La victoria contra el cáncer pasa por hacer ingeniería con tus glóbulos blancos
La bioingeniería diseñada por un equipo de investigadores estadounidenses ha conseguido crear macrófagos que se 'comen' células tumorales. Este podría ser el gran salto adelante que necesitamos
La lucha contra el cáncer ha ocupado la mente de cientos de miles de científicos desde hace miles de años. De hecho, existen referencias a esta enfermedad en el antiguo Egipto que datan de hace 5.000 años. A pesar de eso, cierto es que su descubrimiento real (la multiplicación descontrolada de células tumorales, que es capaz de extenderse a otros tejidos del organismo) es mucho más reciente, con sucesivos descubrimientos en esta área entre el siglo XVI y XIX. Oficialmente, esta afección, o su mecanismo, mejor dicho, fue descubierto por el zoólogo alemán Theodor Boveri en 1902.
Desde entonces hemos ideado todo tipo de métodos para hacerle frente: cirugías para eliminar grandes cantidades de tejido tumoral, productos químicos más que agresivos (englobados en el término quimioterapia) que tienen el objetivo de destruir las células cancerígenas (y todas aquellas que sufren una división celular rápida, esa es la principal causa de que se caiga el pelo, por ejemplo); haces de radiación enfocados en un área determinada para matar, selectivamente, células tumorales; creación de anticuerpos capaces de identificar y marcar tumores específicos, etc.
"Debido a las propiedades materiales de los tumores sólidos, es difícil diseñar moléculas que puedan penetrar en el interior de estas masas"
La lista, como podemos ver, es enorme, y nuestro éxito no es escueto. Hoy en día, la mortalidad de muchos cánceres ha disminuido sobremanera, cuando no hace tantos años su diagnóstico suponía, prácticamente, una condena a muerte. Así lo expone el informe anual que publica la Sociedad Española de Oncología Médica (Las cifras del cáncer 2023).
Lo mejor de todo es que es posible que, en el futuro cercano, podamos ver como esos buenos números sufren un aumento tremendo, que realmente sea capaz de mantener a raya esta enfermedad, no solo para nosotros, sino también para las generaciones venideras. Ello pasará, sin duda alguna, por las manos del profesor Dennis Discher y su equipo, de la Universidad de Pennsylvania.
Su objetivo (que finalmente han logrado) era silenciar las vías moleculares que evitan que los macrófagos (un tipo de células blancas capaces de comerse células y bacterias enteras, matándolas) ataquen a nuestras propias células. De este modo, han conseguido alterar genéticamente estas células para que sean capaces de eliminar tumores sólidos de nuestro organismo.
Por supuesto, la cirugía también consigue esto. Si cortas las células tumorales, eliminas casi todas de un plumazo. El problema es que no sabes si son todas o casi todas. Con que quede una libre por ahí, puede reproducirse de nuevo o extenderse a otras partes del cuerpo (proceso denominado metástasis). Es por esto que el descubrimiento del doctor Discher es tan relevante, porque en el caso de que pasase todos los controles, nuestros propios glóbulos blancos atacarían, no a unas pocas, sino a todas las células tumorales al unísono.
Como él mismo explica, "debido a las propiedades materiales de los tumores sólidos, es difícil diseñar moléculas que puedan penetrar en el interior de estas masas. Es por esto que en vez de inventar una nueva molécula que haga el trabajo, estamos experimentando (de forma prometedora) con la posibilidad de utilizar las células que se comen a los invasores: los macrófagos".
Esta línea básica de defensa de nuestro organismo es la que fagocita (envuelve) patógenos marcados por nuestro sistema inmunitario, como si de sicarios se tratase, matándolos. Como explica otro de los autores del estudio, Larry Dooling, "el problema es que los macrófagos de un sistema inmunitario sano reconocen a las células tumorales como parte de nuestro cuerpo, no como invasoras. Para conseguir que estos glóbulos blancos fueran capaces de ver y atacar a las células cancerígenas, tuvimos que investigar las vías moleculares que controlan la comunicación entre células. Desactivarla fue la clave a la hora de crear esta terapia".
Por supuesto, es demasiado temprano como para celebrar. El tratamiento se encuentra todavía en proceso de ensayo con animales, pero los resultados son más que prometedores. Como publican en su estudio, las células especialmente diseñadas fueron capaces de eliminar tumores en el 80% de los ratones que habían desarrollado esta enfermedad. Además, como guinda del pastel, la detección del tumor por parte de los glóbulos blancos desencadenó una respuesta inmune total contra los tumores, marcando todas las células tumorales de ese tipo.
Este descubrimiento podría ser una de las claves que lleven a una vacuna contra el cáncer (aunque ese objetivo todavía está lejos), que aumente sobremanera la supervivencia de aquellos que padecen la enfermedad.
La lucha contra el cáncer ha ocupado la mente de cientos de miles de científicos desde hace miles de años. De hecho, existen referencias a esta enfermedad en el antiguo Egipto que datan de hace 5.000 años. A pesar de eso, cierto es que su descubrimiento real (la multiplicación descontrolada de células tumorales, que es capaz de extenderse a otros tejidos del organismo) es mucho más reciente, con sucesivos descubrimientos en esta área entre el siglo XVI y XIX. Oficialmente, esta afección, o su mecanismo, mejor dicho, fue descubierto por el zoólogo alemán Theodor Boveri en 1902.
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