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Llega el verano y muchos padres deben prepararse para los 'niños tiranos'
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'TENER PERSPECTIVA'

Llega el verano y muchos padres deben prepararse para los 'niños tiranos'

Esta clasificación se aplica a jóvenes que muestran comportamientos tóxicos que pueden dinamitar no solo la estabilidad familiar, sino también su futuro. Saber frenarlos es prioritario

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Estamos ya muy cerca de las vacaciones de verano, y muchos padres van a tener que prepararse a fondo para lo que se les viene encima, que durante el curso escolar se mitiga ligeramente… El pequeño tirano es un niño que maltrata a sus padres y destroza la armonía familiar. Se trata de una persona conflictiva, agresiva, difícil, violenta, salvaje, que se convierte en un dictador y que distorsiona todo el ambiente en donde vive.

Con la proliferación en los últimos años de familias desestructuradas, cada vez se observan más conductas de este tipo. La falta de unos criterios educativos claros, la permisividad, el abandono de unos esquemas positivos de pedagogía y de unos ejemplos familiares coherentes y atractivos que traen esos resultados. ¿Por dónde debemos empezar la educación? Educar es seducir con modelos positivos, sanos, atractivos, sugerentes, que tiran, que empujan en esa dirección.

"Su padre le consiente todo y cada vez que viene a verle le trae un regalo nuevo y dice que con él se porta bien"

En mi consulta tuvimos el caso de un niño de diez años, hijo de padres separados, el mayor de tres hermanos y que desde los 10 años tiene un comportamiento de difícil manejo para la familia. Su madre dijo: “Desde los siete años, la convivencia con mi hijo me resulta imposible, se ha convertido en el centro de atención de la casa y todos dependemos de él. Yo creía que lo más importante era que a mis hijos no les faltara de nada y darles siempre lo mejor… Ha llegado un momento en que cuando me pide algo se lo tengo que comprar enseguida porque si no grita, chilla, rompe objetos de la casa o pega a sus hermanos. Hay días en que no quiere ir al colegio porque no le apetece y solo quiere jugar a los videojuegos. Insulta a su abuela, y con frecuencia hace cosas muy duras para nosotros: abre los grifos para que se inunde la casa, pega a sus hermanos, rompe los cuadernos del colegio (suyos y de sus hermanos), tira cosas por la ventana… Su habitación, que la tiene para él solo, es una auténtica leonera: no se puede entrar, deja las cosas tiradas… Yo hasta ahora se lo ordenaba y se lo ponía en su sitio”.

“En el último año, el fracaso escolar es total, en clase no presta atención y se ha unido a los dos o tres compañeros que sacan peores notas y tienen peor conducta. Parece como si disfrutara haciendo daño o tuviera una forma de divertirse en donde necesita hacer cosas que perjudican a los demás. Le repito una y otra vez que se porte bien, que trate mejor a sus hermanos… Pero todo es imposible. Su padre le consiente todo y cada vez que viene a verle le trae un regalo nuevo y dice que con él se porta bien. Pero el padre solo está a su lado como de visita. Se limita a llevarle al cine o a comer, y le quita importancia a cualquier cosa negativa. Últimamente en la urbanización donde vivimos ha pinchado las ruedas de las bicicletas que están aparcadas a la entrada. Miente mucho; deforma los hechos y tiene a echar la culpa siempre a sus hermanos o a alguien que esté cerca. Esto me desborda”.

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Estamos ante un claro ejemplo en donde hay que tomar partido e intentar enfocar el problema para diseñar una estrategia psicológica. Son varios los apartados a seguir. En primer lugar, las pautas de conducta que deben observar los padres a la hora de tratar a su hijo, y en algunos casos, la administración de una medicación que ayude a controlar y frenar la impulsividad y la agresividad. El diagnóstico es: síndrome negativista desafiante.

Ante todo, en las primeras entrevistas con los padres es importante hacer un rastreo psicológico del pequeño emperador: señalar las principales áreas de conflicto clasificadas de más a menos importante, qué quitarían y qué añadirían a la conducta de su hijo para que mejorara su personalidad (cosas concretas), qué errores educativos creen los padres que han tenido con el niño, según su propia opinión, lista de posibles premios y castigos para emplearlos en él según mejore o empeore su conducta.

Foto: Según este estudio, la agresividad puede aumentar con la ingesta excesiva de azúcar.

Insisto en que la terapia empieza por los padres y vamos a señalar algunas sugerencias generales en ese sentido. Es necesario evitar que haya disparidad de criterios en la educación de los hijos. Buscar unos patrones similares es empezar el edificio por sus cimientos. No menos importante es impedir, radicalmente, que uno sea muy duro y el otro muy blando (permisivo y con tendencia a conceder caprichos).

Es también conveniente no repetir de forma machacona los mismos mensajes: “Pórtate bien, obedece, haz lo que se te dice…”. Existe en psicología lo que se llama la ley estímulo-respuesta, que dice que la repetición excesiva y cansina del mismo mensaje, por agotamiento, produce el efecto contrario del que se pretende.

Otro factor importante es saber administrar inteligentemente las compras, regalos, caprichos… De tirarse a la baja, porque de un niño muy regalado y consentido no se pueden esperar muchos esfuerzos. Hay que entender la importancia del binomio premio y castigo: premios pequeños y concretos y castigos firmes y sin violencia. Esto es lo que hace la vida con nosotros: nos premia y nos castiga según nuestra trayectoria personal.

En esta línea, los padres han de aprender a motivar a sus hijos en el ámbito de la voluntad, pieza esencial en el proceso educativo, y hacerlo mediante una especie de tabla de ejercicios: la costumbre de vencer en lo pequeño.

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Muchos de estos niños desarrollan ya en la adolescencia algún trastorno de personalidad que suelen tener dos notas: límite (o borderline: impulsividad, agresividad, inestabilidad emocional…) e histriónico (necesidad de llamar la atención, comportamientos dramáticos).

Hasta aquí las pautas que deben observar los padres. El resto de la familia (hermanos, abuelos…) también han de saber cómo frenar la tendencia que tienen esos niños a la manipulación, a llevar siempre la razón y a darles la vuelta a los argumentos a su favor de forma sibilina e insidiosa.

Las entrevistas con el niño en consulta con el psiquiatra y el psicólogo son complicadas. ¿Por qué? El niño no quiere venir; no tiene conciencia de lo que le pasa (su sistema de creencias está al revés), y si la tiene, le quita importancia… No colabora. Es clave intentar hacerse con él, con una mezcla de afecto, simpatía y disciplina. Darle unas pautas en primera persona y que él vaya tomando nota en una libreta para poder leerlas con alguna frecuencia; es esencial hacerle ver que tiene que respetar las normas del hogar, y cortar esa rebeldía que le hace tanto daño a su familia y a él mismo. El niño debe cobrar conciencia de que no puede manipular su ambiente, aprender a soportar las pequeñas frustraciones, aceptar que sus padres le digan que no, a controlar su lenguaje, a compartir, a no desperdiciar el tiempo (relativo a los estudios)…

Foto: La dificultad para gestionar un deseo no cumplido provoca irritabilidad en los niños. (iStock)

Hacerles ver a los padres la diferencia entre metas y objetivos se trata de una tarea apasionante y compleja. La meta es que el niño vaya curándose de esta patología. Esto es muy general y demasiado amplio. Los objetivos son superconcretos, medibles.

La personalidad de un niño y de un adolescente es un trípode con tres vertientes: un tercio es la herencia (el código genético), otro tercio es el ambiente (las influencias del entorno) y el último es historia personal, que al ser niño todavía tiene muy poco calado.

Curar a un niño tirano es una tarea de artesanía psicológica, pero con el trabajo de los especialistas, los padres y las personas cercanas es algo posible.

Estamos ya muy cerca de las vacaciones de verano, y muchos padres van a tener que prepararse a fondo para lo que se les viene encima, que durante el curso escolar se mitiga ligeramente… El pequeño tirano es un niño que maltrata a sus padres y destroza la armonía familiar. Se trata de una persona conflictiva, agresiva, difícil, violenta, salvaje, que se convierte en un dictador y que distorsiona todo el ambiente en donde vive.

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