Una joven de 16 años gana 50.000 euros por su hallazgo sobre el cerebro de los suicidas
La investigación duró seis meses y se centró en encontrar biomarcadores comunes en el tejido cerebral de personas que habían cometido suicidio
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Con el aumento de la concienciación acerca del suicidio, son cada vez más los estudios que intentar arrojar luz a una de las principales causas de fallecimiento entre jóvenes, junto con los accidentes de tráfico. Desde Business Insider comparten la historia de Natasha Kulviwat, una joven de 16 años que ha dedicado seis meses a intentar encontrar biomarcadores cerebrales que expliquen el origen del suicidio.
Natasha pasó esos seis meses como estudiante preuniversitaria en un laboratorio de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. Su investigación dio sus frutos y le ha hecho ganar el ‘Premio Gordon E. Moore por Resultados Positivos para las Generaciones Futuras’ y 50.000 dólares en la Feria Internacional de Ciencias e Ingeniería de Regeneron, que destinará para gastos universitarios.
Su estudio consistió en analizar los cerebros de 10 personas que fallecieron por suicidio y de otras 10 personas, el grupo de control, que fallecieron por otras causas. La joven buscó biomarcadores, unas sustancias medibles, en los tejidos cerebrales de las 20 muestras. Durante los análisis, Natasha halló signos de inflamación en los cerebros de las personas que fallecieron por suicidio.
Claudina-5, proteína clave
En concreto, observó que la proteína cerebral claudina-5, presentaba signos de haber sido afectada por la inflamación. Esta inflamación se produce naturalmente por las citoquinas como respuesta del sistema inmune a ciertos patógenos. Sin embargo, en otras ocasiones, si el organismo se siente amenazado, también libera citoquinas, generando una inflamación excesiva. Esto es común si se padece estrés crónico.
Abordar el suicidio de manera fisiológica y psicológica, podría reducir su incidencia
La proteína claudina-5, de manera natural, se encuentra en la barrera hematoencefálica (BBB), actuando como reguladora de las sustancias que pueden pasar de la sangre a las células cerebrales. Sin embargo, la joven encontró, en los 10 cerebros de suicidas, niveles elevados de claudina-5 en otras partes del cerebro, en las neuronas y en los microvasos.
Natasha explicó que, en estos casos, “los agentes extraños en la sangre ingresaron en áreas funcionales del cerebro, lo que puede ser neurotóxico”. Ahora hay que comprobar, en posteriores investigaciones, si los niveles elevados de citoquinas y de claudina-5 en el cerebro pueden servir como un biomarcador para alertar del riesgo de suicidio.
El siguiente paso
De esta manera, al abordar el suicidio como un problema también fisiológico, y no solo psicológico, podría ayudar a preceder con mayor precisión si un individuo presenta riesgo de cometer suicidio. A su vez, tras un estudio con mayor muestra que respalde este hallazgo, podría ser la antesala que daría pie a la investigación de nuevos tratamientos farmacológicos, más específicos y eficientes que los actuales, que aborden a su vez la excesiva inflamación.
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