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Todas las claves del síndrome de 'El show de Truman'
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'¿QUÉ ME PASA, DOCTOR?'

Todas las claves del síndrome de 'El show de Truman'

Diez años después del estreno de la película, un grupo de psiquiatras describieron 'The Truman show syndrome', una entidad poco común y no reconocida oficialmente en los manuales de diagnóstico médico

Foto: Jim Carrey, en 'El show de Truman'. (Paramount)
Jim Carrey, en 'El show de Truman'. (Paramount)

En 1998 se estrenó El show de Truman (una vida en directo). Protagonizada por Jim Carrey, cuenta la historia de un infeliz que fue adoptado al nacer y luego criado por una cadena de televisión. Sin que él lo sepa, las cámaras de un show le filman a lo largo de su vida, en un formato de realidad simulada de lo más novedoso. El guion es obra de Andrew Niccol, quien ya dejó huella de su categoría el año anterior con el film Gattaca. El show de Truman tuvo un inesperado éxito en taquilla y ganó numerosos premios. Ha llegado a ser objeto de estudio en tesis doctorales y es puesta como ejemplo en algunas corrientes filosóficas.

Truman Burbank vive en la ciudad donde nació: un decorado gigante que incluye sol, luna y un mar artificial, y en la que todos sus conciudadanos, incluyendo su esposa, son, en realidad, figurantes y actores contratados. Su vida es filmada en secreto a través de cinco mil cámaras ocultas, veinticuatro horas al día. Cuando Truman cumple treinta años, comienza a reparar en algunas situaciones que le resultan extrañas, hasta que un día descubre la verdad. El final de la historia resulta tan emocionante como inolvidable.

Diez años después del estreno, los psiquiatras Joel e Ian Gold publican un artículo en la revista Cognitive Neuropsychiatry en el que describen, por primera vez, The Truman show syndrome, una entidad poco común y no reconocida oficialmente en los manuales de diagnóstico médico. El término se utiliza para describir una creencia delirante en la que una persona cree que está siendo constantemente vigilada y que protagoniza un programa de televisión, al igual que le ocurre al personaje interpretado por Jim Carrey en la película.

placeholder 'El show de Truman'. (Paramount)
'El show de Truman'. (Paramount)

En el artículo, los doctores Gold y Gold describían alguno de los testimonios de los pacientes con el síndrome. Uno afirmaba que toda su vida era como la de Truman en la película, creencia que había mantenido oculta a su familia. Aseguraba que tenía cámaras implantadas en sus ojos y que los ataques de las Torres Gemelas habían sido simulados. Llegó a viajar a Nueva York con la convicción de que aún estaban en pie (hubiese sido la constatación de que su delirio era real y que, en efecto, él era la estrella de su propio espectáculo). Otro presentaba una historia aún más curiosa porque en su vida real trabajaba en un reality show de televisión y había llegado a creer que él era la persona cuya vida estaba siendo transmitida en el programa. En un delirio muy elaborado (que recuerda a la sensacional película de François Truffaut La noche americana), también aseguraba que todos sus pensamientos estaban siendo controlados por un equipo de filmación pagado por su familia.

Delirios: de Napoleón al 'montaje' del 11-S

¿Sabemos qué es un delirio? Un delirio es una creencia o convicción falsa y persistente, que se mantiene a pesar de contar con evidencias de lo contrario. Pueden ser de naturaleza persecutoria, de celos o de grandeza (por ejemplo, alguien que asegura tener una relación especial con una persona famosa, o que está siendo controlado por seres de otro planeta). Aparecen asociados a enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, y pueden aparecer también en personas que han sufrido un estrés postraumático (por ejemplo, una víctima de agresión con sentimiento de culpa). En el síndrome de Truman, el delirio más habitual es el de persecución, puesto que el afectado está convencido de que está siendo observado por otros. Si bien en estos casos puede subyacer alguna de las enfermedades anteriormente comentadas, es posible que el delirio de Truman se manifieste como un pensamiento delirante aislado.

Foto: Foto: iStock.
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El contenido del delirio depende de la época y el entorno sociocultural del individuo. ¿Han pensado por qué siempre se ha representado a un loco vestido de Napoleón? La razón no deja de ser curiosa. Napoleón fue blanco de la sátira de los medios ingleses, quienes lo caricaturizaron como un loco con delirios de grandeza. Fue en ese periodo cuando comenzó el estudio de las enfermedades mentales en Europa y se empezó a recoger por escrito las ideas delirantes. Al ser uno de los iconos más reconocidos (independientemente del nivel cultural, todos sabían quién era Napoleón), no era inusual que el comandante corso fuese el protagonista elegido por aquellos que deliraban en esa época.

En la actualidad, los delirios se elaboran con personajes contemporáneos y se ajustan a nuestro marco social. Desde los atentados del 11-S, se ha normalizado la necesidad de vigilancia global, circunstancia que también ha aumentado la ansiedad y la preocupación de sentirse vigilado. Es un marco perfecto para que, por ejemplo, se genere un delirio de persecución y que en la elaboración del contenido se incluyan las mismas sensaciones que tiene el protagonista en el film.

Los que lo sufren no pueden ser persuadidos, y necesitan terapia psicológica y cognitivo-conductual

Los que sufren el síndrome de El show de Truman no pueden ser persuadidos, y necesitan terapia psicológica y cognitivo-conductual para cuestionar sus creencias delirantes y, en algunos casos, precisan fármacos para manejar la ansiedad. La mayor parte se sienten afectados y desean que acabe el show de inmediato. Sin embargo, en su publicación, Gold y Gold alertan de una situación inesperada: hubo algunos pacientes que, lejos de sentirse mal con el delirio de Truman, manifestaron haber disfrutado de su supuesto estatuto de celebridad. Es decir, deseaban ser el centro de atención y “que la mayor cantidad de cámaras posible filmasen su vida”.

De Truman a 'Gran Hermano'

En el año del estreno de la película, en Países Bajos, un empresario de televisión planificaba un novedoso programa para la pequeña pantalla. Tenía grandes dudas sobre si el formato sería del gusto de los televidentes. Un día vio la película protagonizada por Carrey, y decidió que lo pondría en marcha al año siguiente. Así lo hizo, cosechando un éxito mundial sin precedentes. El empresario se llamaba John de Mol y su programa, Big Brother.

El formato Gran Hermano (y todas sus infinitas variantes) llegó para quedarse. Son el ejemplo más claro de la sociedad exhibicionista en la que vivimos, y no resulta descabellado colegir que programas de este tipo puedan generar ideas delirantes. Así opina el Dr. Fusar-Poli, profesor de Psiquiatría en el King's College de Londres, quien asevera que “la digitalización y la hiperexposición de nuestras vidas en redes sociales pueden desencadenar cualquier delirio”.

placeholder Imagen del programa 'Gran Hermano'.  (Telecinco)
Imagen del programa 'Gran Hermano'. (Telecinco)

No es necesario hoy en día poner ejemplos de personajes populares que demandan la atención de los medios para participar sus desdichas amatorias, o las de terceros. Tampoco resulta inusual la existencia de muchos otros que, no siendo famosos, anhelan serlo, y se dedican a difundir en redes su anodina e insegura vida. Estos dos perfiles tan cotidianos encajan dentro del Main Character Syndrome (o síndrome del personaje principal). En él se incluyen todos aquellos con este tipo de ideas delirantes en las que se imaginan a sí mismos como protagonistas de su propia historia, y que tratan a los que les rodean como personajes secundarios de su propio reality. El personaje principal quiere ser famoso y da rienda a su fantasía en redes sociales y/o emplean a los medios de comunicación para alimentar su ego, un buche imposible de saciar. En la novela Las bostonianas, publicada cien años antes del estreno de El show de Truman, Henry James describe así a uno de sus personajes: “El objeto de la vida humana consistía, para él, en obtener la mayor publicidad […], tenía la necesidad imperiosa de notoriedad como búsqueda del triunfo personal”. Si siguiésemos echándonos atrás en la historia, veríamos que rsta preocupación ha acompañado a la humanidad desde el principio de los tiempos.

Queridos lectores, ¿quién no ha querido ser famoso alguna vez? ¿Quién no ha mirado a un lado en una situación cómica o absurda, pensando que estaba siendo víctima de una cámara oculta? ¿Quién no se ha sentido henchido de placentero orgullo cuando ha recibido un me gusta en alguna red social? El ser humano es imperfecto y tiene tendencia a la ociosidad y a la autocomplacencia. No tenemos remedio, así que no nos fustiguemos, pero ¡recuerden!: los delirios están ahí fuera, al acecho.

Que se mejoren.

En 1998 se estrenó El show de Truman (una vida en directo). Protagonizada por Jim Carrey, cuenta la historia de un infeliz que fue adoptado al nacer y luego criado por una cadena de televisión. Sin que él lo sepa, las cámaras de un show le filman a lo largo de su vida, en un formato de realidad simulada de lo más novedoso. El guion es obra de Andrew Niccol, quien ya dejó huella de su categoría el año anterior con el film Gattaca. El show de Truman tuvo un inesperado éxito en taquilla y ganó numerosos premios. Ha llegado a ser objeto de estudio en tesis doctorales y es puesta como ejemplo en algunas corrientes filosóficas.

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