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La psicóloga que explica cómo resolver todos los conflictos con la comunicación no violenta
  1. Bienestar
Entrevista a Pilar de la Torre

La psicóloga que explica cómo resolver todos los conflictos con la comunicación no violenta

Charlamos con la experta sobre cómo identificar nuestras verdaderas necesidades, aprender a vivir con empatía y arreglar nuestros problemas de manera positiva y eficaz

Foto: Pilar de la Torre.
Pilar de la Torre.

La comunicación no violenta (CNV) –también llamada comunicación compasiva o comunicación colaborativa– es una práctica sencilla, pero sorprendentemente poderosa. Se basa en la idea de que los seres humanos compartimos unas necesidades universales que rigen nuestro comportamiento, y que la violencia es un recurso que usamos (¡erróneamente!) para satisfacerlas. Si sabemos identificar nuestras necesidades, las necesidades de los demás y los sentimientos que las acompañan, podremos lograr una comunicación auténtica y relaciones más armoniosas.

¿Cómo expresamos nuestros sentimientos ante un conflicto? ¿Qué necesidades originan esas emociones? ¿Qué esperamos de nosotros mismos y de los demás? ¿Cómo se sienten realmente los que nos rodean? A partir de la identificación de las necesidades y mediante técnicas de escucha y expresión, la CNV genera entornos de empatía y sinceridad beneficiosos para acercarnos los unos a los otros y convertir nuestras relaciones en aquellas que realmente anhelamos, tanto en casa como en el trabajo.

Pilar de la Torre es un referente indiscutible en el campo de la CNV en nuestro país, con más de 30 años de experiencia en salud mental. La psicóloga, licenciada por la Universidad Complutense, se formó en esta disciplina junto a Marshall Rosenberg en el Center for Nonviolent Communication. De la Torre acaba de publicar Fundamentos y prácticas de comunicación no violenta (Arpa práctica, 2023), el primer manual práctico en español, que presenta las nociones básicas de esta corriente y propone una gran variedad de casos prácticos para su integración a nuestro día a día. Charlamos con ella sobre la aplicación de este proceso de comunicación en nuestras vidas, el funcionamiento de nuestras emociones y cómo expresarlas, entre otras cuestiones.

placeholder Pilar de la Torre. (Foto cedida)
Pilar de la Torre. (Foto cedida)

PREGUNTA. ¿En qué consiste exactamente la comunicación no violenta?

RESPUESTA. La comunicación no violenta es una forma de relacionarnos entre nosotros. No es una técnica en sí. Se trata de relacionarnos con el otro desde la apertura y desde la comprensión. Y lo que más conseguimos con esta práctica es una empatía con uno mismo y con la otra persona. Esa empatía nos permite encontrar maneras de cuidar lo que nos importa a las dos personas y encontrar maneras de resolver los conflictos; huyendo de cómo funcionamos normalmente con “lo tuyo o lo mío” o con negociaciones a partir de la mente, sin tener en cuenta lo que realmente anhelamos en cada una de las situaciones.

P. ¿En qué escenarios se podría utilizar la comunicación no violenta? Conflictos de pareja, con amigos, en el trabajo…

R. En todas las situaciones de la vida. Porque la comunicación no violenta es un enfoque que ayuda muchísimo cuando hay un conflicto y nos atascamos en una situación. Y situaciones que hay que resolver nos las encontramos tanto en una empresa, un hospital, un colegio, la vida de familia, la relación con los niños, la relación de pareja, etc. En todas las relaciones, dado que somos diferentes, hay desencuentros y situaciones que queremos que evolucionen.

Pero no son herramientas exclusivas para el conflicto. También son tremendamente útiles para esos momentos de relación en los que no hay conflicto y se puede utilizar para poder sentir más cercanía, sentir más unión en la relación, conocernos mejor…

Es decir, la comunicación no violenta es como una nutrición para cualquier relación: si hay conflicto porque permite que evolucione y si no hay conflicto porque nos permite que crezca esa relación.

Foto: Jean-Charles Bouchoux. (Foto cedida)

P. ¿Podrías ponerme un ejemplo más concreto?

R. Por el ejemplo en el trabajo. Si mi jefe me pide algo que considero que se sale de mis funciones, tengo varias opciones: no hacerlo, cosa que se va a volver contra mí; hacerlo a mala gana, que también se va a volver contra mí; y otra opción es pararme y mirar dentro, pensando “vamos a ver en esta situación qué es lo importante para mí. Lo importante para mí es cuidar mi espacio de trabajo, mis funciones, estar segura de que hago bien mi trabajo y también me importa la relación con mi jefe, no quiero llevarme mal con él”.

La mejor es la última opción, así que “voy a hablar con mi jefe con claridad y con empatía, porque me importa la relación con él. ¿Y cómo trabajo esa empatía dentro de mí? Pues muy sencillo, imagino que puede ser importante el motivo por el que me haya dado este trabajo, imagino que lo quiere porque sabe que trabajo bien o que cumplo los plazos”. Entonces, con lo que “me importa a mí, voy a una conversación”, y empiezo simpatizando con él o con ella y le digo “mira, me has pedido que haga este informe para asegurarte de que se hace bien y sabes que yo tengo experiencia en esto, ¿es así?”, chequeo con él porque no sé nada. Yo le planteo una hipótesis a ver si me confirma y así ya no estoy tratando de adivinar. Hay una relación empática porque a mi jefe le llega que yo quiero comprenderle, que le quiero entender más allá de que me haya dado ese trabajo, con lo cual ya estoy llenando la relación de empatía. Y cuando me responde “sí, es así”, al mismo tiempo le digo “¿te puedo decir lo que me pasa a mí?, ¿puedo hablar con sinceridad? Pues tengo unos trabajos ya determinados, con unos plazos y también creo que este proyecto no forma parte de mis labores”. Y algo que al principio me cayó como una bomba, he hecho un camino interno para resolver esto desde una empatía que es una empatía que la encuentro dentro de mí.

P. Y además de en problemas cotidianos, ¿se podría utilizar la comunicación no violenta para mediar en conflictos políticos?

R. Claro que sí. El fundador de este movimiento, Marshall Rosenberg, con el que yo me formé, ha trabajado mediando en conflictos internacionales como el de Israel-Palestina. Ojalá se pudiera llevar este proceso a colectivos mayores en política y en conflictos entre países. Llevaría más tiempo, pero realmente creo que solo con la profundidad de este proceso, con tratar de tomar conciencia de las necesidades de unos dirigentes políticos en un país de necesidades profundas y comprendiendo las necesidades de ambas partes, es la única posibilidad que yo veo en conflictos importantes de que se genere un acercamiento real, más allá de acuerdos que permiten mantener el poder.

Mi sueño, que igual se acaba mi vida y no lo veo, es que los políticos pueden experimentar que con este tipo de relaciones se ganan votos. Estoy convencida de que un lenguaje empático, en lugar de un lenguaje descalificador, de que un acercamiento, de que ver los puntos en común, evitar las descalificaciones... Creo que al ser humano le darían ganas de votar a esa persona, porque que no estamos hechos para que nos sienten bien las descalificaciones y esa agresividad que hay en política.

placeholder Arpa Práctica, 2023.
Arpa Práctica, 2023.

P. ¿Podríamos decir que la comunicación no violenta es convertir la mierda en abono?

R. Esa es la definición que más me gusta, aunque es bastante vulgar. Y me gusta mucho porque en la comunicación no violenta primero hacemos un trabajo para identificar la violencia. Llamamos violencia a todo aquello que a la otra persona le produce daño. A veces es supersutil, es una mirada, es un gesto con la mano, un gesto con el hombro, una postura corporal… que conlleva un mensaje implícito que en muchas ocasiones es muy feo.

Entonces, en la comunicación no violenta hay un trabajo importante para aprender y desarrollar la capacidad de sentir ese estado, esa violencia, porque si no somos consciente de ella, poco vamos a transformar.

La comunicación no violenta no pretende partir de la no violencia. Somos humanos, tenemos un modelo social de hace miles de años con el que nos relacionamos. Entonces, con la violencia no hay ningún problema, siempre que seamos conscientes de ella y seamos capaces de no arrojársela a la otra persona; porque el problema está cuando pasamos a la acción y la expresamos a la otra persona, porque ahí ya está el daño a la persona y hay un distanciamiento o ruptura.

Esa frase de transformar la mierda en abono es ese proceso de comunicación no violenta: identifico las diferencia, la mierda, y hago todo un proceso siguiendo los pasos que me aporta la comunicación no violenta de Marshall Rosenberg hasta encontrar abono. ¿Qué es el abono? Acciones que me dan la seguridad y la certeza de que mi vida va mejor. Cuando digo mejor no quiero decir lo ideal, porque todos tenemos una solución, no se trata de eso, pero sí de encontrar algo mejor que lo que tenía en el desencuentro.

P. El conflicto en sí, con las personas de nuestro alrededor, ¿es realmente malo?

R. No es malo si sé atravesarlo y a partir del conflicto sé que puedo llegar a un encuentro mayor que el que tenía anterior al conflicto. Porque ese atravesar el conflicto permite que nos conozcamos más, que nos cuidemos más…

El conflicto es inherente a la vida porque somos diferentes; y si hay diferencias, hay desencuentros y hay ajustes que hacer. ¿Pero qué ha ocurrido? Que nuestra educación no nos han enseñado a afrontar el conflicto de otra manera que atacando, huyendo o aguantándonos; y eso no es positivo de ningún modo. Con lo cual condenamos el conflicto por los resultados que tiene por la forma que hemos aprendido de resolverlos, que son negativos. Ahora, si el conflicto lo afrontamos como un reto, como un reto de nuevo crecimiento, es positivo.

Foto: Foto: iStock.

P. ¿Qué necesidades originan emociones como la frustración que puede generar un conflicto?

R. Es muy bonito ver cómo es el ser humano a nivel emocional. Yo no he estudiado medicina, pero cuando ves cómo funciona a nivel fisiológico… es fascinante ver cómo el organismo está construido para proteger la vida, para vivir, para estar sanos, luego podemos tener enfermedades, pero incluso las enfermedades aparecen como algo que tenemos que sanar. A nivel emocional pasa exactamente igual. Tenemos las emociones y no hay emociones negativas porque todas son positivas. Pensaríamos que un dolor de muela es negativo, ¿no? Pues no, es de lo más positivo porque te está avisando de una infección. Con las emociones para igual. ¿La tristeza es negativa? No, si sé de qué me está avisando, qué me está diciendo que tiene que cambiar en mi vida. Todas esas emociones nos traen mensajes valiosísimos de lo que necesitamos.

Una emoción es como un piloto rojo en el salpicadero del coche que se enciende si falta algo. Igualmente, aparece la tristeza si falta valoración, si falta sentido de lo que hago en mi vida, si falta afecto, si falta compañía... Y el piloto verde sería la alegría, que es el bienestar, porque en mi vida hay compartir, hay sentido de lo que hago, hay misión por lo que hago, hay retos... Así funcionan las emociones, lo que necesitamos es saber decodificarlas, escuchar de qué necesidad nos hablan; y ese es un trabajo interno que requiere pararse y mirarse por dentro: qué me está pasando, qué estoy necesitando… Hablamos de necesidades fundamentales, no de “necesito un coche más grande”, sino de “necesito un descanso”.

P. ¿Y cómo debemos expresar nuestros sentimientos ante un conflicto?

R. La comunicación no violenta es un trabajo que se hace dentro de nosotros, porque dentro está nuestra vivencia. Si expresamos los sentimientos previa toma de conciencia interna, lo que sería el “qué necesito”, voy expresarlo de la mano de una necesidad, “me siento frustrada porque necesito escucha”, “me siento frustrada o triste porque necesito comprensión”... Y cuando expresamos ese pack de “sentimiento + necesidad”, ayudamos a la otra persona a empatizar con nosotros, se lo ponemos fácil. Si yo no le digo lo que estoy necesitando y espero que la otra persona lo adivine, pues lo tengo mucho más complicado.

P. Por último, me gustaría pedirte consejos para aplicar la comunicación no violenta a nuestro día a día.

R. Hay una clave básica: formarse. Hay que formarse porque parece un proceso sencillo y tiene su miga, porque estamos trabajando con seres humanos: lo que me pasa a mí, con lo que te pasa a ti, en un conflicto, con toda la riqueza de la vida de las otras personas, el presente, el pasado y el futuro. Es un proceso sencillo y, al mismo tiempo, profundo y con cierta complejidad. Y eso requiere formación.

Una vez que te has formado, hay que seguir las tres recetas que decía Marshall para ir incorporando esta mirada poco a poco en nuestra vida: la primera es practicar, la segunda receta es practicar y la tercera receta es practicar.

Yo añadiría otra ayuda importante y es incorporarse a grupos de prácticas. En los grupos de prácticas trabajas con tu propia vida, aprendes y ahí se va aprendiendo muchísimo. Y es un camino que no se llega a aprender nunca al 100%, llevo 25 años aprendiendo y sigo practicando.

La comunicación no violenta (CNV) –también llamada comunicación compasiva o comunicación colaborativa– es una práctica sencilla, pero sorprendentemente poderosa. Se basa en la idea de que los seres humanos compartimos unas necesidades universales que rigen nuestro comportamiento, y que la violencia es un recurso que usamos (¡erróneamente!) para satisfacerlas. Si sabemos identificar nuestras necesidades, las necesidades de los demás y los sentimientos que las acompañan, podremos lograr una comunicación auténtica y relaciones más armoniosas.

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