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La condena de la vista cansada: ¿a qué se debe y cómo podemos prevenirla?
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La condena de la vista cansada: ¿a qué se debe y cómo podemos prevenirla?

Tres de cada cuatro españoles mayores de 40 años de edad padecen esta afección. Este número aumenta hasta el 80% de afectados entre quienes rebasan los 55. Saber qué hacer es prioritario

Foto: Estirar el brazo para leer, signo inequívoco. (iStock)
Estirar el brazo para leer, signo inequívoco. (iStock)

El paso de los años no perdona, bien lo sabemos. Las articulaciones se hacen cada día menos flexibles, los músculos se quejan de esfuerzos cada vez menores y las visitas al médico revelan un nuevo problema de salud que era impensable pocos años atrás, como puede ser la hipertensión o el colesterol alto. Hasta que el mundo científico no consiga dar el salto revolucionario que consiga parar o revertir el avance del tiempo, los años conllevan un desgaste sustancial. Dicho de otro modo: hay lo que hay.

Pero una de las áreas donde más lo notaremos, por desgracia, es nuestra vista (que, para muchos, supone el sentido más importante, sin el cual sería más que difícil llevar a cabo una vida como la que conocíamos). La edad es la principal causa de la vista cansada, una enfermedad que se calcula que afecta (según un estudio acerca de la salud visual de los españoles, realizado en 2017 por la Clínica Baviera) a un 44,5% del total de los españoles (nada más y nada menos que 21 millones de personas). Si tenemos en cuenta la edad, la presbicia (el nombre oficial de la vista cansada) afecta al 66% de los mayores de 40 años y al 80% de los que superan los 55 años.

Si nos sorprendemos estirando el brazo para leer un libro, es probable que padezcamos presbicia

Esto coloca a la vista cansada como la enfermedad visual más común en nuestro país. Es un problema tan común que lo más probable es que lo padezcamos, casi todos nosotros, en los años venideros (eso si no tenemos la mala suerte de sentir ya sus efectos).

Y las malas noticias continúan, porque al contrario que la miopía o la hipermetropía, la presbicia no tiene cura. Sí, se pueden atajar sus síntomas y mantener una (relativamente) buena agudeza visual de aquel que la padece, pero dado que es un problema degenerativo, seguirá avanzando, cada día un poquito más. Es por esto que es absolutamente esencial conocer los factores de riesgo de esta afección, así como los síntomas que delatan su aparición y los tratamientos (como pueden ser cambios en nuestro estilo de vida) que pueden retrasar tanto su aparición como su desarrollo. Pero vamos por partes.

¿Qué es exactamente la vista cansada?

Como explican desde la reputada Clínica Mayo, la presbicia es "la pérdida gradual de la capacidad de los ojos para enfocar objetos cercanos". Es consecuencia directa del envejecimiento de los tejidos oculares y, por tanto, parte natural del envejecimiento. De hecho, concretamente, la presbicia hace referencia al proceso de endurecimiento del cristalino. Este tejido transparente actúa a modo de lente (con un músculo que es capaz de alterar su forma y, por tanto, enfocar objetos que se encuentren a diferentes distancias), pero cuando se endurece, le resulta más difícil (e incluso imposible) poner en el foco ocular imágenes situadas a distancias cercanas. Dicho de otra manera: favorece que veamos las cosas desenfocadas.

¿Cuáles son los síntomas de la presbicia?

Como explican de forma muy elocuente desde la Clínica Mayo, sabremos que tenemos vista cansada cuando "a la hora de leer un libro, nos descubramos a nosotros mismos estirando el brazo para aumentar al máximo posible la distancia entre las letras impresas y nuestros ojos". Esa es la principal definición de los síntomas de la presbicia.

placeholder Los exámenes oculares son clave. (iStock)
Los exámenes oculares son clave. (iStock)

En términos más generales, claro está, existe una lista de síntomas asociados a esta patología:

  • Mayor dificultad para leer letras cercanas.
  • La reducción de esta dificultad al aumentar la distancia.
  • Las líneas de las letras pierden tanto nitidez como forma (las líneas rectas pueden parecer ligeramente onduladas).
  • Cansancio ocular o dolores de cabeza u ojos después de leer o llevar a cabo trabajos que requieran una gran concentración visual.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Por supuesto, como ya hemos mencionado, el avance del tiempo es imparable. Nuestro cristalino se endurecerá y perderá flexibilidad, siendo cada vez más difícil para él enfocar objetos. A pesar de eso, sí que hay otros factores que pueden tener un impacto negativo en el desarrollo de la enfermedad.

Los más notables son las enfermedades que, de entrada, dificultan por sí solas la visión de cerca como puede ser la hipermetropía. En el caso opuesto, el de los miopes, aunque exista presbicia, su evolución es más lenta, dado que, a cambio de ver mal de lejos, la visión de cerca se ve ligeramente favorecida.

Por otra parte, se han relacionado algunas enfermedades metabólicas, neurológicas o cardiovasculares con la aparición temprana (antes de los 40 años de edad) de la vista cansada. Las más notables en este campo son la esclerosis múltiple, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

Foto: ¿Puede el yoga ocular ayudarte a mejorar tu vista? Prueba la visión natural.

Por último, aunque las causas no están para nada claras, el consumo de algunos medicamentos se ha asociado al desarrollo de la presbicia, en concreto los antidepresivos, los antihistamínicos y los diuréticos.

¿Cómo se diagnostica la vista cansada?

Al contrario que en muchas otras enfermedades, el diagnóstico de la presbicia no requiere de sofisticadas máquinas o test de última generación, sino que nuestro oculista, al realizar un examen ocular básico (que incluya una evaluación de la refracción, el aparato con lentes que nos ponen en los ojos y nos preguntan "¿mejor o peor?") podrá determinar 4 afecciones básicas: miopía, astigmatismo, hipermetropía y vista cansada.

Como sabrá todo aquel que tenga algún defecto ocular, esta indolora prueba (aunque en algunos casos -siempre que sea un oftalmólogo quien lo lleve a cabo- podrán administrarnos gotas oculares para dilatar las pupilas, lo que puede resultar molesto), esta prueba no suele durar más de 5 minutos y no es un gran inconveniente.

¿Cómo se trata?

La enfermedad, en sí misma, no se trata. No existe cura conocida, ni para el endurecimiento del cristalino, ni para el fortalecimiento del músculo ciliar (el encargado de modificar la forma del cristalino). Su tratamiento es completamente paliativo: solo mitiga el dolor (incomodidad en este caso) del enfermo, sin que eso afecte a la progresión de la enfermedad.

Es por esto que el principal tratamiento será el uso de gafas y/o lentes de contacto que permitan devolver a los pacientes de presbicia su agudeza visual en el corto alcance.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

A pesar de esto, para determinadas personas que padecen niveles muy avanzados de vista cansada y no pueden (o, en algunos casos, no quieren) utilizar gafas o lentillas, es posible llevar a cabo procedimientos quirúrgicos destinados a alterar la forma de la córnea. Estos son conocidos como cirugías refractivas y existen de múltiples tipos: queratoplastia conductiva, cirugía ocular LASIK, queratectomía subepitelial asistida por láser (LASEK, por sus siglas en inglés) y queratectomía fotorrefractiva. Todos ellos hacen referencia a alteraciones de la forma de la córnea, la parte transparente más externa del frontal del ojo.

Estos procedimientos (que utilizan diferentes mecanismos, desde radiofrecuencia a láser o un sofisticado bisturí), al alterar la córnea, permiten que esta ayude a enfocar cosas cercanas (a pesar de no ser su función), lo que quita presión del cristalino, aliviando los síntomas de la enfermedad.

¿Cómo podemos evitarla o, al menos, retrasarla?

Determinados cambios en nuestro estilo de vida pueden alargar nuestra buena salud visual. Por supuesto, ninguno de ellos es capaz de detener el transcurso del tiempo y el aumento de la edad, pero sí que son capaces de evitar determinados factores que pueden aumentar el estrés al que están sometidos nuestros ojos. Los más notables son:

  • Los exámenes oculares frecuentes (1 vez al año a partir de los 40).
  • El control adecuado de las enfermedades crónicas como las cardiovasculares o la diabetes.
  • La protección de los ojos frente a los rayos UV gracias a las gafas de sol.
  • La ingesta de alimentos saludables, en particular frutas y verduras, que contengan niveles elevados de antioxidantes y vitaminas como la A o la K.
  • El uso de gafas o lentillas que tengan nuestra graduación (o ligerísimamente inferior).
  • Iluminar adecuadamente aquello que deseemos mirar, dado que en caso contrario se somete a los ojos a un estrés excesivo.

El paso de los años no perdona, bien lo sabemos. Las articulaciones se hacen cada día menos flexibles, los músculos se quejan de esfuerzos cada vez menores y las visitas al médico revelan un nuevo problema de salud que era impensable pocos años atrás, como puede ser la hipertensión o el colesterol alto. Hasta que el mundo científico no consiga dar el salto revolucionario que consiga parar o revertir el avance del tiempo, los años conllevan un desgaste sustancial. Dicho de otro modo: hay lo que hay.

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