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¿Es posible sufrir un infarto cardiaco sin tener síntomas?
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CON LA MISMA GRAVEDAD

¿Es posible sufrir un infarto cardiaco sin tener síntomas?

Por sorprendente que parezca, es posible tener un infarto cardiaco sin llevarse la mano al pecho por el dolor. La falta de síntomas complica su identificación y tratamiento urgente

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Dolor torácico persistente o dificultad respiratoria importante, esos son los síntomas o, dicho de otro modo, las señales que nos alertan de que estamos sufriendo un infarto cardiaco. Ese sería el momento de llamar al 112 o acudir a los servicios hospitalarios para recibir tratamiento lo antes posible. Pero ¿qué pasa si no hay signos que nos avisen de que tal evento coronario está sucediendo? No hay dolor en el pecho, no hay presión, ni dificultad para respirar... Bien, pues eso es lo que ocurre aproximadamente en el 20% de los infartos de corazón. Se les conoce como infartos silentes y aparecen "con síntomas mínimos o no identificables como infarto, es decir, no se manifiesta como dolor torácico persistente o dificultad respiratoria importante", aclara el doctor Eduardo Alegría Barrero, de la Unidad de Cardiología del Hospital Ruber Internacional.

La mayoría de los infartos asintomáticos los sufren mujeres y pacientes diabéticos

Dentro del porcentaje mencionado, hay dos colectivos en los que, en general, se ha detectado mayor incidencia de este tipo de accidente cardiovascular: las mujeres y los pacientes diabéticos. En las primeras, "los síntomas pueden ser más inespecíficos, y en los segundos, la propia diabetes genera alteraciones neurológicas que silencian las manifestaciones propias del infarto", señala el experto.

Como una gripe, un catarro o una contractura muscular

Por definición, un infarto silente es asintomático. Ahora bien, aunque no describe los síntomas propios de un infarto convencional, sí hay otros avisos que podrían alertarnos, como "malestar general, cansancio, pesadez/acidez en la zona alta del abdomen o una contractura muscular torácica. De hecho, pueden confundirse con síntomas gripales o catarrales, con molestias digestivas y con contracturas musculares", apunta el doctor, quien advierte que "es importante identificar si son síntomas que hemos percibido anteriormente sin consecuencias o son síntomas nuevos que no identificamos como habituales".

placeholder A través de un electrocardiograma se puede detectar un infarto asintomático. (iStock)
A través de un electrocardiograma se puede detectar un infarto asintomático. (iStock)

Además, debido a que cursan con síntomas tan inespecíficos, "es frecuente identificar un infarto silente varios días/meses después de haber sufrido el evento cardiaco, a veces a través de pruebas diagnósticas o por la aparición de insuficiencia cardiaca", agrega.

La prueba de las troponinas

Si hay sospechas de la existencia de infarto silente, una analítica lo determinará. "La presencia de troponinas en la sangre es confirmatoria de un daño muscular cardiaco y es imprescindible para el diagnóstico. Esta prueba se utiliza de forma rutinaria en los servicios de urgencias para diagnosticar un infarto", apunta Alegría. "Las troponinas son proteínas presentes en el músculo cardiaco que intervienen en la contracción. Cuando existe un daño cardiaco por un aporte sanguíneo insuficiente al corazón -explica-, comienza una destrucción de las fibras musculares cardiacas y estas proteínas se detectan en el torrente sanguíneo".

Foto: El estrés puede influir directamente en enfermedades cardiovasculares. (iStock)

Además de este marcador, también se puede detectar "mediante electrocardiograma, ecocardiograma-doppler, tomografía y resonancia cardiaca. Además, el cateterismo cardiaco o coronariografía nos permitirá conocer el grado de obstrucción de las arterias coronarias y, en caso de ser necesario, resolver las obstrucciones dilatándolas con balones e implantando endoprótesis coronarias (stents)", sostiene el experto.

Causas y consecuencias igual de graves

No por ser menos doloroso, el infarto silente es menos peligroso. De hecho, tanto los desencadenantes, los factores de riesgo, consecuencias y tratamiento son idénticos. "El mecanismo que provoca ambos infartos es el mismo, que es la disminución o interrupción del aporte sanguíneo a un territorio del corazón por obstrucción de las arterias que nutren de sangre el músculo cardiaco (trombosis coronaria). Esa obstrucción -continúa- es fruto del depósito de colesterol en el interior de las arterias (ateromatosis coronaria), así como de la formación de trombos que se adhieren a esos depósitos".

La dieta mediterránea puede reducir hasta un 30% el riesgo de enfermedades cardiovasculares

El infarto supone la destrucción del músculo cardiaco (necrosis) que deja de recibir sangre, apareciendo una cicatriz que no tiene función contráctil y tiene potencial de generar arritmias graves. La pérdida de función contráctil origina una menor capacidad de bombear la sangre, apareciendo insuficiencia cardiaca, que se manifiesta como debilidad y falta de aire", resume el cardiólogo.

placeholder La práctica deportiva regular reduce el riesgo cardiovascular. (iStock)
La práctica deportiva regular reduce el riesgo cardiovascular. (iStock)

Por otro lado, los mismos factores de riesgo que inciden en el infarto de miocardio o en cualquier enfermedad cardiovascular, como son el tabaquismo, sedentarismo, obesidad, alimentación inadecuada, hipertensión arterial, colesterol elevado o diabetes, son los que afectan al infarto asintomático. Ahora bien, "un control adecuado de dichos factores de riesgo conlleva una reducción demostrada de desarrollar enfermedades cardiovasculares, incluyendo cualquier tipo de infarto", remarca.

Reducir la posibilidad de nuevos infartos

Cuando sufrimos un evento cardiaco tan serio, según Alegría, "es preciso realizar una prevención dirigida por su cardiólogo para reducir al máximo el riesgo de nuevos infartos".

Para ello, el experto nos recuerda cuáles son los dos pilares básicos para la prevención de las enfermedades cardiovasculares: dieta y ejercicio: "Dentro de los hábitos alimenticios, el consumo regular de ácidos grasos poliinsaturados (omega-3) previene la aparición de la hipercolesterolemia, que se asocia con el desarrollo de placas de aterosclerosis en el interior del árbol vascular. La dieta mediterránea, basada en un consumo calórico ajustado mediante el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, pescados y carne blanca, puede reducir hasta en un 30% el riesgo cardiovascular. Es necesario priorizar el consumo de grasas poliinsaturadas, como el pescado, la carne de ave o conejo y los frutos secos. Además, hay que aumentar el consumo de verduras y escoger el aceite de oliva como la grasa principal de nuestra alimentación".

Foto: Varios tipos de queso. (iStock)

En cuanto a la actividad física, Alegría recomienda entrenamiento regular (idealmente 4-5 días por semana) que comporte actividad por encima de los 20-30 minutos (caminar por encima de 45 minutos a buen paso, carrera suave 20-30 minutos, bicicleta 30-45 minutos, natación 30-45 minutos, baile 45 minutos, remo, elíptica, golf, montañismo).

Además, "para los que ya han tenido un infarto, haya sido silente o no, se establece un tratamiento farmacológico que previene la aparición de nuevos infartos y mejora la esperanza de vida. Deberá llevar un seguimiento cardiológico para instaurar este tratamiento y realizar las pruebas cardiológicas oportunas para optimizar la condición del corazón y así conseguir la mejor calidad de vida", añade.

Dolor torácico persistente o dificultad respiratoria importante, esos son los síntomas o, dicho de otro modo, las señales que nos alertan de que estamos sufriendo un infarto cardiaco. Ese sería el momento de llamar al 112 o acudir a los servicios hospitalarios para recibir tratamiento lo antes posible. Pero ¿qué pasa si no hay signos que nos avisen de que tal evento coronario está sucediendo? No hay dolor en el pecho, no hay presión, ni dificultad para respirar... Bien, pues eso es lo que ocurre aproximadamente en el 20% de los infartos de corazón. Se les conoce como infartos silentes y aparecen "con síntomas mínimos o no identificables como infarto, es decir, no se manifiesta como dolor torácico persistente o dificultad respiratoria importante", aclara el doctor Eduardo Alegría Barrero, de la Unidad de Cardiología del Hospital Ruber Internacional.

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