

Fracturas por estrés: cuando tus huesos se rompen y no te has caído

Un calzado inadecuado, el consumo de ciertos medicamentos o déficit de calcio y vitamina D podrían ser los precursores de una fractura por fatiga, una lesión difícil de prever

Foto: Las fracturas por fatiga o estrés se producen sobre todo por un impacto repetitivo en el hueso dañado. (iStock)
Las fracturas por fatiga o estrés se producen sobre todo por un impacto repetitivo en el hueso dañado. (iStock)

Un dolor persistente en el hueso de apoyo del pie, acompañado de una hinchazón (tumefacción) y, en ocasiones, también de una coloración de la zona. Estos son algunos de los síntomas que describe José Antonio Martín Urrialde, profesor de Fisioterapia de la Universidad CEU San Pablo y experto en lo que a fracturas por estrés se refiere. Y es que no son pocas las veces que se producen este tipo de lesiones que suelen afectar a los huesos de carga, como la tibia o los metatarsianos.

Aparecen cuando una fuerza repetitiva de pequeña intensidad supera el umbral elástico del hueso

Romperse un hueso como consecuencia de un traumatismo por una caída o un accidente entra dentro de lo previsible. Ahora bien, una fractura sin un impacto previo no es tan fácil de encajar. Sin embargo, "son frecuentes en corredores de larga distancia, peregrinos, personal militar y en aquellas personas que realizan actividades deportivas que incluyen movimientos repetitivos como el remo, la danza o saltos", señala el experto.

¿Qué son las fracturas por estrés o sobrecarga?

Este diagnóstico llega de forma inesperada, ya que se va fraguando poco a poco, tras un periodo previo en el que un impacto repetitivo y constante va dañando el hueso sin que seamos conscientes de ello.

placeholder El diagnóstico siempre es por medio de imagen: radiografía o resonancia magnética. (iStock)
El diagnóstico siempre es por medio de imagen: radiografía o resonancia magnética. (iStock)

En palabras del docente: "Las fracturas por sobrecarga son microgrietas en el hueso, que debilitan mecánicamente su comportamiento y que aparecen cuando una fuerza repetitiva de pequeña intensidad supera el umbral elástico del hueso, siendo este, en principio, normal".

No se producen o, al menos, no de forma habitual en cualquier hueso. Lo más usual es que solo se diagnostiquen en los huesos de carga o en aquellos que reciben intensos picos de fuerza. Por orden de frecuencia, el experto indica el segundo metatarsiano, la tibia, el fémur, cuerpos vertebrales lumbares y las costillas como los más dañados.

Su causa no es fácil de determinar

Cuando el traumatólogo confirma la fractura del fémur, la tibia o el segundo metatarsiano del pie sin un traumatismo anterior, comienza una complicada tarea de búsqueda de la razón por la que se producido la fractura. Un objetivo complicado en el que se barajan múltiples y variadas posibilidades.

Foto: Foto: Unsplash.

En principio, la causa general "es el sobreuso mecánico que afecta a los huesos de carga", determina el experto. Ahora bien, "para ser más específicos -continúa- podemos considerar estos otros motivos:

  • Progresiones muy bruscas en la intensidad de ejercicios de carga.
  • Uso de calzado inadecuado, sobre todo en carrera y marcha.
  • Alteraciones en el apoyo: pies planos y pies cavos que alteran el reparto normal de la carga sobre los metatarsianos, así como dismetrías entre los miembros inferiores.
  • Consumo continuado de ciertos medicamentos como corticoides que debilitan en general la densidad ósea, situación también común en sujetos con osteoporosis, un antecedente muy frecuente.
  • Deterioro funcional con pérdida de masa ósea (sarcopenia), que disminuye la absorción mecánica de la musculatura y expone al hueso a su lesión.
  • Factores nutricionales como poca ingesta de vitamina D y de calcio, a veces asociado a enfermedades sistémicas como cáncer".

Entre los factores listados, la osteoporosis está más presente en las mujeres, "pero las fracturas clásicas se dan sobre huesos con una densidad ósea anormal", matiza el profesor.

Confluencia y relevancia de factores predisponentes

En cuanto a la participación de la alimentación o del uso de calzado correcto en la aparición de esta lesión, Martín asegura que la primera es "un factor variable, pues se da tanto en sujetos con hábitos alimenticios normales (deportistas) como en grupos con hábitos deficientes (ingesta pobre de vitamina D y de calcio). Sin duda, una inadecuada síntesis de estos nutrientes facilita, junto con factores mecánicos, la aparición de la fractura".

El uso de calzado inadecuado favorece la aparición de las fracturas por sobrecarga

Otro de los elementos que inciden directamente en la consecución de la fractura por estrés es el calzado, el cual "está considerado en actividades como la carrera o la marcha un factor básico", apunta el experto, quien considera que debe "estar adaptado tanto a la actividad que se va a realizar como a la superficie, con especial atención en la amortiguación de impactos y, sobre todo, con una correcta alineación de la pisada".

Fármacos, fisioterapia y... paciencia

Cuando la radiografía y resonancia magnética confirman la fractura, comienza el tratamiento y la recuperación. En el caso de este tipo de lesión, la fase de inmovilización es algo más corta que la asociada a una fractura por traumatismo, siendo entre dos y cuatro meses lo más habitual, aunque, según el profesor, "son periodos muy variables y dependen de si los factores intrínsecos como la edad o el sexo y extrínsecos (factores predisponentes) se corrigen o no".

placeholder Aplicación de ultrasonidos de baja intensidad para la regeneración del hueso. (iStock)
Aplicación de ultrasonidos de baja intensidad para la regeneración del hueso. (iStock)

En cuanto al abordaje, suele ser mixto. En estos tres pasos sintetiza Martín el proceso de recuperación:

  1. Reducción de los factores predisponentes.
  2. Uso de fármacos como bifosfonatos, hormona tiroidea, ambos favorecedores de la síntesis del tejido óseo.
  3. Fisioterapia mediante el uso de ultrasonidos pulsados de baja intensidad que logran la estimulación de proteoglicanos y agrecanos por parte del condrocito, lo cual promueve la osificación endocondrala, es decir, la formación de hueso reparador unido a ejercicio terapéutico de fuerza que consigue también estimular y alinear el tejido óseo regenerado.
Foto: El estudio revela que la pérdida de densidad ósea comienza antes de la demencia. (iStock)

Pasadas unas semanas y recuperado el hueso, "dependerá de la corrección o no de los factores que promueven su aparición que se repita la lesión", advierte el profesor. Y añade: "De ahí la importancia de la prevención activa, de tipo interdisciplinar, que debería involucrar a fisioterapeutas, podólogos y nutricionistas".

Un dolor persistente en el hueso de apoyo del pie, acompañado de una hinchazón (tumefacción) y, en ocasiones, también de una coloración de la zona. Estos son algunos de los síntomas que describe José Antonio Martín Urrialde, profesor de Fisioterapia de la Universidad CEU San Pablo y experto en lo que a fracturas por estrés se refiere. Y es que no son pocas las veces que se producen este tipo de lesiones que suelen afectar a los huesos de carga, como la tibia o los metatarsianos.

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